Seguridad vial: una epidemia que exige medidas urgentes

Cada fin de año se repite la misma historia: las fiestas, las vacaciones y el consumo de alcohol se convierten en un cóctel letal que aumenta exponencialmente la cantidad de accidentes de tránsito. Las campañas de concienciación, aunque necesarias, parecen no ser suficientes para frenar esta terrible epidemia que azota a nuestro país.

Las cifras son alarmantes: Paraguay tiene una tasa de mortalidad por accidentes de tránsito de 22 por cada 100.000 habitantes, una de las más altas de la región. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2022 más de 1.300 personas perdieron la vida en accidentes de tránsito en Paraguay, y miles más resultaron heridas, muchas de ellas con graves secuelas.

Es oportuna la época del año para impulsar acciones de concienciación, que deberían de extenderse a todo el país, ya que en estos meses es cuando se realizan todo tipo de encuentros sociales y recreativos donde se consume gran cantidad de bebidas alcohólicas, elemento estrechamente ligado a la ocurrencia de accidentes en las calles y rutas.

El problema de la seguridad vial ya tiene en nuestro país las proporciones de una terrible epidemia. Cada día, los casos de muertes, mutilaciones o heridos graves a consecuencia de colisiones automovilísticas llenan las páginas policiales de la prensa o los informes de los noticieros de televisión. Se trata ya de un asunto de salud pública que está creciendo aceleradamente debido al aumento descontrolado del parque automotor, las deficiencias estructurales de los caminos, los escasos controles policiales y la falta de conciencia de muchos conductores y transeúntes.

Además del costo humano, los accidentes de tránsito representan una verdadera sangría de recursos para las familias afectadas y para el Estado. El sector público debe destinar grandes fondos a la atención de víctimas de accidentes que muy bien podrían haberse evitado.

Datos actualizados referentes a esta problemática señalan que el mayor número de accidentes se producen en capital, y en los departamentos de Central y Alto Paraná, seguidos de Itapúa y San Pedro. Las víctimas están comprendidas, en su gran mayoría, entre los 15 y los 34 años de edad, en su mayoría conductores de motocicletas.

La seguridad vial es un problema de todos. Solo con un esfuerzo conjunto del Estado, la sociedad civil y las familias podremos revertir esta situación.

El Estado debe asumir su responsabilidad en la prevención de accidentes de tránsito, invirtiendo en infraestructura vial, control y educación vial. Igualmente, las organizaciones de la sociedad civil pueden contribuir a la seguridad vial realizando campañas de concienciación y promoviendo la educación vial. Finalmente, las familias deben enseñar a sus hijos desde pequeños sobre la importancia de la seguridad vial y cómo comportarse de forma responsable en las calles y rutas.

Es hora de tomar medidas urgentes para prevenir más tragedias en las calles y rutas del Paraguay. La seguridad vial es un derecho de todos y una responsabilidad compartida.

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