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Esta semana se celebró el día de este santo italiano, Patrono de Europa, que no era sacerdote pero impulsó la Orden Benedictina. La relación con su hermana gemela, Santa Escolástica. Y el misterio de los mensajes esotéricos de su medalla: ¿qué dicen?.

El 11 de julio, la Iglesia Católica conmemoró a San Benito de Nursia, patrono de Europa, protector de monjes, espeleólogos, arquitectos e ingenieros, nacido en Nursia, Umbría el 2 de marzo de 480. Tras completar sus estudios en Roma, optó por la vida eremítica, instalándose primero en Subiaco y luego en Cassino. Allí, rodeado de numerosos discípulos, fundó un monasterio y definió su regla, basada en la oración y el trabajo, “Ora et labora”, que posteriormente se convirtió en la más extendida entre los monjes de todo el mundo. Benito predicó la alternancia de la oración y la lectura de la palabra de Dios con un intenso trabajo de caridad y servicio recíproco entre hermanos y hacia todos los fieles. Hombre pragmático, san Benito quiso dejar un modelo de vida dedicada a la perfección y la elevación espiritual, pero sin limitarse a la trascendencia. Así como Dios interviene en las situaciones concretas de la vida del hombre del mismo modo el hombre nunca debe olvidar su esperanza, glorificándola naturalmente con la oración, pero también con las acciones de todos los días, con el trabajo y la caridad.

Benito no era sacerdote sino laico al igual que Francisco de Asís. Por lo tanto, su vida era el grado más elevado del laicado. Pero poco a poco se convirtió en guía espiritual para otros hombres, que optaron por reunirse en torno a él en una comunidad, y finalmente fundó un monasterio en la localidad de Cassino, sobre el monte que se eleva por sobre la villa. Allí, el creador de la Orden Benedictina escribió y puso en práctica para él y sus colegas su famoso axioma: “Ora et labora”, una regla monástica en la cual deja establecido que los que a esta regla se adhieran ya no debían limitarse a la oración, como ocurría antes, sino que debían compartir su existencia por igual entre la vida contemplativa y la oración, por un lado, y el trabajo manual e intelectual, por el otro, parahonrar la grandeza de Dios en todas las formas posibles. El aspecto más revolucionario de la Regla benedictina, que está en la base del desarrollo del monaquismo occidental, (el monaquismo oriental fue fundado por san Antonio abad) fue precisamente hacer del monasterio una entidad autónoma, autosuficiente desde todo punto de vista, incluso económicamente: en Entre Ríos, por dar un ejemplo, producen un exquisito licor, entre otras delicias.

Ana de Austria y sus hijos rezando con San Benito y Santa Escolastica. Philippe de Champaigne 1646, Versailles
Ana de Austria y sus hijos rezando con San Benito y Santa Escolastica. Philippe de Champaigne 1646, Versailles

La Regla de San Benito disciplinaba no sólo cómo debían compartir el tiempo los monjes, sino también su dieta, que debía basarse en la moderación y la frugalidad. En particular, la Regla recomendaba el consumo de carne sólo para los enfermos y para aquellos que necesitaban recuperar fuerzas, mientras que en general preveía dos comidas al día a base de sopas, verduras, tubérculos, legumbres, queso, huevos, pero también frutas de temporada. Una especie de dieta vegetariana, en definitiva, que explotaba en particular los recursos del territorio, aunque en determinadas zonas se proporcionaba pesca y caza, pero siempre con moderación. También se permitía el consumo de vino, con moderación, mezclado con agua, pero en muchos monasterios se extendió la costumbre de beber cerveza, lo que por un lado solucionaba el problema de la insalubridad del agua y, por otro, proporcionaba un beneficio. Aporte calórico útil para apoyar a los monjes incluso durante los períodos de ayuno.

Pero Benito no está solo en esta aventura espiritual, lo siguió su hermana gemela Escolástica. Los “Diálogos de San Gregorio Magno” nos ofrecen algunas alusiones a la vida de esta extraordinaria mujer, fundadora de la rama femenina de la orden monacal creada por su hermano. Ambos gemelos pertenecían a una familia que descendía de la antigua nobleza senatorial romana. La madre murió al darlos a luz y el padre Eutrope, capitán general de los romanos en la región de Nursia, quiso enviar a los dos niños a Roma con apenas doce años de edad, para acercarlos a la religión y lanzarlos a los estudios clásicos. Hoy ese lugar en donde habitó Benito se encuentra en el barrio del Transtévere romano, y se erigió una pequeña capilla titulada “San Benito in Piscinunla”, y posee uno de los campanarios más antiguos de la ciudad eterna, con el atractivo que es el más pequeño de la ciudad y posee una de las campanas más antiguas.

Reliquias de Santa Escolástica
Reliquias de Santa Escolástica

Benito y Escolástica, molestos por la vida disoluta de la ciudad, optaron sin dudarlo por retirarse a vivir en soledad. Para ello se separaron. Benito se hizo ermitaño y se retiró primero a Subiaco, viviendo en una cueva y luego a Cassino. Escolástica ingresó en un monasterio cerca de Nursia, donde hizo voto de castidad y renunció a sus posesiones terrenales. Posteriormente se reunió con su hermano en Subiaco. Escolástica funda al este de Subiaco y a 510 metros de altitud, un monasterio femenino para aquellas mujeres que desean apartarse del mundo y vivir solo para Dios y con Dios. Hoy todavía se encuentra ese lugar y es llamado “monasterio de Santa Escolástica”. En esta región vivían y se retiraban en oración muchos ermitaños, dando a este valle el nombre de valle santo. Único monasterio de Subiaco hasta finales del siglo XII, con el nombre de Monasterio de San Silvestre, pasó luego a llamarse Monasterio de San Benito y Santa Escolástica y posteriormente estuvo dedicado exclusivamente al Santo. En la entrada de la estructura, formada por edificios que datan de diferentes épocas históricas, se encuentra la inscripción “Ora et Labora”. Junto a la iglesia actual, que data del siglo XVIII, y que se levanta sobre las ruinas de las cinco iglesias anteriores, se encuentra un campanario del siglo XII, época dorada del monasterio.

