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Corredores vacíos de la ONU. Crédito: Naciones Unidas

NACIONES UNIDAS – La pandemia de coronavirus, que ya lleva 22 meses, causó la muerte de más de 5,4 millones personas, dejó economías devastadas y 100 millones de personas más en la pobreza, también ha perturbado el trabajo en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en cuarentena parcial, y podría desencadenar una crisis de liquidez en el organismo.

En su intervención ante la Comisión Administrativa y Presupuestaria del foro mundial a finales del año pasado, un portavoz de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), integrada por 10 país, afirmó que para que «cualquier organización tenga éxito, debe contar con los recursos financieros adecuados para cumplir sus mandatos. Sin embargo, la covid-19 ha perturbado no sólo el trabajo de la ONU, sino de muchas de nuestras economías».

«Es comprensible que los países cuyas economías se han visto desproporcionadamente afectadas por la covid-19 tengan dificultades para pagar sus cuotas (es decir, las de los miembros de la ONU). Por lo tanto, es aún más importante que los Estados miembro con capacidad de pagar sus cuotas, lo hagan en su totalidad, a tiempo y sin condiciones».

«De lo contrario, la ONU se enfrenta a un riesgo real de no disponer de los recursos necesarios para llevar a cabo sus mandatos», alertó el portavoz de la Asean, integrada por Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar (Birmania), Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam.

El año pasado, 11 países estaban en mora según los términos de la carta de la ONU, entre ellos Antigua y Barbuda, Comoras, República del Congo, Guinea, Irán, Papúa Nueva Guinea, Santo Tomé y Príncipe, Somalia, Sudán, Vanuatu y Venezuela.

El artículo 19 de la Carta de las Naciones Unidas dice: «El Miembro de las Naciones Unidas que esté en mora en el pago de sus cuotas financieras para los gastos de la Organización, no tendra voto en la Asamblea General cuando la suma adeudada sea igual o superior al total de las cuotas adeudadas por los dos años anteriores completos. La Asamblea General podrá, sin embargo, permitir que dicho Miembro vote si llegare a la conclusión de que la mora se debe a circunstancias ajenas a la voluntad de dicho Miembro”.

Al ser consultada por la situación de los países morosos, Paulina Kubiak, portavoz del presidente de la Asamblea General de la ONU, dijo a los periodistas el 12 de este mes que había 11 Estados en la lista, cifra similar a la de años anteriores.

También precisó que esos Estados miembro no pueden votar en la Asamblea General hasta que realicen el pago mínimo, aunque hay algunas excepciones.

En el documento A/Res/76/2, la Asamblea General decidió que Comoras, Santo Tomé y Príncipe y Somalia podrán votar hasta el fin del actual 76 período de sesiones, lo que deja a ocho países todavía en mora.

Las excepciones las hace la Asamblea General al inicio de la sesión por recomendación de la Comisión de Contribuciones. Estas excepciones se basan en gran medida en la situación de inestibilidad de la economía de un país.

El 24 de diciembre, la Asamblea General, compuesta por 193 miembros, aprobó un presupuesto ordinario de 3.120 millones de dólares para 2022, mientras que el presupuesto anual para el mantenimiento de la paz es de unos 6.500 millones de dólares.

El cierre intermitente de la ONU desde marzo de 2020 -con la inmensa mayoría de sus 9.900 funcionarios trabajando desde casa- está empezando a tener un impacto en los servicios operativos del organismo multilateral.

La cuarentena, levantada de forma parcial el mes pasado, se restableció en dos ocasiones. En un mensaje del 10 de este mes dirigido al personal de la ONU con sede en Nueva York, Gilles Michaud, presidente del Comité de Seguridad y Salud en el Trabajo de la ONU, afirma que, tras consultar con altos cargos de la organización, se decidió que los funcionarios sigan trabajando desde casa y no vuelvan a la oficina hasta el 28, «momento en el que se volverá a revisar la situación».

La decisión de prorrogar el trabajo a distancia obedeció en gran medida a la variante ómicron, de rápida propagación, que la semana pasada registró una media de 37.000 casos diarios y saturó los hospitales de la ciudad de Nueva York. Pero no hay un desglose oficial del número de casos del virus entre el personal de la ONU.

El embajador de Guinea, Boubacar Diallo, presidente saliente del Grupo de los 77 más China, la mayor coalición de países en desarrollo de la ONU, advirtió a finales del año pasado su malestar porque, por motivos de seguridad, la Comisión Administrativa y Presupuestaria se ve privada de servicios de interpretación (en las seis lenguas oficiales de la ONU) durante las consultas informales.

Eso se debe principalmente a la falta de personal en oficinas de la ONU.

«Esperamos que llegue el día en que se restablezca plenamente el multilingüismo y podamos disfrutar de los servicios de interpretación como estamos haciendo hoy aquí. Nos comprometemos a examinar a fondo los puntos del orden del día asignados al Comité y, en este sentido, nos decepciona observar que varios informes siguen pendientes», añadió.

Esta situación endémica, señaló, compromete significativamente el trabajo del Comité.

