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Vie. Nov 22nd, 2024
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No te alarmes. El agujero que estás viendo no se mueve ni crece ni se expande. La oscuridad no te tragará.

En realidad, la imagen es estática y nos enseña mucho sobre cómo nuestro cerebro y ojos ven el mundo. En un estudio que se publicó el 30 de mayo en la revista especializada Frontiers in Human Neuroscience, los psicólogos pusieron a prueba esta ilusión con 50 hombres y mujeres con visión normal y, mediante un rastreador ocular con infrarrojos, descubrieron que cuanto mayor era la respuesta de un participante a la ilusión, más fuerte era la respuesta de dilatación de la pupila.

También descubrieron que algunas personas —incluso tal vez tú— no la ven.

En los ojos, las pupilas se ajustan de manera inconsciente a la luz del entorno: se dilatan cuando está oscuro para intentar captar más luz y se contraen cuando hay mucha luz para evitar la sobreexposición. Cuando miras esta ilusión, el agujero no se está oscureciendo. Pero la percepción de que se oscurece es suficiente para que tus pupilas respondan.

“Nada justifica, por sí mismo, un cambio en la pupila en esta situación, porque no ha cambiado nada en el mundo”, dijo Bruno Laeng, profesor de psicología de la Universidad de Oslo y autor del estudio. “Pero es evidente que algo cambió en el interior de la mente”.

Los investigadores plantean la hipótesis de que la ilusión funciona porque el gradiente del agujero central hace que parezca que el espectador está entrando en un agujero o túnel oscuro, lo que hace que sus pupilas se dilaten. También comprobaron que el efecto de la ilusión variaba con distintos colores y era mayor cuando el color del fondo del agujero negro era el magenta.

Pero no todos los participantes se dejaron llevar por la ilusión, así que si no tienes ni idea de lo que ocurre en estas imágenes, no eres el único: un 14 por ciento de los participantes en el estudio mencionaron no haberlo visto. Laeng propone que es probable que, debido a sus experiencias anteriores, una minoría puede ver la imagen solo en dos dimensiones.

Estos resultados más recientes coinciden con un estudio de 2012 en el que Laeng y sus colegas descubrieron que la ilusión Asahi, que se asemeja al resplandor creciente de la luz solar parcialmente obstruida por árboles o nubes, también provocaba la contracción de las pupilas.

El nuevo estudio fue “astuto” por mostrar “una indicación fisiológica de la respuesta a la expansión percibida de la oscuridad”, dijo Dale Purves, neurobiólogo y profesor emérito que estudia la percepción visual en la Universidad de Duke. Sin embargo, dijo, “hay efectos mucho más llamativos” que podrían haberse utilizado para demostrar la respuesta pupilar.

Pero este estudio aborda un problema fundamental con el que se enfrentan todos los animales, incluidos los humanos, dijo Purves. Agregó que mientras que una cámara puede medir directamente la cantidad de luz que capta, “no tenemos ese aparato físico, no tenemos una medición del mundo”.

Más bien, tenemos “un ojo con un cerebro conectado”, explicó Laeng. Explicó que, cuando el ojo se enfrenta a una escena, nuestro cerebro “analiza lo que está viendo, construye un posible escenario y se adapta a él”.

Otro ejemplo conocido es la fotografía viral del vestido, que inspiró animados debates en 2015 sobre si la prenda era blanca y dorada o azul y negra. Laeng cree que “tal vez sea el mayor experimento de la historia de la humanidad, al menos hasta ahora”.

Con el vestido, al igual que con la ilusión del agujero en expansión, nuestro cerebro hace suposiciones sobre lo que ve con base en experiencias pasadas. La historia evolutiva también influye.

“La información que obtenemos del mundo es bastante indeterminada”, afirmó Laeng. “El cerebro entra en un modo de adivinación constante, tenemos que llegar a la mejor solución, pero hay varias posibilidades para el mismo tipo de información”.

Las ilusiones como el agujero que se expande se suman al debate sobre si toda la percepción no es, fundamentalmente, una ilusión.

“Todo lo que percibimos es inconsistente con la realidad física del mundo”, dijo Purves. “Todo lo que vemos, ya sea su contorno, color, brillo, lo que sea”.

Así que no estás siendo engañado, más bien, las ilusiones visuales ayudan a revelar en qué anda el ojo de nuestra mente al evidenciar inconsistencias entre lo que vemos y lo que en realidad está ahí.

Laeng comenta que una hipótesis es que el cerebro está tratando de predecir el futuro, para mostrárnoslo.

Se necesita cierto tiempo para que un estímulo, como la luz, llegue a nuestros órganos sensoriales, que deben enviarlo a nuestro cerebro, que, a su vez, procesa, entiende y hace algo con esa información. Y para cuando nuestro cerebro se pone al día con el presente, el tiempo ya avanzó y el mundo ya cambió.

Para evitarlo, el cerebro puede estar tratando en todo momento de predecir un poco el futuro a fin de percibir el presente.

Ver la ilusión del agujero en expansión no es un defecto, sino una característica: es el resultado de la estrategia de tu cerebro para sortear un mundo incierto y siempre cambiante, construida quizá a partir de la historia evolutiva para, en última instancia, ayudar a la humanidad a sobrevivir. Es adaptativo predecir el futuro al, por ejemplo, dilatar las pupilas como preparación para ir a un lugar oscuro.

Laeng dice: “Es una cuestión muy filosófica. Vivimos en una realidad virtual, pero es una realidad virtual pragmáticamente útil”.

Así pues, el mundo que estás viendo es una ilusión, pero no te alarmes.

NY Times


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