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Vie. Nov 22nd, 2024
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NY Times.- Hasta hace un par de meses, Lucie Gendreau, de 66 años, no se había preocupado mucho por su audición. Nunca había notado nada malo en ese aspecto y rara vez se exponía a los tipos de ruido intenso que se sabe que causan pérdida de la audición. Cuando era más joven, iba a algún concierto de Roberta Flack, pero nunca le gustó escuchar heavy metal a todo volumen y prefería pasar horas en la biblioteca que en un ruidoso partido de futbol.

Gendreau, que se autodefine como introvertida y vive en Boston, padece un leve tinnitus que comenzó cuando tenía 30 y tantos años, pero hasta hace poco no tenía ningún otro problema auditivo. Lleva una vida tranquila, en sentido literal y figurado, y en sus ratos libres participa ocasionalmente en ensayos clínicos.

En octubre, se sentó en una cabina insonorizada mientras los investigadores le hacían una extraña prueba de audición. En lugar de pedirle que levantara la mano cuando escuchara un tono, le pidieron que repitiera las palabras que se pronunciaban con diferentes volúmenes de ruido de fondo.

Quedó sorprendida por lo que escuchó —o más bien— por lo que no escuchó. “No lograba distinguir las palabras”, afirmó. Parecía que todos hablaban otro idioma. “Fue una experiencia un tanto frustrante”.

Resulta que Gendreau tiene lo que los audiólogos denominan pérdida auditiva oculta, un padecimiento en el que las personas pueden detectar los sonidos, pero se les dificulta entenderlos en entornos ruidosos. Una persona con pérdida auditiva oculta puede pasar un audiograma tradicional, levantando la mano cada vez que el técnico emite un pitido de volumen y tono variable, y puede mantener una conversación con otra persona en una sala silenciosa, pero si se traslada esa conversación a un bar lleno de gente, le parecerá que su interlocutor está hablando en esperanto.

¿Cuántas personas padecen de pérdida auditiva oculta?

No está claro cuántas personas padecen esta enfermedad, que se describió por primera vez en 2009. Los científicos siguen desarrollando pruebas para diagnosticarla, lo cual es difícil, ya que muchas personas que la presentan pueden no darse cuenta y no visitan al audiólogo.

Una de las formas en que los investigadores han intentado estimar la prevalencia de la pérdida de audición oculta es calculando cuántas personas acuden al audiólogo quejándose de dificultades para oír, pero acaban obteniendo una buena puntuación en el audiograma. Estas dificultades “podrían deberse a una pérdida de audición oculta”, señaló Yin Ren, otorrinolaringólogo del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio.

Un estudio de 2018 informó que estas eran las características del 15 por ciento de los pacientes. Otro de 2020 reveló que cerca del diez por ciento de los pacientes que se quejaban de pérdida de audición se marchaban sin tener un diagnóstico claro.

Stéphane Maison, audiólogo e investigador del hospital Mass Eye and Ear que dirigió el estudio al que se unió Gendreau, dijo que incluso estos números podrían subestimar la prevalencia de la pérdida auditiva oculta. “Eso solo te hará saber sobre las personas que decidieron acudir a una cita”, dijo.

Sarah Sydlowski, presidenta de la Academia Estadounidense de Audiología y audióloga de la Clínica Cleveland, coincidió. Aseveró que las personas con este tipo de pérdida de audición “no siempre reconocen la dificultad” que tienen, por lo que no acuden al audiólogo. Estas estimaciones tampoco detectarían a quienes tienen una pérdida de audición combinada, tradicional y oculta.

Aunque el riesgo parece aumentar con la edad, la pérdida de audición oculta tiende a aparecer antes que la pérdida de audición tradicional, y se manifiesta incluso en estudiantes universitarios.

¿Qué causa la pérdida de audición oculta?

Durante décadas, los científicos asumieron que las partes de nuestros oídos más susceptibles a la pérdida de audición provocada por el ruido eran los diminutos cilios de nuestra cóclea, en lo más profundo de nuestros oídos, que vibran cuando las ondas sonoras chocan con los costados de nuestra cabeza. Cuando se dañan, es como si alguien le bajara el volumen al mundo y no se pudieran escuchar los sonidos, ni siquiera en un silencio de biblioteca.

