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Sáb. Nov 23rd, 2024
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Recorriendo los archivos de los periódicos, no es tan difícil encontrar menciones de Vovó Índio en las noticias de la época navideña de la primera mitad del siglo pasado.

Más precisamente, en la década de 1930, cuando se hicieron esfuerzos para popularizar al personaje, el candidato brasileño para destronar a Santa Claus en el corazón de los niños sedientos de juguetes.

Vovô Índio e as Crianças” (“Abuelo Indio y los niños”) se tituló la portada del diario O Globo el 24 de diciembre de 1932, con la constancia de que la figura había sido la encargada de entregar los obsequios en una escuela municipal de Río de Janeiro.

El mismo periódico, el 28 de noviembre, había publicado un verdadero manifiesto en defensa de Vovó Índio bajo el título: “¿Vamos a hacer una Navidad brasileña?”

Y el 20 de diciembre, una declaración de guerra contra el buen anciano cuyo título rezaba “Por la deposición de Santa Claus”.

En la capital de Sao Paulo, los ánimos no fueron diferentes. En 1935, según informa O Estado de S. Paulo, fue Vovó Índio quien llevó obsequios a los huérfanos de Sao Paulo en una acción impulsada por la Fuerza Pública, institución antecesora de la actual Policía Militar.

En la década de 1930 también hubo un concurso nacional para elegir la imagen que mejor representara al personaje. Y, en 1939, una obra de teatro infantil expuesta en Río promovió el insólito encuentro entre Papá Noel y Vovo Indio.

El presidente de Brasil entre 1930 y 1045, y de 1951 a 1954, Getúlio Vargas (1882-1954), simpatizó con la figura, atestiguan los investigadores.

Hay varias historias sobre cómo él personalmente se esforzó por transformar a Vovó Índio en un símbolo de la Navidad brasileña. Pero dada la falta de evidencia documental, los límites entre lo que realmente fue el compromiso del político populista y lo que se convirtió en una historia popular se difuminan.

“Vargas estaba comprometido con nacionalizar el país, crear un Estado nacional, crear una estructura nacional. En ese esfuerzo, reforzó la imagen de Tiradentes, por ejemplo. Y trajo la idea de Vovó Índio, dio apoyo para difundirla”, explica el historiador y sociólogo Wesley Espinosa Santana, profesor de la Universidad Presbiteriana Mackenzie.

“Pero no se hizo popular entre la población”.

Con esbozos de leyenda y que no aparecen en los periódicos de la época sino apenas en historias publicadas décadas después sobre el tema, el más famoso de estos episodios puede haber ocurrido exactamente hace 90 años, en la Navidad de 1931, cuando el presidente habría organizado un evento navideño para presentar a Vovó Índio a los niños en un estadio de Río.

Según estos informes, la audiencia no aprobó la idea de recibir regalos de un hombre vestido con taparrabos y tocado. La preferencia recayó en el Santa Claus internacional.

“La fábula de Vovó Índio decía que era hijo de un esclavo africano con una indígena. Fue criado por una familia blanca y, bajo la influencia de sus hermanos, dejó de ser esclavo”, explica el periodista Marcelo Duarte en su libro O Guía de Dos Curiosos – Fora de Série (“La Guía de los Curiosos – Fuera de Serie”).

“El presidente Getúlio Vargas incluso pensó en convertirlo en un símbolo nacional”.

El historiador y sociólogo Santana ve paralelismos entre este mito y la teoría racial brasileña del antropólogo Darcy Ribeiro (1922-1997). Después de todo, al igual que el pueblo brasileño, Vovó Índio también sería una mezcla de las “tres razas tristes”.

“Vovó Índio era el anciano sabio, hijo de un negro con una indígena, criado por una blanca. La idea de mezclar, poner sincretismo cultural y étnico, las tres razas tristes brasileñas: el negro porque estaba esclavizado, el indígena porque fue explotado e invadido, y el blanco porque fue obligado a venir aquí”, reflexiona el profesor.

El origen del mito

Si los intentos de convertir a Vovó Índio en un elemento básico del imaginario nacional se remontan a la década de 1930, el origen exacto del mito resulta desconocido.

Lo que sí se sabe es que su versión más acabada terminó difundiéndose a través del trabajo de simpatizantes del integralismo, un movimiento nacionalista que se dio a conocer como una especie de fascismo brasileño.

“Hubo un gran esfuerzo de la intelectualidad nacionalista brasileña, principalmente una intelectualidad de derecha de la década de 1930, en el sentido de crear esta fábula de la abuela indígena como contrapunto a Santa Claus”, dice el historiador Leandro Pereira Gonçalves, profesor de la Federal Universidad de Juiz de Fora y autor, entre otros, de “El Fascismo con Camisas Verdes: del integralismo al neointegralismo”.

Sin embargo, aunque la simbología nacional fue muy importante para el movimiento integralista, esta no fue creada por los integralistas, sino que fue utilizada por sus militantes.

