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Mar. Nov 5th, 2024
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Las ondulantes colinas de Sicilia, antaño un mosaico de cítricos soleados y olivos centenarios, han sido durante mucho tiempo el corazón del emblemático paisaje agrícola italiano. Bajo el cielo cerúleo, los campos de trigo dorado se mecen con la brisa cálida y el aroma de los limoneros en flor llena el aire en primavera.

Sin embargo, esta pintoresca estampa está sufriendo una dramática transformación. A medida que se acelera el cambio climático, las cambiantes pautas meteorológicas están transformando lentamente estos verdes paisajes en algo totalmente inesperado: un paraíso tropical. Ante el aumento de las temperaturas y unas precipitaciones cada vez más impredecibles, algunos agricultores sicilianos están cambiando sus cultivos tradicionales por frutas exóticas como mangos, aguacates, plátanos y papayas, anunciando una nueva era en la agricultura italiana.

Sicilia puede ser la primera región europea que se enfrenta a un clima tropical en expansión, mostrando al resto del continente lo que significa adaptarse a un planeta cambiante.

Un paisaje cambiante

En el corazón de Mesina, ciudad situada en el extremo nororiental de Sicilia, se ha producido un preocupante aumento de la temperatura media de unos dos grados en los últimos 50 años. Allí, un entusiasta agricultor local cuida de su exuberante propiedad, que ahora parece un bosque tropical.

“Antes cultivábamos limones y aceitunas”, recuerda Pietro Coccia; “pero el suelo y el clima han cambiado. Ahora cultivamos mangos, aguacates e incluso papayas”.

En los últimos años, el clima extremo en Italia y en todo el Mediterráneo ha provocado descensos en la producción de aceite de oliva, y las uvas de vino en Sicilia se ven cada vez más perjudicadas por la sequía y los incendios forestales.

Mientras algunos agricultores se orientan hacia nuevos cultivos, los científicos estudian formas de preservar los alimentos básicos actuales. Las universidades locales de Sicilia están probando variedades de cultivos resistentes capaces de soportar condiciones climáticas extremas. Esperan preservar cultivos vitales de trigo y cereales que, de otro modo, sucumbirían al calentamiento climático.

“Hemos probado más de 2000 variedades de trigo en distintas partes de Sicilia, incluidas las antiguas que favorecen la biodiversidad. Este experimento pretende identificar semillas productivas para diversas regiones y adaptables al cambio climático”, explica Paolo Caruso, agrónomo y asesor del departamento de agricultura, alimentación y medio ambiente de la Universidad de Catania.

Los cultivos que se desarrollen para el futuro tendrán que ser capaces de resistir un clima más cálido y seco.

Con la escasez de lluvias y el aumento de las temperaturas, las plantas se marchitan y mueren cada vez más, dejando al descubierto una capa desnuda de suelo que es erosionada por el viento y arrastrada por las lluvias ocasionales. Con el tiempo, los suelos se vuelven menos fértiles, un proceso conocido como desertificación.

Aproximadamente el 70% del territorio de Sicilia corre riesgo de desertificación debido al aumento de las temperaturas, la escasez de agua y la degradación del suelo.

“Es comparable a sufrir quemaduras de tercer grado en el 70% de nuestro cuerpo. Una situación así sería mortal para un ser humano”, explica el profesor Christian Mulder, de la Universidad de Catania (Italia).

Además, los científicos están desarrollando fertilizantes innovadores adaptados a zonas asoladas por la sequía.

“Reciclamos azufre, un importante elemento del suelo que se encuentra en los residuos del refinado del petróleo. Combinándolo con residuos del procesado de cítricos, abundantes en Sicilia, así como con arcilla bentonítica, conseguimos que el suelo absorba [los nutrientes] con eficacia”, afirma Giovanni Calamarà, Director General de SBS Steel Belt Systems.

(Relacionado: Un 75% de la península ibérica se encuentra en riesgo de desertificación)

Cómo el cambio alimentario modifica la cultura

En este contexto, se están produciendo transformaciones culturales a medida que las comunidades rompen con el legado de sus antepasados y se preparan para un futuro incierto.

Francesco Verri cultiva frutas exóticas y ha creado una red de pequeños productores especializados en diversas frutas tropicales menos conocidas. Su visión es crear una nueva marca de frutas exóticas “Made in Sicily” que sensibilice a los consumidores sobre el cambio climático. Además, colabora con chefs para integrar las frutas tropicales en las ricas tradiciones culinarias locales de Sicilia.

Giuseppe Saitta, un reputado chef de Mesina que trabaja en colaboración con Verri, también está ampliando los límites de la experimentación culinaria utilizando frutas exóticas como ingredientes clave en platos tradicionales. En una creación reciente, preparó un pisto con papaya cultivada en la zona y nueces de macadamia procedentes de agricultores cercanos.

“El reto es preservar la esencia de la cocina siciliana y, al mismo tiempo, incorporar los nuevos ingredientes que nos impone el cambio climático”, afirma Saitta.

El cambio climático también está mermando las reservas de agua de la región. La crisis del agua en el lago Pozzillo, al este de Sicilia, está llegando a un punto crítico, ya que la presa registra niveles históricamente bajos. En la actualidad, el embalse contiene menos de seis millones de metros cúbicos de agua, un sorprendente contraste con su capacidad total de aproximadamente 150 000 millones. Para agravar el problema, los escasos recursos hídricos no llegan a los agricultores de la llanura de Catania debido al deterioro de las conducciones.

El impacto de estos cambios va más allá de la agricultura y afecta al tejido social de las comunidades sicilianas.

Catenanuova, una pequeña localidad de la provincia de Enna, ostenta el récord de temperatura más alta jamás registrada en Europa desde finales de la década de 1990, con unos abrasadores 48°C. Sin embargo, este récord fue superado por poco en 2021 en Siracusa, que marcó 48,8ºC.

A medida que las explotaciones agrícolas se vuelven menos viables, la población de este paraíso turístico disminuye, ya que los residentes buscan oportunidades en otros lugares. En medio de las evidentes presiones del cambio climático, Sicilia se enfrenta a una importante despoblación. Desde 2011, la población ha disminuido en más de 200 888 habitantes, un descenso del cuatro por ciento. Entre los factores que contribuyen a ello figuran el envejecimiento de la población y las bajas tasas de natalidad, pero muchos jóvenes se marchan en busca de mejores oportunidades laborales en el norte de Italia y en el extranjero.

“Desde hace 30 años tengo este bar, pero la situación actual es descorazonadora. Las oportunidades de trabajo han caído, y las generaciones más jóvenes huyen, sólo quedan los mayores”, dice Donatella Mirabella, vecina de Catenanuova; “en Catenanuova, donde solíamos tener 5000 residentes, ahora sólo quedan 2000. Parece un lugar desierto”.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

National Geographic
Fuente de esta noticia: https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2024/06/clima-tropical-mediterraneo-agricultura-sicilia-italia

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