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Vie. Nov 22nd, 2024
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Para emanciparse no sólo hay que tener entusiasmo, también recursos económicos. Sigue siendo un reto para la población joven española. A mediados de 2023, sólo el 16,3% de ella lo había logrado, lo que significa una mejora de 0,37 puntos porcentuales, con respecto al año anterior. Supone también el inicio de una tendencia ascendente desde 2021, cuando la tasa de emancipación cayó más de tres puntos, aunque permanece lejos de los niveles pre pandemia y del máximo del 26,1% al que se llegó antes del estallido de la crisis de 2008 y de la media de la Unión Europea (UE), del 31,9% en 2022. Todo esto, según la última actualización del Observatorio de emancipación realizada por el Consejo de la Juventud de España con datos relativos al primer semestre de 2023.

En ese contexto, cabe destacarse que son las mujeres las que más toman la iniciativa de abandonar la casa de sus padres. Es más, “el incremento de la tasa de emancipación” se ha producido “sólo y exclusivamente entre las mujeres jóvenes, ya que entre los hombres de su mismo grupo de edad la independencia habitacional sufrió un ligero retroceso, de 0,07 puntos porcentuales”, de acuerdo a lo reflejado en el informe estatal del Observatorio. “Era más habitual que hacía un año –se apostilla en él– que los hombres jóvenes vivieran en el hogar familiar que las mujeres. A pesar de esto, la proporción de hombres jóvenes que se emancipaban en solitario era el doble que la de mujeres”. En resumen, ellas se independizan 6 puntos porcentuales más que ellos, pero lo hacen menos en solitario.

La diferencia en el impulso emancipador entre géneros se soporta sobre una arquitectura multicausal. El empleo está ligado de forma incuestionable con la posibilidad de salir del hogar familiar y en el mencionado estudio se destaca que “la reducción de la tasa de paro entre mediados de 2022 y de 2023 se dio exclusivamente entre las mujeres jóvenes: bajó 1,5 puntos porcentuales, mientras que entre los hombres jóvenes aumentó 0,4 puntos”. Junto a ello, en concreto en el primer semestre del pasado año, el paro joven decreció a niveles de 2008, se redujo la parcialidad laboral no deseada y se acrecentó el colectivo de personas jóvenes “sisis”, es decir, que estudiaban y trabajaban a la vez, pasando de ser el 32,3% en 2022 al 34% en 2023. Muchas de estas mejoras afectaron en especial a las féminas jóvenes, “más propensas a compaginar trabajo y estudios que los hombres de su mismo grupo de edad”.

La radiografía del Consejo de la Juventud evidencia que a mediados de 2023 el 65% de toda la población joven en España “contaban con estudios más allá de los obligatorios”, ya fueran secundarios o superiores. Junto a esto, seis de cada diez jóvenes estaban estudiando, “la proporción más alta desde, al menos, 2017”. Y también en este apartado, las mujeres tenían un mayor nivel de formación que los hombres de su mismo grupo de edad: mientras el 31,8% de ellas contaba con estudios superiores y el 36,8%, secundarios postobligatorios; los porcentajes asociados a ellos eran del 25,7% y del 35,7%, respectivamente. Y había más población joven femenina estudiando, el 63,6% del total, que masculina, el 56,6%. En relación a esas cifras, hay que señalar que el acrecentamiento de la tasa de emancipación que se dio en el periodo observado con respecto al año anterior, está vinculada a las personas que estudiaban. “Aunque seguían siendo muy pocas (sólo el 7,6% de quienes estudiaban vivían fuera del domicilio familiar), eran un 18,8% más que un año atrás”, se afirma en la documentación del Observatorio. Para añadir que, con independencia de si se prolongaba o no el aprendizaje, “quienes más podían emanciparse eran las personas con estudios superiores”. A continuación, quienes “tenían estudios primarios o no tenían –estos últimos por lo general se incorporan antes al mercado de trabajo–“.

Dentro de la dimensión laboral, la contratación de personas jóvenes a tiempo parcial, esto es, menos de 40 horas semanales, se achicó en el primer semestre de 2023 un total de 0,9 puntos porcentuales, lo que posibilitó que de cada cuatro jóvenes que trabajaban, tres lo hacían a tiempo completo. “Esta proporción bajó sólo entre las mujeres jóvenes (2,5 puntos), mientras que en los hombres de su mismo grupo de edad se mantuvo constante en términos relativos e incluso subió en términos absolutos”, se asegura en el estudio.

