El cruce de señalamientos entre San Salvador y Washington va en aumento, y los supuestos chats con la saliente encargada de Negocios estadounidense, Jean Manes, son la ficha del mandatario centroamericano.
Las fricciones entre El Salvador y EE.UU. siguen aumentando. Esta semana, tras la imposición de sanciones de la Casa Blanca a varios funcionarios del Gobierno de Nayib Bukele, el mandatario centroamericano ha sacado a la luz las supuestas conversaciones que sostuvo con la saliente encargada de negocios estadounidense, Jean Manes.
“¿Acusaciones falsas? ¿Es falso que Jean Manes me pidiera que liberara a Neto Muyshondt (capturado en un video que entrega decenas de miles de dólares a los pandilleros)?”, tuiteó el jueves el presidente salvadoreño.
El dardo iba contra Brian Nichols, el subsecretario de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, quien aseguró que Bukele hacía acusaciones falsas contra Manes y el actual encargado de negocios, Brendan O’ Brien, para “distraer al pueblo salvadoreño de la corrupción” en la presidencia y dañar la relación con EE.UU.
“Seguimos siendo un amigo cercano y aliado del pueblo salvadoreño y continuaremos trabajando para promover los intereses de los ciudadanos de ambos países. Damos la bienvenida al diálogo y una mejor relación, pero no a costa de permanecer en silencio ante acciones dañinas“, sostuvo O’ Brien.
La decisión de EE.UU. contra El Salvador marca un punto de quiebre en la relación y abre un nuevo capítulo, con medidas coercitivas de por medio, que pone en tela de juicio el intento de acercamiento que hizo la administración de Biden con el envío de Jean Manes como negociadora, su fichaje “ideal” para el país centroamericano.
Una mediación fracasada
En mayo de este año, la polémica destitución de cinco magistrados del Tribunal Constitucional y del Fiscal General, Raúl Melara, por parte del Parlamento de mayoría oficialista, provocó las críticas de la oposición salvadoreña y de la Casa Blanca.
Aunque hasta entonces las relaciones entre Bukele y Biden no habían sido idílicas, como sí ocurrió durante el Gobierno de Donald Trump, la apuesta de la Casa Blanca fue designar a Manes como encargada de negocios para tender un “puente” con la administración salvadoreña. Pero no fue la mejor jugada.
Esta semana, Bukele acusó a Manes de haberle presionado para tomar varias decisiones en su Gobierno, a las que él no habría accedido. Esa negativa habría sido decisiva para cortar la relación con la diplomática, quien anunció en noviembre que dejaría el cargo porque no veía “interés” de El Salvador en mejorar las relaciones con EE.UU.
Las acusaciones de injerencia han sido constantes contra Manes, aunque los tuits de Bukele esta semana fueron aún más reveladores. Según el mandatario, la ex encargada de Negocios le hizo cuatro peticiones: la liberación de Ernesto Muyshondt, un político vinculado a pandillas que se encuentra en prisión; la no reelección del Fiscal General Rodolfo Delgado, actualmente en funciones; y el compromiso de “no tocar” al opositor Alfredo Cristiani y al ex fiscal general Douglas Meléndez. La cuarta demanda habría sido “detener los arrestos de las personas implicadas en los sobresueldos”, una presunta trama de corrupción que está siendo investigada por la Fiscalía.
Para Bukele, esas exigencias demostraban que había interés de Washington en interferir en las decisiones del Estado, y que las acciones de su administración contra la delincuencia no contaban con el espaldarazo de EE.UU., algo que ya se daba por sentado cuando la Casa Blanca retiró el apoyo económico que recibía su administración a través de la USAID. El punto de incordio es que varias investigaciones apuntan a que la histórica reducción de los homicidios y la violencia en El Salvador tendría su justificación en un pacto secreto establecido entre el Gobierno y las pandillas.
Sin embargo, el mandatario reveló que se había reunido a principios de esta semana con el sucesor de Manes, Brendan O’ Brien, para manifestarle su interés en “reparar la relación“. La respuesta de la Casa Blanca, un día después de ese encuentro, fue la imposición de sanciones contra altos funcionarios salvadoreños por presuntos tratos con líderes de pandillas criminales.
“Sometimiento absoluto”
Mientras la gestión de Biden asegura que las medidas tomadas contra El Salvador son para sancionar las negociaciones encubiertas entre funcionarios de Bukele y líderes pandilleros, el mandatario centroamericano sostiene que los señalamientos son falsos y solo tienen el interés de “someter” a su Gobierno.
“Está claro que el Gobierno de Estados Unidos no acepta colaboración, amistad o alianza. Es sometimiento absoluto, o nada. Se ven hasta absurdas esas acusaciones diarias. No sabía que les interesara tanto El Salvador. Tal vez lo que les interesa, es detener el ‘mal ejemplo”, tuiteó Bukele el jueves.
Entre los afectados por esas medidas coercitivas están Osiris Luna Meza, viceministro de Justicia y director general de Centros Penales del país centroamericano; Carlos Amílcar Marroquín Chica, director de Reconstrucción del Tejido Social; y la madre de Luna, Alma Yanira Meza Olivares.
Para Bukele, los intereses de EE.UU. en su país “no tienen nada que ver con la democracia”, sino en controlar las decisiones de los países aliados. Asimismo, cuestionó que ese tipo de ataques no ocurrieran en los Gobiernos de sus antecesores.
En su cuenta de Twitter, se preguntó: “¿Por qué quieren que regresemos al pasado? ¿Por qué no quieren que crezcamos? ¿Por qué les gustaba tanto cuando nos gobernaban los que nos mantuvieron en la pobreza, la violencia y el subdesarrollo?”.
RT
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