Un estudio señaló que los niños con la condición presentan microbiomas únicos, lo que en un futuro puede mejorar la detección y el tratamiento.
Una nueva investigación ofrece lo que podría convertirse en una forma sorprendente de diagnosticar si un niño tiene autismo: simplemente verificar la composición de su microbioma intestinal.
En un estudio publicado el 8 de julio en la revista Nature Microbiology, los científicos analizaron más de 1,600 muestras de heces de niños de 1 a 13 años y encontraron varios “marcadores” biológicos distintivos en las muestras de niños con autismo.
El hallazgo significa que los rastros únicos de bacterias intestinales, hongos, virus y más podrían convertirse algún día en una herramienta de diagnóstico, dijo Qi Su, autor principal del estudio e investigador de la Universidad China de Hong Kong, al New York Times.
Tal herramienta podría ayudar a los profesionales a diagnosticar el autismo más temprano, proporcionando rápidamente a los niños tratamientos que son más efectivos a edades más jóvenes, agregó. La idea resultó tentadora para algunos expertos.
“Demasiado se deja a los cuestionarios”, dijo Sarkis Mazmanian, investigador del microbioma en el Instituto de Tecnología de California, al Times. “Si podemos llegar a algo que podamos medir, sea lo que sea, eso es una gran mejora”.
Durante décadas, los investigadores han buscado un indicador confiable del autismo, con éxito limitado. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA) ha aprobado dos pruebas de diagnóstico basadas en software de seguimiento ocular, informó el Times.
Más recientemente, algunos investigadores han comenzado a investigar si las heces humanas, que ofrecen una ventana a los billones de hongos, bacterias y virus que viven en los intestinos, podrían ofrecer una nueva forma de diagnosticar el trastorno.
Aun así, el concepto de que el microbioma intestinal podría desempeñar un papel en el desarrollo del autismo sigue siendo controvertido entre los investigadores, dijo Gaspar Taroncher-Oldenburg, microbiólogo que publicó un estudio pionero sobre el tema el año pasado, al Times. Llamó al estudio más reciente un “hito importante” en la aceptación más amplia de esta línea de investigación.
“Hay un cambio de vientos”, dijo. “La gente ahora está aceptando que el microbioma no solo es parte de esto, sino que podría ser una pieza fundamental del rompecabezas.”
En el nuevo estudio, los investigadores identificaron diferencias biológicas importantes entre las heces de niños con autismo y otras muestras. Contrariamente a investigaciones anteriores, los investigadores decidieron mirar otros microorganismos en el intestino además de las bacterias, incluidos hongos, arqueas y virus, así como los procesos metabólicos relacionados.
¿Qué encontraron? Los científicos identificaron 31 firmas biológicas que distinguieron los grupos. Luego, en un nuevo grupo de muestras de heces, verificaron si esos marcadores podían identificar correctamente qué muestras de heces eran de alguien con autismo. Su dijo que el modelo hizo las predicciones correctas casi todo el tiempo.
Pero Mazmanian, que no participó en el nuevo estudio, dijo que quería ver estudios que aclararan exactamente cómo el microbioma estaba relacionado con el autismo y si jugaba un papel significativo en causar el trastorno.
Algunos investigadores también argumentan que esta relación va en sentido contrario: los niños con autismo son más propensos a ser “comedores quisquillosos”, cambiando la composición de su microbioma, informó el Times.
*Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. tienen más información sobre el autismo. / FUENTES: Nature Microbiology, 8 de julio de 2024; The New York Times
*Robin Foster HealthDay Reporters ©The New York Times 2024
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