Eran pequeños, blancos y esponjosos. Durante miles de años fueron apreciados por su lana única, como si fueran ovejas, y respetados como si fueran humanos. Luego, en cuestión de décadas, desaparecieron.
El perro lanudo de la costa de Salish (Canadá) fue una vez un elemento fijo en las comunidades de lo que hoy se conoce como el noroeste del Pacífico. Con orejas puntiagudas y cola respingona, el can se parecía un poco al samoyedo moderno. Y ahora, la reciente secuenciación genómica se hace eco de lo que muchos miembros de las naciones indígenas que rodean el mar de Salish siempre han dicho: que sus antepasados criaron cuidadosamente al perro durante muchas generaciones (mucho antes de la llegada de los perros domésticos europeos), esquilando su espeso pelo y tejiéndolo en mantas impregnadas de significado cultural y espiritual.
“Quien se la ponía quedaba envuelto por el poder de la oración”, afirma Michael Pavel, guardián de los conocimientos tradicionales skokomish/twana y uno de los coautores del estudio.
Pero a finales del siglo XIX y principios del XX, la combinación de enfermedades introducidas, asimilación forzosa y otras políticas coloniales culturalmente opresivas devastaron a los cuidadores de los perros y, como resultado, condujeron a la extinción de sus venerados compañeros, dicen los ancianos.
“El perro se criaba específicamente para estas mantas, pero se convirtió en una víctima de la época colonial”, afirma Steven Point, gran jefe de la nación stó:lō, rector de la Universidad de Columbia Británica y ex vicegobernador de Columbia Británica (Canadá).
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Tirando del hilo histórico del vellón de Mutton
Point dio permiso a los investigadores de la Smithsonian Institution estadounidense para analizar el vellón de Mutton, un perro lanudo que se cree que se crió en territorio stó:lō. El naturalista y etnógrafo británico George Gibbs cuidó de Mutton durante el Estudio de los Límites del Noroeste a finales de la década de 1850, y después de que el perro enfermara y muriera en 1859, Gibbs donó su piel al Smithsonian. Pero no fue hasta que la bióloga molecular evolutiva Audrey Lin vio una foto de la piel de Mutton en un artículo de la revista Hakai de 2021 que alguien del Smithsonian se propuso analizar el espécimen para conocer su historia.
“La naturaleza del muestreo genético o del análisis genético es destructiva, así que queríamos saber si las comunidades estarían de acuerdo con este tipo de investigación”, dice Lin, que en aquel momento era investigadora postdoctoral en el Museo Nacional de Historia Nacional del Smithsonian.
Cuando Point se enteró de la existencia de la piel y del proyecto, quedó extasiado. Su madre le había contado historias de su abuela sobre perros lanudos, pero nadie que viviera hoy en día había visto uno. “Descubrir que alguien tenía uno fue como encontrar un Rembrandt antiguo en alguna parte”, dice; “es confirmar las historias que siempre hemos contado. Confirma parte de nuestra historia”.
Los resultados del análisis genético que se publicó en la revista Science en diciembre de 2023 en un estudio que combina la investigación científica occidental, los conocimientos tradicionales y los registros históricos.
La importancia cultural de estos “pequeños seres”
Aunque algunos estudiosos de principios del siglo XX especularon con la posibilidad de que los perros lanudos procedieran de Japón u otra parte del mundo, el estudio refuta esas afirmaciones. El ADN de Mutton indica que los perros lanudos se desviaron genéticamente de otros cánidos hace unos 5000 años. Esto coincide con la edad aproximada de los presuntos restos de perro lanudo hallados en yacimientos arqueológicos del noroeste del Pacífico, según un estudio de 2020.
Incluso Mutton, que vivió después de la llegada de los primeros colonos europeos a la zona, sólo tenía un 16% de ascendencia europea, según la investigación, lo que sugiere que las tribus hicieron todo lo posible para evitar que su raza única de perro se mezclara con otras.
Debra Sparrow, maestra tejedora de la nación Musqueam y coautora del estudio, conoció los perros lanudos por su abuelo. Una vez la llevó a ver la isla de Poplar, en el río Fraser. “Señaló con el dedo y dijo: ‘Ahí es donde guardaban los perros lanudos para este pueblo”, recuerda.
Además de en islas, es posible que algunas comunidades los alojaran en corrales o los guardaran en sus casas comunarles. En un cuadro de Paul Kane de 1856, una mujer teje una manta en el interior mientras una pequeña criatura blanca se sienta a su lado.
Sparrow dice que su abuelo recordaba que de niño jugaba bajo un telar mientras las mujeres de su familia tejían. Sus mantas estaban hechas de lana de perro, lana de cabra montés y fibras de ortiga, y las mujeres aplicaban un polvo de roca, conocido hoy como tierra de diatomeas, para ahuyentar a los insectos y conservar las mantas para las ceremonias.