Dificultades comunes, más allá de géneros, fueron que el salario joven medio se situó en 1.005,22 euros netos al mes y el alquiler mediano de una vivienda libre anotó récord “desde que existen registros” al escalar hasta los 944 euros mensuales, el 93,9% del sueldo de una persona joven. A esto se suma que el precio de los suministros se expandió hasta un 70,1%, debido en gran parte a las consecuencias de la guerra en Ucrania. El gasto medio de un hogar joven en electricidad, gas, agua y otros servicios se disparó hasta los 138,12 euros mensuales. En conjunto, el alquiler en solitario y esas facturas, supondrían 1.082,12 euros mensuales, con lo que a un o una joven, le faltarían 76,9 euros para poder vivir. En ese contexto, muchas personas se vieron abocadas a compartir casa, pero una habitación costaba 375 euros al mes, el equivalente al 37,3% del salario medio joven en 10 de las 17 comunidades y en cuatro de ellas, incluso, superaba el 40%. La opción de comprar tampoco era para todos los bolsillos, ya que la primera mensualidad de una hipoteca “correspondería al 65,9% del salario mediano joven” y para pagar la entrada de una vivienda habría que “ahorrar 53.796 euros, el equivalente a cuatro años y medio de su sueldo”.

La leve mejora de parámetros de 2023 no cubrió todo el mapa nacional. De hecho, en diez comunidades la tasa de emancipación se redujo con respecto al primer semestre de 2022, una desigualdad asociada a la distinta tasa de paro juvenil que existe por territorios y a las divergencias salariales. En nueve de las 17 regiones, el salario neto mediano del colectivo joven era de menos de 1.000 euros al mes en 12 pagas y era mayor que el salario mínimo de 2023 en seis. Los territorios con peor indicador fueron Cantabria, 11%, Andalucía, 12,9%; y Castilla La Mancha, con el 13,3%.

Para el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y subdirector de Fedea, José Ignacio Conde-Ruiz, esos datos acumulados por el Consejo “son sólo la punta del iceberg”. Cree que “existe una brecha generacional”, en el sentido de que “si los jóvenes de ahora se están emancipando más de cinco años más tarde que cuando yo era joven, no creo que sea porque les guste quedarse en casa de sus padres, sino porque no pueden”.  ¿A qué se debe? “Es un cúmulo de cosas”, responde. Enumera las principales: “Un mercado laboral más precario en el que los jóvenes tienen carreras más intermitentes, los salarios no están creciendo, los precios de la vivienda están subiendo mucho más que éstos, tanto para el alquiler como para la compra, por lo que tienen que dedicar más proporción de su sueldo a la vivienda”. A ello engarza que la juventud “está en un mundo más globalizado, en una economía digital, donde el empleo se genera principalmente en las ciudades, mientras antes se repartía a lo largo de todo el territorio, lo que hace que el problema de la vivienda sea aún mayor porque tienen que ir todos donde está el trabajo y allí no hay suficientes y los precios suben”, sostiene.

Y hay más. Conde-Ruiz pone el acento en que “no tienen ayudas y eso es un problema de que la prioridad de los recursos públicos se destina sobre todo a los mayores”. Es autor del libro La juventud atracada, junto a Carlotta Conde, y en él defienden esa tesis: “Cuando yo era joven, nosotros pesábamos el 35% del electorado, pero cada vez son menos y en la actualidad casi no llegan al 20%, por lo que son invisibles para los políticos y, por tanto, nunca van a priorizar los recursos hacia ellos y cada vez va a ser peor”, vaticina. Augura luego que volverán a llegar en torrente estos días las palabras de “preocupación”, pero, “a la hora de la verdad, dónde está la vivienda pública en alquiler para jóvenes, apenas si hay; dónde están los recursos para la emancipación, apenas si hay; dónde están las ayudas a la natalidad…”, se pregunta.

Completa su argumentación: “Sabemos que España es un país en el que si el joven está en casa de sus padres, ese hogar no es pobre, pero si decide salir e independizarse solo, ese hogar probablemente será pobre, porque estará por debajo del umbral de la pobreza. Si consigue una pareja y se independizan entre los dos, como decidan tener un hijo, dado que los salarios son bajos y con el nuevo miembro, posiblemente se convierta en un hogar pobre”. Y para rematar, el subdirector de Fedea hilvana que “quienes tienen 35 años han sufrido dos crisis brutales en su etapa laboral más importante, la financiera de 2008 y la de la covid, cuando lo normal era haber vivido una como mucho. Y hay ciertos trabajos económicos que hacen ver cómo las crisis generan cicatrices cuando se producen a una edad temprana en tu carrera profesional”. Insiste en que “todo esto no parece importar a la clase política que podría buscar soluciones” y a la que insta a “priorizar recursos hacia ellos”.

Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/economia/mujeres-independizan-hombres-permancen-casa-mama-solitario_1_1689506.html


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