Paso el tiempo y Benito se trasladó a Cassino y ahí fundó la abadía del Monte de la localidad de Cassino, (actual Montecasino) por tanto Escolástica hizo construir su propio monasterio al pie de la montaña donde se encontraba el de su hermano, a sólo 7 kilómetros de distancia. Fue el monasterio de Piumarola.

Los dos hermanos permanecieron unidos durante toda su vida. Aunque el camino elegido les obligaba a permanecer separados, a pesar de vivir en dos lugares tan cercanos, los dos se reunían una vez al año en una pequeña casa a medio camino entre los dos monasterios. Aquí Escolástica se solazaba en hablar de Dios con su gemelo y orar con él. Narra una muy antigua tradición que el último de estos encuentros tuvo lugar el 6 de febrero de 547, y cuando su tiempo juntos estaba a punto de terminar, Escolástica, que tenía 62 años, suplicó a su hermano que se quedara un poco más. Benito se negó, alegando la Regla que el impulsó a regresar al monasterio a pesar de las lágrimas de su hermana. Pero después de recorrer una corta distancia en su camino de regreso, Benito fue sorprendido por una terrible tormenta y tuvo que regresar con su hermana. Santa Escolástica confesó que oró intensamente a Dios para que trajera de vuelta a su hermano y así los dos permanecieron juntos, mientras afuera azotaba la tormenta.

La cripta donde están enterrados San Benito y Santa Escolástica
La cripta donde están enterrados San Benito y Santa Escolástica

Por ello, aún hoy se invoca a Santa Escolástica, junto a santa Bárbara, para defenderse de los rayos y obtener la lluvia. El 10 de febrero del 543 murió Escolástica. Benito escuchó la noticia de la muerte de su hermana, ocurrida sólo tres días después de su último encuentro, gracias a un signo divino: vio una paloma blanca ascendiendo al cielo y comprendió que era el alma de Escolástica la que abandonaba la tierra. Él personalmente fue al monasterio a tomar el cuerpo de su hermana y lo colocó en el sepulcro preparado para él, para que, como habían estado juntos en el útero, pudieran estar juntos nuevamente en el descanso eterno.

San Benito vaticinó el día de su muerte; 21 de marzo del 547, el último día recibió el Cuerpo y la Sangre del Señor. Fue enterrado junto a santa Escolástica, y hasta el día de hoy los dos hermanos reposan juntos uno frente al otro en la cripta de la iglesia del monasterio de Monte cassino.

El 18 de mayo de 1944, la abadía de Montecasino fue bombardeada por los aliados, especialmente neozelandeses, y quedó reducido a escombros. Milagrosamente, la capilla donde se guardan los restos de Benito y escolástica permanecieron intactas, sin un rasguño.

La Abadía de Montecasino destruida en la Segunda Guerra Mundial
La Abadía de Montecasino destruida en la Segunda Guerra Mundial

San Benito es famoso por su medalla la cual contiene un exorcismo en la parte posterior. Si bien no fue realizada por el santo, está inspirada en su obra. Tampoco se sabe cuándo se acuñó la primera medalla de San Benito. Lo más probable es que la medalla haya ido siendo enriquecida en su simbolismo con el pasar de los años y los siglos. Por ejemplo, en determinado momento fueron colocadas una serie de letras mayúsculas alrededor de la gran figura de la cruz en el reverso. Entretanto, poco a poco se fue perdiendo conocimiento sobre el significado de tales letras, hasta que en 1647 se encontró un manuscrito del 1415 en la abadía de Metten en Baviera, que explicaba su sentido: son las letras iniciales de una oración latina de exorcismo contra Satanás. Dicha devoción fue aprobada en 1742 por el Papa Benedicto XIV para responder a la creciente devoción del Santo por este poderoso símbolo. El Papa concedió a la medalla y al crucifijo en el que estaba incrustada indulgencia plenaria. Hoy, se suele colocar en puertas y ventanas de las viviendas como símbolo de protección.

En ella se puede leer: en la parte superior, Pax: paz. En el palo vertical de la cruz: C.S.S.M.L que significan que la Santa Cruz sea mi luz. En el reverso de la medalla se encuentran los siguientes símbolos e inscripciones: En el palo horizontal: N.D.S.M.D que se traduce como “el demonio no sea mi guía”. Las letras C.S.P.B que se leen a cada uno de los costados de la cruz hacen referencia a la Cruz del Santo Padre Benito. En el círculo, al borde de la medalla y siguiendo las manecillas del reloj, se traduce lo siguiente: V.R.S.: Retrocede Satanás. N.S.M.V: No me satisfacen cosas vanas. S.M.Q.L: Es malo lo que me ofreces. I.V.B: Bebe tú mismo tu veneno.

Anverso y reverso de la medalla de San Benito, que contiene frases esotéricas (Fuente)
Anverso y reverso de la medalla de San Benito, que contiene frases esotéricas (Fuente)

La orden benedictina llegó en 1899 a Victoria, provincia de Entre Ríos fundando la abadía del Niño Dios que es la primera abadía de Latinoamérica y de allí se fueron fundando nuevos monasterios, de los cuales hay 14 en Argentina, entre masculinos y femeninos. También hay otros en Chile, Uruguay y Paraguay; además de las más de 1300 abadías existentes en el resto del mundo.

infobae.com


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