Algunos pacientes se quejaban de que, por ejemplo, no podían oír al árbitro en un partido de las ligas menores, pero mientras sus células ciliadas estuvieran intactas y pudieran oír en una sala de pruebas silenciosa, los médicos no solían encontrar nada malo. No obstante, en 2009, armados con una nueva tecnología de imagen que puede ver más allá de esas células ciliadas, los investigadores expusieron a ratones a niveles de sonido de conciertos de rock y buscaron señales de daños más profundos en el sistema auditivo.

Descubrieron que las células cerebrales con las que se comunican estos cilios son aún más frágiles que las propias células ciliadas; aunque las células ciliadas de los oídos de los animales permanecieron intactas después del “concierto”, sus células cerebrales correspondientes se arrugaron.

Estas células cerebrales forman dos grupos principales de neuronas que traducen las vibraciones de los cilios en señales químicas que nuestro cerebro puede interpretar. Uno de ellos responde a los sonidos más fuertes y el otro a los de menor volumen. Maison explicó que las neuronas que responden a los ruidos fuertes son más propensas a dañarse primero, por lo que las que están diseñadas para los sonidos más suaves entran en funciones. Cuando eso ocurre, si estás en un espacio callado y tu amigo te susurra, no tendrás problemas para entenderle; sin embargo, si decides ir a una fiesta, ese conjunto de células que aman los susurros se verá abrumado por el ruido de fondo y le enviará a tu cerebro un mensaje confuso e indescifrable.

¿Cómo sabes que lo padeces?

No existe una prueba concluyente para detectar la pérdida auditiva oculta, pero si tienes dificultades para comprender la conversación cada vez que la mesa en el almuerzo tiene más de unos cuantos invitados, es probable que lo padezcas. Durante los últimos cinco años, Maison señaló que su equipo ha estado trabajando en el desarrollo y la validación de una serie de pruebas como las que se hizo Gendreau, pero los criterios de diagnóstico aún no son definitivos y, por el momento, son pocos los audiólogos que detectan la pérdida auditiva oculta.

Gendreau se sometió a un sinfín de exámenes auditivos e incluso a una resonancia magnética antes de la reciente prueba con Maison. Ninguno detectó su pérdida auditiva oculta. “Fue decepcionante en cada ocasión”, dijo.

En 2017, The Associated Press publicó una prueba en línea que puedes usar en casa, pero no es capaz de proporcionar un diagnóstico. Aun así, los expertos dijeron que si crees que puedes tener una pérdida auditiva oculta porque tienes problemas para seguir las conversaciones cuando hay ruido de fondo o tienes un zumbido persistente en los oídos, vale la pena visitar al audiólogo.

¿Qué puedes hacer al respecto?

Los investigadores están probando terapias en animales que esperan que ayuden a regenerar las fibras nerviosas dañadas, pero actualmente no hay forma de revertir la pérdida de audición oculta. Si se le diagnostica, los audiólogos recomiendan algunas estrategias que pueden ayudarle a comunicarse mejor.

En lugar de pedirle a alguien que hable más fuerte, pídele que lo haga más despacio, sugirió Sydlowski. Hablar “con más claridad es mucho más eficaz que hablar más alto, que es lo que todos solemos hacer”, dijo.

Una estrategia que recomienda Maison es “asegurarse de que el ruido de fondo está a tus espaldas”. Si estás en un restaurante lleno de gente con un amigo, haz que este se siente contra la pared mientras tú estás de frente a la persona.

Esta estrategia funciona especialmente bien si tienes un micrófono direccional, que amplifica los sonidos que están directamente frente a ti, pero amortigua los que vienen de los lados y la espalda, dice Ren. Basta con conectar el micrófono a los auriculares o al audífono y apuntar a la persona que habla.

También puedes probar un sistema de modulación de frecuencia, que según Ren transmite de forma inalámbrica la voz de tu interlocutor a tus audífonos o auxiliares de audición. La diferencia entre este y el micrófono direccional es que el primero no amplifica los sonidos procedentes de una dirección concreta, sino que acorta el recorrido del sonido hasta tu oído, lo que limita las oportunidades de que se mezcle con los sonidos de fondo o reverbere en otras superficies.

Si tienes un iPhone o iPad que funciona con iOS 14.3 o un sistema operativo más reciente, hay una herramienta integrada llamada Live Listen que puede convertir el micrófono del dispositivo en un dispositivo de escucha similar a un sistema de modulación de frecuencia que puede enviar sonidos a tus audífonos o a ciertos tipos de auriculares, como los airpods. Solo tienes que conectarte por Bluetooth y deslizar el teléfono cerca de la persona que quieres escuchar.


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