Mientras su abuelo explicaba los pasos de este proceso de tejido, dice, mencionó que solían obtener la lana de pequeñas criaturas parecidas a zorros que mantenían en corrales. No se parecían a otros perros, decía.
El análisis de la piel de Mutton identificó 28 genes relacionados con la regeneración del pelo y los folículos, entre ellos algunos vinculados al pelo rizado en ratones, ratas y algunos perros, así como al pelo lanudo en algunos humanos, lo que permite comprender por qué su pelo era tan grueso y valioso para tejer. Según Logan Kistler, antropólogo del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian que ha colaborado en el estudio, esta gran colección de genes refleja también la intensidad y el considerable periodo de tiempo durante el cual el pueblo de la costa Salish crió selectivamente a los perros. “La cultura realmente dio forma al perro”, afirma Kistler.
Aunque entiende por qué se usa el término, Sparrow se eriza cuando oye llamarlos “perros”. No es así como su abuelo se habría referido a ellos.
“Él decía: ‘No es un perro'”, recuerda; “era un pequeño ser salvaje domesticado que todos los pueblos tenían porque necesitábamos el pelo, así que era un regalo para nosotros”.
Los skokomish los consideraban al mismo nivel que a las personas, según Pavel. Construyeron aldeas, no corrales, para ellos. “Nos fijábamos en cómo cuidaban de sí mismos y de sus hijos, de sus familias”, dice; “los veíamos como sociedades”.
¿Cuándo desapareció el perro lanudo de Salish?
El estudio no señala con exactitud cuándo se extinguieron los perros lanudos o comenzó su declive, pero los conocimientos tradicionales incorporados al estudio contrarrestan la persistente narrativa no nativa: que los habitantes de la costa de Salish abandonaron su tradición tejedora (y por tanto sus perros lanudos) por decisión propia, con la llegada de las mantas británicas y estadounidenses fabricadas a máquina en el siglo XIX.
Las mantas manufacturadas eran populares, dice Point, pero “no sé si se podría trazar estrictamente una línea entre la desaparición del perro lanudo y la introducción de las mantas de la bahía de Hudson. Creo que eso es demasiado simplista”.
Según cuentan, las familias se dedicaban a los perros. No tiene sentido que de repente se volvieran indiferentes a ellos cuando llegaron las mantas manufacturadas, afirma la coautora Senaqwila Wyss, comisaria de una exposición sobre perros lanudos en el Museo de North Vancouver. Durante una emergencia, por ejemplo, las mujeres sólo recogían a sus hijos y a sus perros lanudos, según relatos de ancianos squamish que Wyss encontró.
En cambio, el declive de la población y los esfuerzos por erradicar la cultura de la costa de Salish desempeñaron un papel importante, según el estudio. La viruela y otras enfermedades mataron a veces hasta el 90% de una comunidad. Los internados de Canadá y Estados Unidos trataron de borrar la identidad y la historia indígenas, mientras que la Ley Indígena de Canadá privó de derechos básicos a las mujeres que podían transmitir sus conocimientos sobre el tejido y los perros lanudos. En algunas zonas, las fuerzas del orden y los agentes gubernamentales confiscaron u ordenaron matar a los perros como parte del esfuerzo por destruir su cultura, según las historias orales relatadas por varios coautores del estudio.
Según el estudio, los animales no podrían sobrevivir sin sus cuidadores o sin la preservación de su cultura. “No renunciamos al perro lanudo en beneficio de algo más fácil de adquirir”, afirma Pavel; “nos lo arrebataron”.
La otra vida del perro lanudo
Hace poco, una familia de la Columbia Británica se dio cuenta de que su perro fallecido se parecía a las representaciones de los perros lanudos de Coast Salish. Como no se conoce del todo la naturaleza de su desaparición, es posible que algunas comunidades aisladas tengan perros con una pequeña proporción de genes de perro lanudo. “Pero no son como los perros lanudos”, afirma Lin.
En cambio, dice Pavel, el legado del perro lanudo está en sus enseñanzas de “amor incondicional, de lealtad y celo por la vida”. Se han convertido en un emblema de la tribu indigena skokomish, y aparecen en cestas y en el logotipo de la tribu.
Sparrow se ha inspirado en ellos. Está creando una manta tradicional siguiendo el proceso que le enseñó su abuelo. Aunque tendrá que sustituir el pelo de perro por lana de oveja, sabe que está honrando a sus antepasados y parientes. Pero también hay una lección epistemológica que aprender del estudio del perro lanudo.
Aunque Sparrow expresa su gratitud por la colaboración con los científicos, afirma que las naciones de la costa de Salish no necesitaban el ADN para corroborar lo que ya sabían: “Siempre tenemos que demostrar nuestra existencia, demostrar nuestra inteligencia, demostrar quiénes somos al mundo”.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
National Geographic
Fuente de esta noticia: https://www.nationalgeographic.es/animales/2024/03/que-paso-con-los-perros-oveja-lanudos-de-la-costa-de-salish-las-pruebas-de-adn-ofrecen-algunas-pistas
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