«Los desafíos globales a los que nos enfrentamos hoy en día son cada vez más complejos e interconectados, y las soluciones requieren una respuesta global colectiva. Como hemos escuchado de muchos de nuestros líderes (durante las sesiones de la Asamblea General de la ONU en septiembre), es el momento de redoblar la apuesta por el multilateralismo y reafirmar nuestro compromiso con un sistema multilateral apegado a las normas», dijo el embajador Diallo.

Con una resolución adoptada por consenso, que incluye a los 134 miembros del G77, acotó, «no es posible hacer la vista gorda a una resolución de la Asamblea General y hacer oídos sordos a la mayoría de dos tercios de los miembros».

En nombre de los 27 miembros de la Unión Europea (UE), Thibault Camelli, consejero de la delegación de la UE en la ONU, dijo: «Hacemos un llamamiento a todos los Estados miembro para que paguen sus contribuciones íntegramente y a tiempo. Nos sigue preocupando profundamente que la situación de liquidez de las Naciones Unidas siga perjudicando el cumplimiento de los mandatos».

Las soluciones temporales presentadas hasta ahora, advirtió, no han hecho más que paliar las consecuencias de esta crisis, y arrinconan a la organización a un bajo rendimiento sistémico. Los Estados miembro de la UE piden al Comité que esté a la altura de este reto. Seguiremos abogando por soluciones sostenibles para esta crisis», declaró.

Joseph Chamie, demógrafo internacional y exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas, dijo a IPS que la crisis actual no debería sorprender a los Estados miembro, ya que la pandemia de coronavirus ha afectado enormemente el trabajo del foro mundial.

Además de que la gran mayoría del personal de la ONU trabaja desde casa, las operaciones diarias normales de la organización se han visto muy reducidas y restringidas, apuntó.

«Es comprensible que muchos Estados miembro estén decepcionados por la falta de servicios de interpretación. Sin embargo, con la tecnología disponible, los servicios de interpretación para las lenguas de la ONU deberían poder prestarse sin dificultades», observó.

Tampoco sorprende, añadió Chamie, que muchos Estados miembro, especialmente los menos desarrollados, pidan a las naciones ricas y más desarrolladas que aumenten sus contribuciones financieras.

«Sin embargo, me parece un poco irónico que muchos Estados miembro, incluso los menos desarrollados, digan que tienen dificultades para pagar sus cuotas de la ONU, pero tienen pocas dificultades para pagar sus gastos militares», acotó.

El presupuesto de la ONU para 2021 fue de sólo 3.000 millones de dólares, un monto relativamente pequeño para el organismo internacional. En comparación, señaló, el presupuesto anual de la orgaización representa una pequeña proporción del gasto militar de muchos países como China, India, Rusia, Estados Unidos y la UE; 4% del mercado mundial de alimentos para mascotas; 3% del gasto anual de Estados Unidos en refrescos; y 1% de la riqueza de los dos estadounidenses más ricos.

En lo que respecta a las posibles reducciones en el número, los salarios y las prestaciones de los funcionarios de la ONU, tiene poco sentido y parece ser en gran medida para el consumo político interno. Esperemos que los Estados miembro, y la Asamblea General, se concentren en los problemas globales críticos a los que se enfrentan los casi 8.000 millones de habitantes del mundo.

El presupuesto relativamente pequeño de la ONU es una verdadera ganga para los Estados miembro y para el mundo.

En términos de costos, personas muertas y heridas, el precio de la paz es mucho menor que el de la guerra, sentenció Chamie.

Por su parte, el embajador estadounidense Patrick Kennedy, asesor principal para la gestión y la reforma de la ONU, dijo a los delegados que Estados Unidos insta a la disciplina presupuestaria en todo el sistema del foro mundial y que examinará de cerca las crecientes demandas de evaluación cuotas.

Eso incluye garantizar la realización solo de obras necesarias y evitar los sobrecostos de los grandes proyectos. La ONU también debe tratar de contener el aumento del gasto de las respuestas a mandatos nuevos y ampliados, eliminando los obsoletos, consolidando las áreas de trabajo que se duplican y reasignando los recursos existentes.

También señaló que los derechos del personal y las condiciones de servicio comprenden casi dos tercios de los costos de la ONU. Restablecer una escala salarial unificada sigue siendo prioritario para Estados Unidos, entre otras cosas, atendiendo a las decisiones divergentes de los distintos tribunales administrativos del sistema común de la ONU, aumentando la transparencia de los costos de indemnización, mediante el uso de datos disponibles en el mercado, y reafirmando la autoridad de la Comisión Internacional de Servicio Civil, al tiempo que se mejora su metodología.

Hablando en nombre del Grupo Africano, el embajador Harold Adlai Agyeman, de Ghana dijo: «Insistimos en que, en la medida de lo posible, todas las reuniones presenciales se celebren con servicios de interpretación, tal y como exigen las normas de procedimiento pertinentes de la Asamblea General y las resoluciones acordadas en materia de multilingüismo y que constituyen el núcleo de esta organización».

Al respecto añadió que los miembros del Grupo Africano utilizan, como lenguas de trabajo, cuatro de las seis oficiales de la ONU. Por lo tanto, consideran de suma importancia que los Estados miembro puedan contribuir a las deliberaciones del Comité en el idioma oficial que más dominan.

Las seis lenguas oficiales de la ONU son: árabe, chino, español, francés, inglés y ruso.

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