En las playas de la costa atlántica de Estados Unidos, desde Maine hasta el golfo de México, miles de conchas de color marrón oscuro cubren la arena. Acaba de comenzar la época de desove, y enjambres de cangrejos herradura salpican la zona intermareal para poner sus huevos, un fenómeno infalible y antiguo que se remonta a millones de años. Los cangrejos herradura dominaron los mares ya en el Ordovícico, una época geológica que tuvo lugar hace entre 488 y 443 millones de años.
Llamamos “fósiles vivientes” a algunos organismos como los cangrejos herradura que descienden de linajes antiguos y tienen un aspecto casi idéntico al de sus antepasados fosilizados de hace cientos de millones de años.
Sin embargo, el término “fósil viviente” es imperfecto: la definición de estas especies varía entre científicos y paleontólogos. Aunque los fósiles vivientes parecen idénticos a sus antepasados, su ADN ha cambiado y ha pasado por múltiples ciclos evolutivos.
Los fósiles vivientes también son escasos, a menudo los últimos de su especie, sin parientes cercanos vivos en la actualidad, y tienden a prosperar en entornos marinos porque es más fácil eludir los episodios de extinción en las profundidades del océano.
El misterio de por qué algunas especies se han mantenido a lo largo de la historia evolutiva y por qué otras se han extinguido puede reducirse al azar.
1. Cangrejo herradura
Este artrópodo primordial con forma de casco se desplazó por los fondos arenosos de los océanos ya en el Paleozoico (hace 540-248 millones de años), compartiendo los mares con iconos de la prehistoria desaparecidos hace mucho tiempo como los trilobites, una criatura con caparazón duro y aspecto de insecto, y Orthoceras, un extraño cefalópodo de caparazón cónico.
A pesar de su nombre, los cangrejos herradura no son en realidad cangrejos. Son artrópodos, y comparten más similitudes con arañas y escorpiones. Esquivaron múltiples extinciones masivas y glaciaciones, y florecieron cuando muchos de sus congéneres marinos fueron aniquilados. Su supervivencia se debe a su tolerancia a las condiciones ambientales. Pueden sobrevivir en aguas saladas o dulces con poco oxígeno.
Hoy, hileras de cangrejos herradura vivos están conectadas a laboratorios biomédicos, y su sangre se drena en contenedores. La sangre azul cobriza del cangrejo herradura es muy codiciada y se utiliza para probar vacunas y fármacos.
2. Tuátara
Endémica de algunas islas de Nueva Zelanda, la tuátara solía vagar libremente por el supercontinente Gondwana. De aspecto inusual, con un tercer ojo en medio de la cabeza y dos filas de dientes en la parte superior, la tuátara (Sphenodon) se asemeja a un lagarto. Sin embargo, la tuátara no es un lagarto, sino la última especie superviviente de un orden arcaico de reptiles llamado Rhynchocephalia, perteneciente al grupo Sphenodontia o esfenodontos.
El linaje de los Sphenodontia se remonta al menos 230 millones de años. Anteriormente, todos los fósiles de los reptiles pertenecientes a Sphenodontia estaban fragmentados y consistían en mandíbulas y dientes aislados. Estos fragmentos proporcionaban una imagen insuficiente de los orígenes de la tuátara actual hasta 2022, cuando los científicos descubrieron un fósil casi completo de Navajosphenodon sani o N. Sani, un antepasado del Sphenodon extremadamente antiguo.
Con un esqueleto y estructuras mandibulares casi totalmente articuladas, el descubrimiento sugiere que las características físicas de la tuátara actual no han cambiado en gran medida desde hace 190 millones de años.
3. Nautilo
Los nautilos (Nautilus), moluscos marinos casi míticos caracterizados por su concha multicameral y su mirada aguzada, flotan en el crepúsculo de tinta de las profundidades pelágicas.
Los humanos no pueden llegar a esta zona debido a la presión imposiblemente alta de las profundidades marinas, por lo que la comunidad científica confía en las trampas para cangrejos para sacarlos a la superficie. Con sólo un pequeño recorte de concha y un trozo de carne de tentáculo, los científicos pueden reconstruir algunos aspectos de la vida del nautilo, desde dónde vivía hasta qué consumía.
