Un tema algo recurrente en ciencia política es analizar quiénes están antes y quiénes tienen más influencias, si los partidos o grupos políticos o, en cambio, los caudillos. Naturalmente, el enfoque no es totalmente neutro porque mucho depende de la forma de pensar de quien realiza el análisis. Por ejemplo, un liberal de pura cepa, deslumbrado por la Revolución Francesa, se inclinará por los partidos, y un tradicionalista español, y más precisamente castellano, lo hará con los caudillos.
Tratando de ser lo más objetivo posible, cosa nada fácil, creo que el tema es bastante claro. De la misma forma que no existe piloto de avión sin aeronave, tampoco puede haber partido o agrupamiento político sin su fundador, caudillo o líder, si aceptáramos el anglicismo, aunque estimo que caudillo se adapta mejor a nuestras tradiciones. ¿Es posible pensar en el Partido Colorado o el Partido Blanco, devenido en Nacional, sin estudiar las figuras de Fructuoso Rivera o de Manuel Oribe? ¿O en el batllismo y el herrerismo sin las figuras de Batlle y Ordóñez y el Dr. Herrera, como asimismo en el riverismo sin el Dr. Pedro Manini Ríos? Y así podríamos seguir con ejemplos tales como Nardone y el Ruralismo, Jorge Pacheco Areco, el general Seregni y tantos más. Por supuesto, en algunos casos los partidos o movimientos políticos inaugurados por ellos tienen mayor duración que otros, pero ello depende de los sucesores y no de los fundadores. Resulta obvio también que las circunstancias sociopolíticas también influyen y en ese sentido se ha llegado a decir, por ejemplo, que Napoleón sin la Revolución no hubiera pasado de ser más que un buen oficial de artillería, pero, primero, no lo sabemos porque no ocurrió así y, segundo, todos los seres humanos son hijos de su tiempo, no son atemporales. Por ende y por lo que viene de decirse –aunque necesariamente sucinto– parece bastante evidente que el caudillo prima por sobre la agrupación política.
Y lo mismo ocurre –no podía ser de otra manera– con el senador Manini Ríos y Cabildo Abierto. Sin duda hay muchos dirigentes de valía, que aportan sus conocimientos en sus respectivas áreas, su esfuerzo, etcétera. Pero el núcleo del partido, su Sol, para usar una expresión un tanto poética, su esencia, pertenece al primer senador de Cabildo. Y esto es así en el mundo del Ser y no en el del Deber Ser, que ello lo podría explicar mejor Kelsen.
No perdamos este punto de vista porque en política vivir en el Deber Ser es vivir fuera de la realidad cotidiana.
César Eduardo Fontana
Fuente de esta noticia: https://www.xn--lamaana-7za.uy/opinion/partidos-o-caudillos/
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