Entre la ciudadanía se sintió temor y alivio en el primer día de eliminación de las mascarillas en Ecuador, por la pandemia de COVID-19.
QUITO.- Ecuador, que tuvo a Guayaquil como uno de los escenarios más dantescos de la primera ola de COVID-19, vivió este 29 de abril de 2022 su primer día de eliminación de la mascarilla entre el alivio de quienes se sienten libres de no llevar tapabocas y el temor de aquellos se resisten a dejarlo por posibles nuevos rebrotes.
El presidente, Guillermo Lasso, anunció el 28 de abril la eliminación del uso de tapabocas en lugares abiertos y cerrados, al señalar que el plan de vacunación «ha permitido que ahora 5 de cada 100 pruebas de covid sean positivas», en lo que consideró «una clara muestra de que prácticamente hemos vencido al COVID-19″.
Ciudadanía toma precauciones
Sin embargo, las estadísticas del Gobierno no han calado en toda la población, por lo que al menos en las grandes ciudades la gran mayoría es reticente a abandonar este elemento, cuyo uso era obligatorio desde abril de 2020.
En uno de los centros comerciales más concurridos de Quito, Efe constató que todos los visitantes y dependientes usaban las mascarillas, mientras desde los altavoces salían mensajes reiterando aún su uso obligatorio.
También en pequeños comercios seguía su uso. Gloria, quien vende frutas en una tienda, aseguró a Efe que no se sacará la mascarilla por temor a rebrotes. «Ya estoy acostumbrada, también sigo usando alcohol todo el tiempo. A mí me da miedo», dijo a Efe, mientras una compradora la interrumpía: «Yo hasta ahora dejo los zapatos fuera de casa. Hay que tener cuidado».
Igualmente clientes y peluqueras se ponían mascarilla en centros de belleza, así como dependientes y comensales en pequeñas cafeterías, en el primer día de eliminación de su uso obligatorio.
Incluso Carmen, quien vende flores en una acera de Quito, así como Francisco, vendedor ambulante de cigarrillos, aseguraron que la seguirán usando «por precaución».
Opiniones diversas
Pero también hay quienes como Christian Guañuna, quienes creen que fue «lo mejor que pudo hacer el Gobierno» ante la bajada de contagios, pues aduce que le resultaba complicado respirar con la mascarilla.
Es «un tiempo prudente ya porque en estos últimos feriados que ha habido (Carnaval y Semana Santa) ni se ha escuchado que ha habido contagios», anotó.
Con criterio dividido, María Nascimento, ve con buenos ojos la eliminación del uso en ambientes abiertos, aunque no en cerrados. Entiende que la gente tenga temor a retirarse la mascarilla, pues aún no ha terminado la pandemia y comprende que para los habitantes de la Costa será un alivio mayor, debido al clima.
Precisamente, en zonas costeras se notaba un amplio cumplimiento de la disposición gubernamental, aunque en ciudades como Guayaquil, de las más pobladas del país, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) decidió mantener el uso obligatorio de mascarillas en lugares cerrados, con énfasis en el transporte público, centros educativos y casas de salud, entre otros.
Por otra parte, pese los altos porcentajes de inoculación, Roberto Alvear cree «apresurada» la disposición del retiro y teme que haya rebrotes como ha ocurrido en China, donde se han ordenado cuarentenas.
«Nosotros aquí, como país, somos un poco desordenados todavía en cuestión de cuidados en la calle, entonces no me parece prudente evitar el uso de mascarillas en sitios cerrados», aunque sí en lugares abiertos, dijo a Efe Alvear, sin quitarse su mascarilla.
Eduardo Castellanos, vendedor de mascarillas, coincide con Alvear pues sostiene que los tapabocas dan protección y seguridad. «No creo que porque el Gobierno decreta, todo el mundo va a hacerle caso. Hay gente que cuida su salud y usamos todavía la mascarilla».
Luis Rubén Jerez, comprende el temor de la gente: «En un principio no querían ponerse la mascarilla y ahora no quieren quitársela. ¿En qué mundo vivimos? pero de todos modos, le vencimos al virus y ya, por fin, somos libres».
La gente «que quiere protegerse, puede ponerse traje espacial, si quiere hacerlo, eso está a discreción. Si quiere ponerse doble mascarilla, perfecto, pero yo ya me siento libre, tengo la cuarta vacuna», dijo a Efe este quiteño que vive en Estados Unidos, agregando que «y si en uno o dos meses regresa, nos ponemos otra vacuna».
En Ecuador, con corte al 27 de abril, las estadísticas oficiales señalan que el 82,95% de la población cuenta con el esquema completo de vacunas, mientras el 34,68% incluso tiene ya al menos una tercera dosis de refuerzo.
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