Un estudio publicado en JAMA advirtió una relación positiva entre estos lugares con naturaleza y la densidad mineral ósea en los chicos. Los detalles de la investigación realizada por expertos de la Universidad de Hasselt, en Bélgica.
“En todo el mundo, una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres mayores de cincuenta años sufrirán una fractura de hueso debido a la osteoporosis”, asegura Fundación Internacional de Osteoporosis. Ante estas estimaciones, los científicos buscan desentrañar los mecanismos para evitar que esta situación se agrave.
La acumulación de masa ósea está influenciada por factores ambientales y de estilo de vida. Se trata de un índice que se configura con la combinación del tamaño del hueso y la densidad mineral y es un determinante clave de la resistencia ósea a lo largo de la vida.
Su composición máxima se alcanza en la edad adulta temprana y depende de la acumulación de masa ósea durante el crecimiento y desarrollo esquelético. Por esta razón, una acumulación subóptima en la infancia es tan crucial para la aparición de la osteoporosis como la pérdida ósea a través del envejecimiento. En ese sentido, los científicos analizaron la incidencia de los espacios verdes cercanos en las zonas donde habitan para determinar si aportan a crear huesos más fuertes.
Es que las intervenciones específicas sobre la acumulación de masa ósea en las primeras etapas de la vida pueden disminuir el riesgo de fracturas y/o osteoporosis en etapas posteriores.
Además de la influencia ejercida por factores genéticos, los factores fisiológicos de la vida temprana, el estilo de vida (como la nutrición y la actividad física) y ambientales también pueden desempeñar un papel importante en la acumulación de masa ósea. Por ello las intervenciones dirigidas a las primeras etapas de la vida podrían disminuir el riesgo de fracturas y/o osteoporosis en etapas posteriores de la vida.
Un estudio, publicado en JAMA Networks, revela un vínculo interesante entre el entorno en el que crecen los niños y su salud ósea. Según los nuevos hallazgos, si los pequeños viven en zonas más verdes parece que tienen una mayor densidad mineral ósea. Es un punto de partida importante tanto para repensar el estilo de vida en las grandes ciudades como para la planificación urbana.
Vivir en contacto con la naturaleza es bueno para la salud y existen numerosos estudios científicos que han demostrado esta teoría. Sin embargo, por primera vez, una investigación ha puesto en evidencia los efectos que no sólo afectan al estado de ánimo o al bienestar del corazón. Según expertos de la Universidad de Hasselt, en Bélgica, los niños que viven en zonas con mayor presencia de vegetación tienen huesos más fuertes que los que viven en zonas más grises o más hormigonadas.
Espacios verdes
En el estudio participaron 327 niños de entre cuatro y seis años. La medida principal fue la densidad mineral ósea radial, evaluada mediante ecografía cuantitativa. La extensión del espacio verde alrededor de la casa de cada niño se cuantificó utilizando un software de sistema de información geográfica.
Los hallazgos evidenciaron una imagen de un vínculo positivo significativo entre la exposición a espacios verdes y la densidad mineral ósea en los niños.
Específicamente, un aumento del 21,2% en los espacios verdes dentro de un radio de 500 metros se correlaciona con un aumento de 27,38 m/s de densidad mineral ósea. Esta asociación fue más fuerte con espacios verdes totales y otros de característica elevada, como paredes verdes, por ejemplo. Los espacios verdes bajos también mostraron asociaciones significativas, pero sólo dentro de radios más grandes.
El riesgo de baja densidad mineral ósea estaba inversamente relacionado con la exposición a espacios verdes. Un aumento en los espacios verdes se relacionó con un riesgo 67% menor de densidad mineral ósea por debajo del percentil 10 específico del sexo.
Estas asociaciones siguieron siendo significativas incluso después de tener en cuenta posibles covariables como el tiempo frente a la pantalla, la ingesta de vitaminas, el consumo de lácteos y los ingresos.
Los resultados de este estudio resaltan la importancia potencial de los espacios verdes en la primera infancia para la salud ósea a largo plazo y para la prevención de enfermedades como la osteoporosis.
La promoción de estas estrategias preventivas podría reducir el riesgo de fracturas y/u osteoporosis en el futuro, lo que se traduciría en beneficios financieros, físicos y psicológicos para el individuo y la comunidad, sugirieron los investigadores, subrayando la importancia de los factores ambientales en el desarrollo de las primeras etapas de la vida, cuyo peso añade una nueva dimensión al debate sobre salud pública y planificación urbana.
*Hanne Sleurs es primera autora de la investigación y especialista del Centro de Ciencias Ambientales, Universidad de Hasselt en Bélgica. La información contenida en este artículo periodístico se desprende de la investigación denominada “Exposición a espacios verdes residenciales y densidad mineral ósea en niños pequeños”, publicada en JAMA, de la que también son autores: Ana Inês Silva; Esmée M. Bijnens; Yinthe Dockx; Martien Peusens; Leen Rasking; Michelle Plusquin; y Tim S. Nawrot.
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