DW.- 56 migrantes centroamericanos muertos y el doble de heridos dejó el 9 de diciembre de 2021 la volcadura de un camión en una carretera del estado mexicano de Chiapas, al sureste del país. Una fatídica antesala del Día Mundial del Migrante, que se conmemora el 18 de diciembre. En el camión viajaban más de 150 migrantes escondidos y hacinados con un único sueño: llegar hasta Estados Unidos.
“Lo más lamentable es que ha sido una tragedia evitable, porque desde muchos flancos se advirtió el riesgo que están corriendo los migrantes. La política migratoria de México y de todo el continente tiene grandes deficiencias que se convierten en riesgos para las personas”, dice en entrevista con DW Ana Saiz, directora de la organización civil mexicana Sin Fronteras.
De acuerdo con cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), actualmente hay en el mundo unos 281 millones de migrantes internacionales, que equivalen al 3,6 por ciento de la población mundial. De ellos, 59 millones (21 por ciento) se encuentran en América del Norte y 14,8 millones (5 por ciento) en América Latina y el Caribe.
Sueño americano truncado
“Latinoamérica se ha convertido en un inmenso corredor de migrantes hacia el norte y hacia el sur”, explica Luis Thayer, profesor especialista en migración de la Universidad Católica Silva Henríquez, de Chile. En la década de 1990 y principios de 2000, recuerda el experto, migraba gente de clase media, pero hoy en día migran los más pobres. “Salen a pie con lo que tienen puesto, se mueven en condiciones de mucho riesgo y encuentran fronteras cerradas”, afirma Thayer.
Los flujos migratorios a lo largo del triángulo norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador), por ejemplo, se contrajeron significativamente en 2020 y gran parte de 2021 debido a las restricciones por la pandemia del coronavirus, pero, con el avance de la vacunación y la reactivación de la economía estadounidense, las caravanas de migrantes han vuelto a cobrar fuerza.
Y las cifras de migrantes detenidos en México lo demuestran: entre enero y octubre de 2021, México detuvo a más de 228 mil migrantes y deportó a unos 82 mil, una cifra que no se registraba desde hace 15 años. Además, 123 mil personas solicitaron refugio, tres veces más de lo que se reportaba cada año. Por su parte, Estados Unidos detuvo este año a 1,7 millones de indocumentados en su frontera sur, otra cifra histórica que duplica el récord anterior.
El drama venezolano y haitiano
Otro de los dramas de la región es el éxodo venezolano, que mundialmente es solo superado por el sirio. Sobre la cantidad exacta de migrantes venezolanos no existen estadísticas oficiales, pero la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela, que depende de Naciones Unidas, ha informado de 6.038.937 migrantes venezolanos en todo el mundo. De ellos, 4.992,664 están en América Latina y el Caribe.
Si bien los principales países receptores, como Colombia, Perú, Chile o República Dominicana, han hecho esfuerzos para regularizar a los migrantes venezolanos, todavía haría falta una mejor coordinación regional. “Nos falta una institución que permita coordinar entre los países, porque es muy difícil resolverlo bilateralmente. No se puede seguir entendiendo la frontera como una línea. La gente se moviliza atravesando los países, donde también se encuentran con la xenofobia”, asegura el académico chileno.
En ese punto, Thayer recuerda el ataque a venezolanos en septiembre en el norte de Chile, donde las pertenencias de los migrantes fueron quemadas, algo que reflejaría el abandono del Estado en políticas migratorias: “No se puede dejar que la migración sea gestionada por la mano invisible del mercado. El Estado tiene que estar presente en las comunidades”, sostiene Thayer. Asimismo, agrega, la sociedad tiene que entender que “hoy migran los venezolanos o haitianos, pero mañana le puede tocar a cualquiera”.
La violencia, un nuevo factor común
Por su parte, la activista mexicana Saiz señala que también los haitianos son otro de los grupos de migrantes más discriminados y se encuentran en una situación especial de vulnerabilidad. “Los haitianos están llegando a México desde Chile o Brasil. Debido a la pandemia, su situación se precarizó y perdieron sus trabajos en esos países, donde también eran víctimas de racismo o estigmatización”, cuenta la experta.
“No se les puede devolver a Haití debido a todas las crisis que el país afronta, como el terremoto, el huracán o el magnicidio”, apunta Saiz. Y para estas personas sería difícil obtener asilo en el sistema mexicano o estadounidense, porque solo calificarían como migrantes económicos. “Ese es un claro ejemplo de cómo se tendría que abrir una opción de regularización migratoria para esta población”, dice la directora de Sin Fronteras.
Las principales razones por las que huyen los migrantes latinoamericanos son las crisis políticas, económicas y la miseria, pero cada vez se hace más evidente un común denominador: la violencia. “La violencia y las inseguridades que viven en sus países los llevan a buscar condiciones más seguras. Huyen de las pandillas de Centroamérica, del narcotráfico en México o de la inseguridad en Venezuela”, comenta el profesor Thayer.
Ante fronteras cerradas, rutas más riesgosas
Y mientras que en su camino se les cierran las fronteras o son extorsionados por “coyotes”, los migrantes buscan rutas más riesgosas para ingresar, como la selva o los desiertos. “La migración se va a seguir produciendo porque somos la región más inestable en temas políticos o económicos. Ahora estamos viviendo una realidad muy excepcional”, indica Thayer.
Al mismo tiempo, resalta el experto chileno, la región es el origen y destino del 80 por ciento de los migrantes latinoamericanos, lo que podría significar una ventaja: “Estas cifras también nos dicen que hay oportunidades de integración y de articulación que no tienen otros sistemas, como Europa, que recibe migrantes de Asia o África. Tenemos el mismo idioma o una cultura e historia en común”.
Sin embargo, insiste la directora de Sin Fronteras, las políticas migratorias siguen siendo dictadas “tristemente por el miedo, la discriminación y la xenofobia”. “No tiene sentido desde el punto de vista económico. En Estados Unidos o Inglaterra, por ejemplo, tienen problemas por la poca mano de obra”, señala Saiz. En general, agrega, “todavía hay mucho por hacer para enfrentar nuestra realidad”.
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