“La llamada ‘camisa verde’ acabó apropiándose de esa imagen, de esa simbología de aversión hacia Papá Noel. Y eso aparece en periódicos y revistas integralistas de la época”, explica.

Un investigador vinculado a la Universidad de Estraburgo, en Francia, el historiador Philippe Arthur Dos Reis, recuerda que el personaje ya había aparecido en la escena musical y artística brasileña.

“JB de Carvalho, por ejemplo, un poeta de las macumbas, ya puso en perspectiva la idea de Vovó Índio como defensor de la cultura. Lo hizo desde la perspectiva de un músico que destaca la cultura negra e indígena”, dice.

“Creo que esto va a estar en diálogo con el integralismo y, entonces, sí, puede que haya habido un proceso de apropiación de ideas”.

Autor del libro “Fascismo à Brasileira” (“Fascismo a la brasileña”) sobre el movimiento integralista, el periodista Pedro Doria cree que el personaje es el resultado del movimiento nacionalista que reverberó en las primeras décadas del siglo XX.

Esto tiene que ver con el movimiento modernista, cuyos exponentes comenzaron la década de 1920, reafirmando que no había necesidad de querer ser europeo.

“Surge la idea de lo que está de moda en Brasil es que somos una mezcla de tres razas”, apunta Doria.

En Sao Paulo, a punto de celebrar su cuarto centenario de fundación, se concretó el concepto del bandeirante como héroe, hombres que desde Sao Paulo penetraban en los territorios interiores.

Reproducción de la portada del libro de Christovam de Camargo.

FUENTE DE LA IMAGEN,REPRODUCCIÓN

El abuelo indígena, por tanto, llegó a ser valorado dentro de esta narrativa.

“Para los integralistas, Santa Claus era una influencia yanqui. Vovó Índio representaba al caboclo (mestizo de blanco europeo con indígena), el tipo que estaba en el bosque como brasileño, esencialmente brasileño”, comenta Doria.

“Es el resultado de la búsqueda que tiene todo el fascismo de la visión idealizada de lo que es su gente”.

“Se consolidó así en la AIB y fue adoptado por Getúlio (Vargas) porque tenía sentido según esta visión”, agrega.

“Pero este mito pertenece al pionero caboclo, hijo de un portugués con una indígena, un héroe de habla tupí, que era pobre pero valiente y bandeirante de Brasil”, describe el periodista.

Plinio Salgado (1895-1975) levantó las bases del integralismo, mezclando este contexto con una inspiración extremista: el fascismo italiano.

“Pero su fascismo brasileño es modernista: coloca al caboclo como un mito fundacional, como un brasileño ideal, el que se adentra en el bosque sin miedo, que es el rostro de Brasil”, dice Soria.

Emisario de Jesús

La fábula de Vovó Índio quedó consagrada en la obra del periodista Christovam de Camargo, amigo de Mário de Andrade y, hasta donde se sabe, no tenía relación con los integralistas. Publicó el cuento en un libro en 1932 y, más tarde, en el periódico Correio da Manhã, en la Navidad de 1934.

En la historia de Camargo, Vovó Índio era un señor amigo de la naturaleza que vestía plumas de colores y salía repartiendo regalos a los brasileños. Expulsado de su tierra por los blancos, murió de “puro dolor” y terminó allí a las puertas de San Pedro.

Sin embargo, no pasó al paraíso. Como no había sido bautizado por la iglesia, el guardían celestial tenía que explicarle que no podía entrar al cielo.

Entonces apareció Jesús tratando de resolver la situación. Afirmó que en su cumpleaños él mismo tenía la costumbre de ir a Brasil para llevar golosinas a los niños que se portaban bien, y si Vovó Índio se convertía, bien podía volverse en el emisario de los regalos.

Y así, según la narrativa de Camargo, Vovó Índio se convirtió en el “buen viejo” en Brasil.

Anuncio publicado en el periódico "O Aço", 1936.

FUENTE DE LA IMAGEN,REPRODUCCIÓN

Esta narrativa asumió importancia también para el mensaje religioso.

Gonçalves recuerda que, al fin y al cabo, “el movimiento integralista es cristiano, su lema es “Dios, Patria y Familia”.

“El debate sobre la simbología navideña realmente presente en el integralismo brasileño no es necesariamento el abuelo indígena, sino la apreciación del nacimiento de Jesús”, argumenta el historiador.

Al mismo tiempo, los integralistas siempre se burlaron de la figura de Santa Claus, considerándola incompatible con la Navidad veraniega brasileña.

“Pero a pesar de todos los intentos, la imagen de Vovó Índio no funcionó, no se arraigó. En esos años 30, Papá Noel ya tenía la imagen consolidada en el imaginario occidental”, cree Gonçalves.

“Vovó Índio se reservó al aspecto de una intelectualidad, de la utopía del militante nacionalista en busca de una alternativa al capitalismo”, comenta el historiador.

BBC MUNDO


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