La madre asoma siempre fiel a sus ideales. Con su estandarte de paz y de amor, nos guía y nos enseña constantemente, en especial a sus pares masculinos. Difícilmente dejaremos de asombrarnos ante el misterio físico y espiritual más grande de todos; ese grandioso milagro natural que contiene y protege a la vida misma en sus propias entrañas, y que después, sin egoismo, sino como el acto más puro de amor, se desprende de dicha vida que con tanto fervor cuidó en su interior para permitir el nacimiento de un nuevo ser de la luz.
Jamás pierde de vista sus objetivos y los defiende a capa y espada, puñal o lanza, arco y flecha, para vencer cualquier obstáculo; al mismo tiempo en que, con ternura y gentileza, extiende con la otra mano sus lazos inagotables de amor, fe y esperanza, para todos quienes la rodean.
El 27 de mayo, Día de la Madre, en testimonio a la labor guerrera de las heroínas de la Coronilla en Cochabamba, retomamos la idea que nos retrotrae en este preciso tiempo y espacio, para recordar que jamás debemos olvidar su valiosa misión.
Dar gracias no basta. Somos herederos de una historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la madre, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a la esclavitud. Esto le ha impedido ser ella misma, y ha empobrecido a la humanidad entera de auténticas riquezas espirituales.
El alma en todos nosotros, hombres y mujeres, es femenina y el espíritu en nosotros es masculino. De modo que, si tienes un cuerpo masculino, eres 60% masculino y 40% femenino. Si tienes un cuerpo femenino, eres 60% femenino y 40% masculino.
Los grandes avatares de todas las eras han estado con nosotros. Han venido para darnos el entendimiento del equilibrio de que las dos energías deben manifestarse en nosotros. Nos esforzamos para obtener la manifestación de esta igualdad compartida en la Tierra del hombre y la mujer.
Se debe establecer la reposición de la madre a su legítimo lugar. Pero debemos recordar que el lugar que le corresponde a la mujer significa el legítimo lugar del alma en todos nosotros: se debe liberar al alma misma.
Las madres hoy en día, imponen a que el alma de cada uno de los hijos, esposos, entrevere el derecho de ser, ante todo, los discípulos de la palabra viva, cumpliendo con el propio potencial femenino interno del ser.
Más allá de recordar todos los momentos dolorosos y tristes por los que, a causa de la ignorancia del hombre, han tenido que pasar las mamás en su rol de mujeres a través de los años, no existe mejor reconocimiento que abrir mente y corazón para reverenciarlas hoy y siempre por su valor intrínseco.
Toda la verdad de la creación divina está en ella, como es también el germen de la vida y la muerte. De ella depende la existencia del hombre, pues es el socorro de sus faenas. Ella nos parió sumida en el sufrimiento. Ella vigila nuestro crecimiento. Hasta su propia muerte le ocasionáis tribulaciones. Es amiga, único apoyo en la Tierra. Amemos a nuestras esposas, madres, nietas; mañana ellas serán madres y después las madres de la raza humana. Su amor ennoblece al hombre, alivia el corazón amargado y doma a la bestia. Esposa y madre son tesoros invalorables. Ellas son los adornos del universo. De ellas nacerán todos los habitantes del universo.
Así como la luz se separó de la oscuridad, así la mujer posee la cualidad divina de separar en el hombre las buenas intenciones de las malas acciones. Nuestros pensamientos más nobles deben pertenecer a las mujeres. Imbuíos en ese templo de fuerza moral, la que debemos poseer para ayudar a los seres queridos. No la humillemos, pues nos humillaremos a nosotros mismos y perderemos el sentimiento del amor, sin el que nada existe sobre la Tierra. Protejamos a las esposas para que ellas puedan protegernos. Todo lo que hagamos por la esposa, por la madre, por una viuda o por cualquier mujer en apuros, lo haremos por nuestro espíritu.
Nuestra Madre es Divina; está con nosotros y dentro de nosotros y se manifiesta universalmente en el Cosmos Material. Es la gran Luz que está dentro de todos nosotros. Cuando hablamos de la mujer, nos referimos al potencial femenino del ser.
Por el hecho mismo de ser mujer, destacamos a la madre, y ponemos de relieve la intuición propia de su ser que enriquece la comprensión del mundo y contribuye a la plena verdad de las relaciones humanas. No existen palabras lo suficientemente hermosas ni elocuentes para
expresar nuestros sentimientos para el Día de la Madre. Jamás entenderemos con exactitud todo lo que significa ser madre, menos lo que implica ser portadora de la vida y guardián de la auténtica naturaleza humana.
Es escritor y consultor
por: Julio Ríos Calderón
La Voz de Tarija
Fuente de esta noticia: https://lavozdetarija.com/2024/05/27/a-mama-en-su-dia/
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