Para definir lo que significó 1982 en la vida de los amantes del cine basta enumerar una docena de películas: “E.T.”, “Blade Runner”, “Reto al destino”, “Missing”, “The Wall”, “La decisión de Sophie”, “Fitzcarraldo”, “Ghandi”, “Rambo”, “48 horas”, “Plata dulce” y “Últimos días de la víctima”.
Hace exactamente cuatro décadas el cine disfrutaba de uno de los mejores años de una historia que por entonces estaba por cumplir su primer siglo de existencia (el centenario se celebró en 1995). Mucho se ha escrito en los últimos días sobre el 40° aniversario de los estrenos de “E.T. El extraterrestre”, de Steven Spielberg (primero en el marco del prestigioso Festival de Cannes y el 11 de junio en las salas de los Estados Unidos); “Blade Runner”, de Ridley Scott (25 de junio) y “El enigma de otro mundo” (“La cosa”), de John Carpenter (también el 25 de junio), pero si uno va un poco más allá y analiza la lista de lanzamientos de 1982 se encontrará con una cantidad, calidad y variedad que resulta asombrosa.
El cine de la década de 1980 nunca ha gozado de demasiado prestigio crítico. Luego de los para muchos gloriosos años ’70, con films como las dos primeras entregas de “El Padrino”, “Barrio Chino”, “Tiburón”, “Carrie”, “Novecento”, “Taxi Driver”, “Annie Hall: Dos extraños amantes” y “Manhattan”, “La guerra de las galaxias”, “El francotirador”, “Alien, el octavo pasajero”, “La naranja mecánica” y “Apocalipsis Now”, los ’80 quedaron minimizados como algo más bien superfluo, efímero y conservador. Sin embargo, con solo repasar algunos de los títulos estrenados en 1982 esa afirmación que suele repetirse como si fuese una verdad incuestionable podría tambalear.
Dentro del cine fantástico y de terror se estrenaron en aquella temporada desde “Poltergeist”, de Tobe Hopper, con guion y producción del ascendente Spielberg, hasta “La marca de la pantera”, de Paul Schrader, con Nastassja Kinski y Malcolm McDowell, pasando por “El cristal encantado”, de Frank Oz y Jim Henson. Un maestro del horror como George A. Romero se asoció con Stephen King para los cinco cortos que integraron “Creepshow: El festín del terror”, mientras que el humor negro también se hizo presente en “Comiéndose a Raúl”, de y con Paul Bartel; y Carl Reiner dirigió a Steve Martin en un homenaje al film noir como “Cliente muerto no paga”.
Pero 1982 fue también el año de las comedias juveniles: desde la picaresca de “Porky’s”, de Bob Clark; hasta “Picardías estudiantiles” (“Fast Times at Ridgemnont Hight”), de Amy Heckerling y guion de Cameron Crowe, con unos por entonces jovencísimos Sean Penn, Jennifer Jason Leigh, Eric Stoltz, Nicolas Cage, Judge Reinhold, Anthony Edwards y Phoebe Cates. Heckerling fue una de las tantas directoras que por entonces comenzaron a incursionar sobre todo en comedias junto a Susan Seidelman, Martha Coolidge, Penny Marshall, Penelope Spheeris y Lizzie Borden.
El riesgo y el desenfado sexual aplicados a películas de ambiciones populares generaron inmensos éxitos como “Toosie”, de Sydney Pollack, con Dustin Hoffman y Jessica Lange; y “Victor/Victoria”, de Blake Edwards, con Julie Andrews. Por el lado del humor en sus más diversas variantes, también tuvieron su impacto desde “Su juguete preferido”, de Richard Donner, con Richard Pryor, Jackie Gleason y Ned Beatty; hasta la algo más trágica “El mundo según Garp”, de George Roy Hill, con Robin Williams y basada en la novela de John Irving.
Aunque bastante incomprendido en aquel momento, Martin Scorsese presentó “El rey de la comedia”, de Martin Scorsese, con Robert DeNiro y Jerry Lewis; Barry Levinson hizo lo propio con “Diner: Bromas de solteros”, con Steve Guttenberg, Mickey Rourke, Kevin Bacon y Daniel Stern; mientras que Norman Jewison lanzó “Amigos íntimos”, con Burt Reynolds y Goldie Hawn.
