RT.- El trabajo de investigación de Miguel Rojas, un niño venezolano de 13 años de edad, ha sido certificado en un programa apoyado por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de EE.UU. (NASA), por el descubrimiento de un asteroide que orbita en el sistema solar, entre los planetas Marte y Júpiter.
Este joven apasionado por la astronomía, nacido en el estado Lara, al occidente de Venezuela, hizo el descubrimiento en abril de este año y su hallazgo fue reconocido hace días por el observatorio Pan-Starrs del Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawaii y la Universidad Hardin Simmons, a través de la Campaña Internacional de Búsqueda Astronómica (International Astronomical Search Collaboration, IASC, por sus siglas en inglés) que acompaña la NASA.
“Con mucha emoción, les comparto el reconocimiento que me ha hecho llegar la NASA, mi descubrimiento preliminar ahora es provisional, es decir, la NASA ya certificó que he descubierto un asteroide. Su nombre temporal es 2021GG40”, explicó Miguel en una publicación que realizó en sus redes sociales.
RT conversó con Miguel —con autorización de sus padres— para conocer más sobre lo que le apasiona, los detalles del hallazgo y cómo fue el proceso que lo llevó a obtener el reconocimiento de la NASA y las instituciones académicas.
“Toda la vida me ha gustado la astronomía”
Miguel es un chico agradable y educado, con mucha confianza en sus pensamientos y palabras, sobre todo cuando habla de lo que más le apasiona: la astronomía. “Toda la vida me ha gustado, desde muy pequeño, desde que tengo conocimiento, he sabido que me he querido dedicar a esto”, comenta.
“También tengo que decir que como un niño de 13 años también me encantan las películas, como las de Star War, las de superhéroes y las de acción”, añade Miguel, a quien también le gusta leer y le apasiona investigar, explorar y obtener nuevos conocimientos.
Los primeros libros que le interesaron fueron enciclopedias del espacio y del sistema solar. “Cuando los leo, aumenta mi interés por conocer más y profundizar en el maravilloso mundo de la ciencia y la astrofísica”, explica.
El camino de Miguel hacia el descubrimiento del asteroide se inició a través del Programa Órbita CI 130, que se dedica a la identificación temprana, diagnóstico, tutoría y asistencia integral especializada para niños y jóvenes con altas capacidades, alto rendimiento y superdotación.
Fue esta organización la que invitó a Miguel a que participara activamente como explorador en la campaña de búsqueda de asteroides que organiza la IASC y que se desarrolla alrededor del mundo.
¿Cómo fue el descubrimiento de Miguel?
“Gracias a que formo parte de esa fundación participé en esa campaña de búsqueda de asteroides y a través de ahí fue que logré descubrirlo”, explica Miguel, que indica que para hacer el hallazgo se requiere de mucha paciencia, enfoque y cumplir con los requerimientos.
“Es todo un proceso, primero uno se inscribe en la campaña de búsqueda de asteroides, que es organizada por la IASC. Luego, uno debe buscar las imágenes que toma el telescopio Pan-Starrs de la Universidad de Hawaii”, explica.
Las fotografías, añade, “son de un lugar en el sistema solar, entre el planeta Marte y Júpiter, que tiene muchos asteroides y mi deber como miembro de esa campaña es descargarlas, analizarlas y todo lo que vea debo colocarlo en un reporte escrito que envío a la coordinación de la IASC. Luego, un astrónomo profesional compara mi reporte escrito con una base de datos y ahí determinan si hay un posible nuevo asteroide o no”.
El reporte de Miguel ha pasado ya dos fases, la primera fue cuando el primer astrónomo catalogó su reporte como un ‘Descubrimiento ‘Preliminar’; y la segunda se produjo cuando expertos de varios observatorios analizaron nuevamente el informe y verificaron que sí se trata de un nuevo aporte.
“Varios observatorios estudian esa sección del cielo para ver si coinciden en que efectivamente es un nuevo asteroide. Cuando todos coinciden, se convierte en un ‘Descubrimiento Provisional’ y ahí es cuando la NASA lo certifica, lo reconoce y lo identifica”, detalla el pequeño investigador.
