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Vie. Nov 22nd, 2024
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Los negociadores estadounidenses se ven sorprendidos ante la posición inflexible de los diplomáticos iraníes.

Las conversaciones sobre un nuevo Acuerdo nuclear entre Estados Unidos y la República Islámica de Irán se reiniciaron el día 29 de noviembre, luego de un impasse de casi 5 meses. Transcurrida la primera semana no se informaron avances significativos en las reuniones. Los negociadores estadounidenses se ven sorprendidos ante la posición inflexible de los diplomáticos iraníes que mantienen su demanda sobre el levantamiento total de las sanciones económicas y aceptaron solamente un descongelamiento gradual que no debe exceder un periodo de 6 meses por unos 90 mil millones de dólares retenidos en bancos y entidades financieras internacionales por las sanciones vigentes sobre el régimen.

Organizaciones supranacionales como Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea (UE) y la Organización del Atlántico Norte (OTAN), han expresado su deseo de que se alcance un acuerdo sólido para ambas partes. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, declaró en su momento que no hay actores en la comunidad internacional que deseen que las conversaciones finalicen en un nuevo fracaso. Incluso países a los que Irán considera enemigos -Israel y los estados árabes del Golfo- esperan un acuerdo final positivo que destrabe el controversial nuclear y brinde un marco amplio y equilibrado para la seguridad regional e internacional.

Sin embargo, agencias de inteligencia occidentales y árabes que trabajan juntas por los últimos 6 años, han informado a sus gobiernos que durante 2020 y 2021, Irán ha estado perfeccionando su sistema de armas convencional y fortaleciendo su poder militar ante la eventualidad de que esta nueva ronda de conversaciones no alcance el éxito esperado, lo cual puede derivar en ataques preventivos sobre territorio iraní por parte de países de la región.

Washington cuenta con información sensible sobre el programa de misiles balísticos que han sido perfeccionados para volar en trayectoria de arco por los ingenieros militares iraníes logrando optimizar su alcance y velocidad. Con esas reformas, los proyectiles pueden salir de la atmósfera terrestre antes de dirigirse a sus blancos a velocidades muy superiores a las conocidas, como es el caso del Sistema del misil DF 21, que puede hacerlo volando hasta 10 veces la velocidad del sonido. Este logro técnico de los militares iraníes abrió un debate sobre la seguridad de los portaaviones nucleares estadounidenses ya que el DF-21 supera a los aviones de ataque que sirven en esos portaaviones. Esto obligó a la Marina de los Estados Unidos a desarrollar misiles anti-balísticos para sus destructores y cruceros, esos proyectiles son conocidos como el misil SM-3.

La rapidez con la que Irán perfeccionó sus misiles balísticos anti-buque en el último año es una preocupación inocultable para Washington y es una señal firme de la decisión iraní que conforma un plan militar para el caso de que las cosas no vayan bien en las conversaciones de Viena.

En esa dirección es que el ministro de defensa israelí, Benny Gantz, está llevando adelante conversaciones con el secretario de estado, Antony Blinken; en ellas, los israelíes pidieron a Washington poner fin a las conversaciones denunciando que forman parte de una estrategia iraní con el único objetivo de ganar tiempo.

La inteligencia naval estadounidense sabe que no es simple programar un misil balístico para impactar un barco en movimiento como sí lo es una base militar que conforma un blanco fijo e inmóvil. Sin embargo, oficiales de la OTAN han informado a Washington que Irán desarrolló durante el último año un misil balístico anti-buque de alta precisión. Esta información fué confirmada por agencias de seguridad israelíes.

El secretario de estado, Antony Blinken (Reuters)
El secretario de estado, Antony Blinken (Reuters)

La marina estadounidense hizo saber a sus naves que el nuevo proyectil iraní es un derivado del misil de corto alcance Fateh-110 fabricado por la Guardia Revolucionaria años atrás. No obstante, el DF 21 supera las capacidades del Fateh-110 al utilizar combustible sólido y puede ser disparado en menos de una hora, lo cual lo hace muy efectivo como arma rápida de ataque frente a los misiles propulsados por combustible líquido que demandan más de 24 horas ser cargados y estar listos para ser disparados.

El nuevo misil ha inquietado también a los países árabes del Golfo, funcionarios de  seguridad han informado que utiliza un sistema de buscador electrónico-óptico que facilita a su ojiva (reformada y ampliada a 600 kilos) impactar del mismo modo en un blanco fijo o un objetivo naval en movimiento y que el misil puede alcanzar su blanco con un rango variable de entre 5 y 7 metros de precisión en su impacto.

El cohete está en servicio en unidades terrestres y navales de la Guardia Revolucionaria Islámica. Sin embargo, la inteligencia occidental no tiene certeza de su alcance efectivo dada su velocidad de Mach-3, lo que da lugar a especulaciones sobre la complejidad para ser interceptado por parte de los sistemas defensivos de las naves estadounidenses. Los buques de Estados Unidos desarrollan -en general- una velocidad de navegación de 30 nudos (55 kilómetros por hora) y sus sistemas electrónicos de defensa aseguran la detección temprana de un misil, por lo que su velocidad les permitiría maniobras y tiempo suficiente para activar sus armas e interceptarlo, pero ante la posibilidad de disparos de más de un misil al mismo blanco, el objetivo puede ser impactado.

El nuevo misil iraní cuenta también con factores favorables que le brinda el Golfo Pérsico, que al ser bastante estrecho, cuenta con 56 kilómetros de extensión en el estrecho de Ormuz y un máximo de 353 kilómetros en su geografía más ancha. Así, en la medida que el misil alcance velocidad, el tiempo de alerta temprana puede reducirse y convertirse en un proyectil difícil de ser interceptado. También en relación a la localización de naves estadounidenses, las dimensiones del Golfo brindan mayores facilidades de detección de un barco, lo que es mucho más fácil de realizar que en la inmensidad de aguas abiertas del Océano. La situación puede ser compleja considerando que allí la marina iraní vigila esas aguas con amplitud a través de lanchas rápidas, naves medianas y sumergibles; y además de helicópteros y drones, cuenta con radares terrestres y marítimos.

Una de las mayores preocupaciones de Washington ante un resultado negativo en las reuniones que se llevan adelante en Viena, es también el volúmen de transporte comercial en aguas del Estrecho de Ormuz y el Golfo Pérsico, algo que de escalar un conflicto puede verse gravemente alterado y afectaría a toda la comunidad internacional en materia energética.

Alcanzar un acuerdo con Irán es el deseo de Washington, el diálogo todavía está en marcha, pero también sabe que, en paralelo a las conversaciones, Irán está trabajando en mejorar sus sistemas balísticos de defensa y ataque a unidades marítimas en la zona. Ante éste escenario, muchos analistas sostienen que los iraníes juegan la  carta del misil DF 21 como elemento de presión en la negociación para interponer cierta disuasión militar. Sin embargo, si las conversaciones no llegan al acuerdo deseado, el contexto regional proyecta una escalada de tensiones que amenazan con una grave profundización y pueden derivar en un breve -pero destructivo- conflicto militar para Irán. Los países árabes del Golfo e Israel ya comunicaron este escenario a los Estados Unidos y han dicho estar preparados para la contingencia.


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