Una de las películas de 1982 más aclamadas por varias generaciones de cinéfilos es “48 horas”, film de Walter Hill con Nick Nolte y Eddie Murphy que de se convirtió en paradigma de un subgénero denominado como buddy-movie, con dos protagonistas opuestos entre sí que terminan uniendo fuerzas para sortear múltiples peligros. Y -aunque con bastante menos apoyo de la crítica- también tuvieron estrenos ese año estrellas de acción como Arnold Schwarzenegger (“Conan, el bárbaro”) y Sylvester Stallone por partida doble: tanto con “Rambo” como con “Rocky III”.
En 1982 Clint Eastwood tuvo dos lanzamientos en su doble faceta de director y protagonista (“Firefox” y “El guerrero solitario”), al igual que el alemán Wim Wenders (“Investigación en el Barrio Chino” y “El estado de las cosas”), mientras que el siempre prolífico Woody Allen presentaba “Comedia sexual de una noche de verano”, que él mismo encabezó junto a Mia Farrow.
Ese año también regaló un gran éxito romántico (“Reto al destino”, de Taylor Hackford; con Richard Gere y Debra Winger), un musical contestatario (“Pink Floyd: The Wall”, de Alan Parker); varias biopics (“Frances”, con una extraordinaria Jessica Lange.como la actriz Frances Farmer; y “Gandhi”, film de Richard Attenborough con Ben Kingsley como el mítico líder pacifista que pocos meses después terminaría ganando nada menos que ocho premios Oscar); y cine político (“Desaparecido: Missing”, de Costa-Gavras, con Jack Lemmon, Sissy Spacek y la dictadura chilena de fondo). Entre los dramas adultos también hay que destacar a “La decisión de Sophie”, de Alan J. Pakula, con Meryl Streep y Kevin Kline; “El año que vivimos el peligro”, de Peter Weir, con Mel Gibson y Sigourney Weaver; y “Será justicia”, de Sidney Lumet, con Paul Newman y Charlotte Rampling.
¿Y qué pasó en 1982 fuera de Hollywood? Ingmar Bergman estrenaba su obra maestra “Fanny y Alexander”; también llegaban a los cines “Fitzcarraldo”, épica de Werner Herzog con su actor-fetiche y “enemigo íntimo” Klaus Kinski y Claudia Cardinale; así como las dos últimas películas del también alemán Rainer Werner Fassbinder (“Querelle” y “El deseo de Veronika Voss”), quien moriría con solo 37 años en junio de ese año.
También en 1982 fue el turno de un joven Pedro Almodóvar con su segundo largometraje, “Laberinto de pasiones”, con la argentina Cecilia Roth, Imanol Arias y el debutante Antonio Banderas; “La noche de Varennes”, de Ettore Scola, con Jean-Louis Barrault, Marcello Mastroianni, Hanna Schygulla y Harvey Keitel; “El contrato del pintor”, del galés Peter Greenaway; “Passion”, de Jean-Luc Godard, con Isabelle Huppert, Hanna Schygulla y Michel Piccoli, el film turco “Yol: El camino”, de Serif Gören y Yilmaz Güney, que ganó nada menos que la Palma de Oro en el Festival de Cannes; “La colmena”, de Mario Camus; “La noche de San Lorenzo”, de los hermanos Paolo y Vittorio Taviani; y “Volver a empezar”, de José Luis Garcia.
Y en el por entonces convulsionado cine argentino se estrenaban “Señora de nadie”, segundo largometraje de María Luisa Bemberg; “Plata dulce”, de Fernando Ayala, con Federico Luppi y Julio De Grazia, dupla que también protagonizaría una obra maestra como “Últimos días de la víctima”, de Adolfo Aristarain, junto a Soledad Silveyra, Ulises Dumont. Aun en momentos aciagos como el de aquellos finales de la dictadura militar la producción nacional ya mostraba contundentes signos de resistencia con vistas a su posterior resurgimiento en la primavera democrática.
Pero la verdadera dimensión artística de algunas películas no siempre se descubre de inmediato. Muchos contemporáneos al lanzamiento de “El enigma de otro mundo” la desdeñaron o incluso la despreciaron. Sin embargo el largometraje de John Carpenter con Kurt Russell fue creciendo con el correr del tiempo hasta convertirse en un film de culto Hace pocos días, se reestrenó en más de 500 salas de los Estados Unidos y rápidamente escaló hasta ubicarse en el Top 10 de la taquilla norteamericana, por encima de varios tanques actuales. A veces demora, pero el tiempo se encarga de poner las cosas en su lugar y eso ocurre también con las merecidas reivindicaciones cinéfilas.
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