El proceso entre el descubrimiento preliminar y el provisional tarda varios meses, por eso, aunque Miguel hizo el hallazgo del asteroide en abril, no fue hasta diciembre que recibió la certificación. “Ahora deben hacer seguimiento a la órbita del asteroide hasta que se conozcan todas sus características, un proceso que tarda años, y luego es que se le puede colocar el nombre y se lo puedo colocar yo”, dice con ilusión.
Un admirador de Elon Musk
“Lo que más me gusta es investigar”, insiste Miguel cuando le preguntan qué es lo que más le llama la atención, además de la astronomía. Sin embargo, comenta que a medida que ha ido creciendo, sus padres y los docentes de su colegio le han inculcado que a su edad es importante incluir la práctica deportiva para su crecimiento y desarrollo.
“Por eso comencé a practicar tenis y boxeo, también me gusta la música, toco el cuatro [el característico instrumento musical venezolano] y mi música favorita es la de los años 70, 80 y 90”, dice el adolescente, quien confiesa que también le gusta aprender nuevos idiomas, como el inglés y el francés, que estudia desde hace varios años.
Al joven también le interesan la astrofísica, las cosmología, las ciencias planetarias y sobre todo, la ingeniería aeroespacial, una carrera que desea estudiar para convertirse en un profesional y trabajar con la NASA.
Otra de sus metas es conocer y conversar con el director ejecutivo de Space X y Tesla, Elon Musk. “Él es una inspiración, un modelo a seguir para mí. Ahora es una de las personas más influyentes del mundo, haciendo grandes avances tecnológicos y espaciales. Me gustaría reunirme y conversar con él”.
¿Por qué es importante la exploración espacial?
Para Miguel, la investigación y la exploración aeroespacial es lo que más puede ayudar a la humanidad, tanto en los avances tecnológicos como en su preservación como especie a futuro.
“La gente que dice que los viajes espaciales no aportan está muy equivocada, porque la tecnología que nos ayuda en la vida cotidiana viene de ahí y a veces ni nos damos cuenta. Está en la tecnología de los celulares, en el internet, las comunicaciones, las señales de satélite, las cámaras fotográficas, las laptop, en todo”.
En esa línea, afirma: “La exploración espacial nos va a seguir ayudando a continuar la evolución de la humanidad, a descubrir nuevos territorios, nuevas tecnologías, planetas y galaxias. Hasta que algún día sean comunes los viajes a la Luna, a Marte, los viajes interplanetarios y que incluso exista en el espacio una base donde podamos vivir”.
“A mí me encantaría tomar unas vacaciones en el espacio, que podamos llegar a Marte y vivir en una base creada por los astrónomos y que de ahí podamos viajar a otros planetas, que aunque parezcan cosas de ciencia ficción, estamos muy cerca de lograrlo”.
“Quiero dejar una huella en el mundo”
Este venezolano, a su corta edad, sigue trabajando en lograr nuevos hallazgos y alcanzar sus sueños, con el apoyo incondicional de sus padres. “Quiero dejar una huella en el mundo a través de la astronomía, que es el futuro, y le agradezco mucho a mis papás porque sin su apoyo no estuviese donde estoy ahora. Ellos me han apoyado desde muy chiquito en esto, que no es un interés común, y han hecho todo lo posible para brindarme las mejores herramientas y conducirme a mis sueños”.
Miguel agrega que los niños que tienen intereses poco comunes deben mantener vivos sus sueños y trabajar para conseguirlos, sin importar lo que les digan otras personas.
“Yo les digo que sigan creyendo en hacer ciencia, que no les de miedo que les interese algo que no es común en jóvenes de nuestra edad, que sigan estudiando, leyendo, investigando, escuchando conferencias”.
Para hacer ciencia no se necesita un gran telescopio o un gran laboratorio, añade Miguel, quien asegura que lo que se requiere para hacer un descubrimiento científico importante es ser perseverante, constante y dedicado.
En Venezuela, además del descubrimiento de Miguel, la IASC también ha reconocido el hallazgo reciente realizado por los investigadores venezolanos José Ángel Mora Robles, Antares José Mora Sánchez e Isaac Buitriago, del Centro Astronómico Caronte del estado Táchira, quienes lograron localizar una estrella distante ubicada en la Vía Láctea, que se cree podría ser una estrella enana que estaría experimentando un destello masivo.
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