El G7 criticó el viernes pasado que el Consejo Nacional Electoral retirase la invitación a la Unión Europea (UE) para participar como observador en las presidenciales del 28 de julio. Esta decisión la tomó el ente comicial una vez Bruselas persistió en el esquema sancionatorio que establece sobre varios funcionarios del Estado venezolano, incluyendo al candidato y presidente Nicolás Maduro. Por el contrario, la participación del Centro Carter ha sido confirmada.
La semana pasada, el candidato opositor Edmundo González, de la Plataforma Unitaria (PU), se negó a firmar un acuerdo propuesto por Maduro a todos los candidatos, para aceptar los resultados electorales.
A pesar de estos ruidos molestos, la campaña electoral se ha desarrollado sin sobretiempos, sin saldos que lamentar y bajo un espíritu de fiesta cívica y democrática que recorre el país y donde participan, sin excepciones, todos los sectores políticos.
En estas semanas que lleva la campaña se han venido cayendo todas las hipótesis de los profetas del desastre, tanto de la oposición como del oficialismo. Por un lado se decía insistentemente que la oposición no iba a ir al evento electoral, que iba a llamar a la abstención y que iba a “patear la mesa”, algo que no ha ocurrido. Por otro lado, se decía que el Gobierno no iba a permitir un candidato de la PU, la principal coalición de partidos opositores, algo que tampoco ha ocurrido.
El candidato opositor Edmundo González, de la Plataforma Unitaria (PU), se negó a firmar un acuerdo propuesto por Maduro a todos los candidatos, para aceptar los resultados electorales.
Los diez candidatos inscritos hacen campaña, sin aspavientos, por calles y pueblos de todo el país. La campaña del liderazgo opositor ha atravesado los feudos del chavismo, sin que haya habido ningún tipo de agresión por parte de estos últimos. De la misma forma, Maduro ha visitado diversas ciudades y pueblos de Venezuela y tampoco ha recibido algún acto de violencia: sus denuncias sobre un probable atentado también han cedido en medio de la efusividad de los actos electorales.
Hablamos entonces, al menos hasta los momentos, de la regularización del conflicto venezolano por vías electorales y pacíficas. De los llamados de invasión extranjera o golpe militar de la oposición se ha pasado más bien hacia un campo democrático de lucha donde los comicios configuran el escenario privilegiado para dirimir las diferencias.
Estrategias de ambos candidatos
Ambos candidatos mantienen una estrategia de captar los votos populares que han sido históricamente los que deciden resultados electorales, por sobre las clases medias y altas. De los votos populares, hay un sector que está siendo disputado con mayor ahínco: ‘Los Ninis’.
‘Los Ninis’ son sectores que no se consideran ni chavistas ni opositores y que han venido creciendo en la medida que se instala el hastío hacia la polarización agónica que ha vivido el país los últimos años.
En rueda de prensa, el vicepresidente del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, se refirió a estos potenciales electores pidiéndoles que no se vayan con la derecha sino que se adhieran a la causa socialista.
Otro de los sectores que están en pugna han sido los jóvenes. Tanto la maquinaria opositora como la oficialista han realizado sendos eventos con jóvenes tanto de los partidos como independientes, buscando captar a ese sector poblacional que, de haber un resultado cerrado, podría ser decisivo.
Maduro ha lanzado una refrescante campaña de redes que busca captar el voto joven: en una reunión televisada con su comando de campaña, ha dicho: “La nueva generación no ve televisión, tenemos que innovar”.
Dicha innovación ha producido importantes variaciones en su estética y en su discurso. Su estética es más juvenil y a la moda, mientras que su discurso es mucho más moderado y menos radical. Le importan mucho más ahora las clases medias, donde el chavismo básicamente nunca ha podido penetrar.
Los otros ocho candidatos no terminan de cuajar y las mayorías se han ido adhiriendo a las dos principales candidaturas.
Por el contrario, la oposición se está enfilando más hacia los sectores populares, hacia los sectores más marginalizados, en los pueblos más recónditos, donde hay mayor problema de servicios públicos a diferencia de Caracas.
Digamos que en esta campaña puede advertirse un cambio de targets. La oposición, que antes hacía sus manifestaciones en la parte del este de Caracas, en la zona rosa, donde viven las clases medias y altas, ahora se ha desperdigado por todo el país buscando el voto popular, mientras que el chavismo se va acomodando en una estética clase media, más refinada, buscando captar esos votos.
Las recientes encuestas, tanto las cercanas a la oposición como al oficialismo, reflejan que en este proceso electoral podría repetirse el ambiente polarizado de las campañas anteriores, en tanto los otros ocho candidatos no terminan de cuajar y las mayorías se han ido adhiriendo a las dos principales candidaturas.
Así las cosas, las alamedas parecen abiertas para el gran Día D en Venezuela, el 28 de julio, donde diez candidatos apuestan por un triunfo.
Sin embargo, el día 29 luce aún más interesante: ¿cómo se comportará el vencedor y cómo se comportará el vencido? Es algo que definirá el clima político de los próximos años. Estaremos atentos.
actualidad.rt.com
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