El Hotel Castello cercano a Bologna fue el lugar elegido por el tricampeón mundial para descansar para sus carreras en Imola. Por qué luce casi igual luego de 30 años. El sitio se convirtió en lugar de culto para los fanáticos.
Lejos de las grandes cadenas hoteleras que sirven de descanso para los pilotos de la Fórmula 1 en su periplo por el mundo, Ayrton Senna eligió el Hotel Castello, ubicado en la zona de Bologna, a 14 kilómetros del Autódromo Dino y Enzo Ferrari, cada vez que le tocó competir en Imola, donde el 1 de mayo de 1994 el ídolo perdió la vida en un accidente con su Williams-Renault FW 16. Se trata de un cuatro estrellas que se convirtió en un lugar de culto para los fanáticos, a 30 años del trágico accidente del recordado tricampeón. Esa habitación en la que el astro descansó su última noche hoy se puede visitar y es una suite que lleva el nombre del brasileño.
No hay lujos, pero hay mística en una zona de muy fuerte influencia en el automovilismo italiano y en el que Senna se sentía muy cómodo con las típicas pastas que distinguen a los platos locales. Al nacido en San Pablo el 21 de marzo de 1960 le encantaban y cada vez que visitó el Castello hizo de las suyas. El trato entre los responsables del hotel y los empleados era muy ameno con campeón mundial de 1988, 1990 y 1991, todos con McLaren.
Aquella habitación 200 hoy se llama “Suite Ayrton Senna” y está a disposición del público. En la misma está una célebre frase del brasileño en una de las paredes: “Cuando pienso que llegué a mi límite, me parece que tengo la fuerza para ir más allá”. Está frente a la cama y el lugar goza de una inmensa tranquilidad en medio de las tradicionales campiñas.
Otra de sus citas más conocidas y que figura en el hotel es “si una persona ya no tiene sueños, ya no tiene una razón para vivir. Soñar es necesario, aunque en el sueño deba vislumbrarse la realidad. Para mí es uno de los principios de la vida”. Un fiel testimonio de la filosofía del corredor que disputó 161 Grandes Premios de F1, ganó 41, marcó 65 poles positions, logró 80 podios y 19 récords de vueltas.
El Hotel Castello ganó una mística especial desde aquel fatídico fin de semana que primero se cobró la vida de Roland Ratzenberger. Senna fue el único piloto que se acercó al lugar del fatal choque del Simtek del austriaco. Regresó al hotel y su mal presagio fue tomando forma. Desde allí habló por teléfono con su última pareja, Adriene Galisteu, y fue una llamada premonitoria del triste descenlace.
Desde entonces, el hotel se convirtió en un visita obligada para los amantes del automovilismo. “En el Hotel Castello encontrará un rincón dedicado a Ayrton Senna donde podrá admirar algunos recuerdos regalados a la familia de los propietarios. Incluyendo un modelo a escala de McLaren Honda obsequiado por el propio Ayrton a los hijos del dueño del Hotel Castello”, cuenta en su sitio oficial el lugar, que además afirma contar con “uno de los 11 cascos auténticos creados en Brasil y donados al Hotel Castello, varias prendas de vestir donadas por el Team McLaren y múltiples objetos donados por fanáticos y personas que aman la historia del famoso campeón Ayrton Senna”.
¿Cuánto cuesta una noche en la Suite Ayrton Senna? Infobae se contactó con el hotel y, por ejemplo, para el 10 de mayo, la respuesta fue 349 euros (373 dólares). Son incesantes las visitas al hotel de los fanáticos de la F1 y del automovilismo, al punto que dicha suite suele ser la más requerida para pasar un momento mágico e inolvidable. También tiene mucha nostalgia.
En un artículo de Daily Mail publicado el pasado 26 de abril y escrito por Oliver Holt, el periodista que visitó recientemente el lugar describió que “no hay nada que sugiera, desde fuera, que haya algo diferente en la habitación 200 del Hotel Castello en las afueras de la bonita y pequeña ciudad balneario de Castel San Pietro Terme, a pocos kilómetros de Bologna”.
“La puerta del dormitorio es tan sencilla y corriente como cualquier otra puerta del modesto hotel. Sus ventanas no tienen vistas dignas de mención, porque no hay mucho que ver aquí en las afueras de la ciudad”, agregó.
Los detalles descriptos por Holt dan lugar a un viaje en el tiempo en el que todo parece haberse detenido por tres décadas: “Pero en el interior, el conjunto de tres habitaciones se ha conservado (con la adición de un televisor de pantalla plana) tal como estaba cuando Ayrton Senna, el hombre que muchos todavía creen que es el mejor piloto de carreras de todos los tiempos, salió por esa puerta en el mañana del 1 de mayo de 1994 y nunca regresó”.
“La decoración en blanco liso es la misma, el armario con acabado lacado en marrón claro y sus cinco cajones bajos es el mismo, el friso japonés encima de la cama, con cuatro paneles con escenas de la luna y las montañas y un árbol larguirucho colgado de las laderas , también es lo mismo”, apuntó.
“La camilla de masajes de la habitación contigua todavía está allí. Incluso el baño, una especie de mini-jacuzzi, se ha mantenido tal y como estaba cuando Senna partió esa mañana para realizar el corto trayecto hasta el Autodromo Enzo e Dino Ferrari de Imola, donde saldría con la 65ª pole position de su ilustre carrera para el Gran Premio de San Marino”, subrayó.
“También hay otra diferencia además del televisor de pantalla plana. Algunas palabras, pronunciadas por Senna, están escritas en la pared con letras ornamentadas en el vestíbulo de entrada de la suite. Son lo primero que ves cuando cruzas la puerta”, destacó.
Luego de esa última noche, Senna se dirigió a Imola, donde lideró la carrera hasta que en la séptima vuelta por la rotura de la columna de dirección su auto siguió de largo en la curva Tamburello y a 235 km/h impactó contra el muro. Ese choque fue letal, sumado al golpe de la rueda delantera derecha en el casco que le causó la fractura del cráneo. Fue trasladado al hospital de Bologna, cerca de su querido hotel y allí partió para siempre.
La habitación 200 del Hotel Castello, hoy llamada Suite Ayrton Senna, es un viaje en el tiempo con fuerte impronta emotiva y en especial para quienes son amantes del automovilismo. Lo mágico es que hoy se puede ver casi igual como estaba hace 30 años, cuando la Fórmula 1 y el automovilismo perdieron a uno de sus máximos ídolos.
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