Aparecieron en el registro fósil hace 500 millones de años en el Cámbrico Superior, utilizan señales químicas para detectar sus principales fuentes de alimento, como peces y crustáceos, y poseen un tubo conectivo llamado sifúnculo que controla su flotabilidad mediante el sifonado de agua a través de sus cámaras de gas internas.
“Los nautilos pueden vivir casi sin oxígeno. Pueden pasar semanas sin comer. Tienen un caparazón muy duro y es muy difícil romperlos o matarlos. Son como Behemots blindados del fondo”, dice Peter Ward, paleontólogo de la Universidad de Washington (Estados Unidos).
“También son excelentes encontrando comida muerta”, continúa Ward. “Son carroñeros por obligación. No tienen visión y se mantienen alejados de la luz”.
A pesar de que los nautilos han soportado 500 millones de años de vida en la Tierra, su belleza en espiral pone en peligro a las poblaciones actuales, que los encuentran en mesas de café, colecciones personales o joyerías. Varias poblaciones de Filipinas están en declive.
Desde 2018, el nautilo figura en la lista de especies amenazadas de la Ley de Especies en Peligro de Estados Unidos.
4. Celacanto
Los celacantos son peces esquivos que viven en las profundidades. Son físicamente robustos, con ocho poderosas aletas en forma de extremidades y una aleta caudal trilobulada. Los celacantos aparecen en los registros fósiles desde el Devónico temprano hasta el Cretácico tardío, y desaparecieron junto con los dinosaurios durante su extinción masiva.
Sin embargo, para sorpresa de todo el mundo, el “celacanto fue dragado en la década de 1930 frente a las costas de Sudáfrica, y conocido como fósil antes de ser descubierto vivo”, afirma Scott Lidgard, conservador emérito de invertebrados fósiles del Museo Field. “A partir de la década de 1990, los genetistas moleculares empezaron a examinar las dos especies de celacantos vivos, y acabaron descubriendo que hay partes del genoma que parecen evolucionar rápidamente”.
Sin embargo, a pesar de esta evolución, el pez vivo y su antepasado fósil tienen una forma exterior similar.
Los celacantos pueden ser fundamentales para entender cómo los peces evolucionaron hasta convertirse en criaturas de cuatro patas.
5. El árbol Ginkgo
La memoria del Ginkgo biloba, o simplemente ginkgo,es dilatada y se remonta a la era Pérmica, hace 270 millones de años. Este árbol de hojas en abanico ha crecido junto a helechos y cícadas primitivos, ha dado sombra a los dinosaurios, ha inspirado a poetas de la dinastía Song y ha sobrevivido a la bomba atómica de 1945 en Hiroshima.
Los ginkgos se clasifican como gimnospermas, lo que significa que tienen semillas expuestas. El ginkgo, la última especie superviviente de la familia de los ginkgoales, crecía antaño en casi todos los continentes, hasta que la inestabilidad climática provocada por las glaciaciones del Pleistoceno redujo enormemente su área de distribución. Aunque desapareció del registro fósil en otras regiones, unas pocas poblaciones rezagadas se mantuvieron en el este y el centro-sur de China.
Aunque la intervención humana ha contribuido a la extinción de muchas especies, el ginkgo evitó su desaparición gracias a los antiguos cultivos chinos.
El ginkgo era apreciado por sus nueces comestibles, y “la referencia histórica más antigua al ginkgo es un famoso intercambio de poemas escrito durante la dinastía Song en el siglo XI”, según un artículo del fitólogo Peter Crane.
Tanto en la historia humana como en la ecológica, el árbol de Ginkgo ha sido un elemento fijo. Hoy, el Ginkgo biloba crece con tranquila determinación en calles y templos de todo el mundo.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
National Geographic
Fuente de esta noticia: https://www.nationalgeographic.es/animales/2024/03/fosiles-muy-vivos-habitan-tierra
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