Rodeada por residencias privadas, un edificio y un recinto militar, allí está la casona; el tráfico de vehículos es siempre intenso por ese barrio, pero últimamente, la Residencia Presidencial de San Jorge pasa casi desapercibida para quien camina por el lugar. Solo llama la atención los dos o tres soldados que la vigilan y una descolorida bandera tricolor que flamea con el viento. Así, el edificio que albergó a 13 presidentes de Bolivia enfrenta el deterioro y el olvido. El actual presidente Luis Arce no se mudó a la vivienda y prefiere permanecer su departamento de Miraflores.
Los últimos huéspedes de la Residencia Presidencial fueron Evo Morales, quien habitó la casona por casi 14 años, desde 2006 hasta noviembre de 2019. Jeanine Añez que fue su última huésped, quien en noviembre de 2019 se trasladó allí con sus dos hijos y sus mascotas. Vivió en el lugar hasta noviembre de 2020.
Y en los casi 50 años desde que fue construida, tras los gruesos muros de la Residencia Presidencial se escribieron hechos, anécdotas y dramas que la historia formal no cuenta y que sus huéspedes guardan con recelo.
Sin huésped
Contrariamente a lo que hacía Morales cuando era jefe de Estado, el presidente Arce prácticamente desechó la idea de mudarse con su familia a la casona de San Jorge, en La Paz. Prefiere mantener una dinámica austera en la que, por ejemplo, ya no emplea el helicóptero en el que Evo solía sobrevolar casi a diario desde el helipuerto de San Jorge hasta la Casa Grande del Pueblo o el hangar presidencial en la Fuerza Aérea de El Alto, según una fuente del Órgano Ejecutivo.
“El presidente Luis Arce todavía está en Miraflores, creo que no le gusta San Jorge, más prefiere su departamento en Miraflores. Sus reuniones las hace en la Casa Grande del Pueblo, tampoco usa el helicóptero, solo la vagoneta que lo lleva y lo trae, más dos motociclistas que son de seguridad”, dijo un alto funcionario del Ejecutivo a EL DEBER.
La vivienda del jefe de Estado también pasa casi desapercibida para los miraflorinos que solo se percatan de la presencia del presidente Arce. Frente a su morada, en la avenida Busch, muy temprano en la mañana, está la vagoneta presidencial, junto con las dos motocicletas blancas y los uniformados que las montan y que son parte de su seguridad, listos para escoltarlo hasta el edificio del Órgano Ejecutivo.
Los últimos inquilinos
Entre 2006 y 2020, la vida en la Residencia Presidencial fue intensa, sobre todo en las tres gestiones de Evo Morales, y aunque en menor proporción, con Jeanine Añez que hizo de la Residencia su hogar por un año.
Después de ganar las elecciones en 2005 y asumir la presidencia en enero de 2006, Morales tenía recelo de la Residencia Presidencial. Dos semanas después que asumió el mando seguía viviendo en su departamento de la avenida Busch, hasta que sus allegados lograron convencerlo para mudarse a San Jorge. Y la idea inicial era que junto a Morales también se muden Álvaro García que era el vicepresidente, además de Santos Ramírez y Edmundo Novillo, que en ese entonces eran los presidentes del Senado y Diputados. No obstante, este hecho no prosperó.
“El presidente de ese entonces realizaba reuniones algunos fines de semana, cuando no se viajaba, o algunas noches. El presidente (Evo Morales) convocaba a los ministros para gabinetes de hidrocarburos, jurídicos o económicos. Eran reuniones muy reservadas”, cuenta a EL DEBER, Alex Contreras, que era vocero presidencial de Morales en su primera gestión.
Contreras cuenta pasajes que normalmente no ocurrían en el Palacio Quemado: “Un domingo en la mañana nos reuníamos en la Residencia Presidencial y de pronto aparecía un chicharrón cochabambino que el presidente encargaba y le enviaban en el primer vuelo desde Cochabamba. Había una persona que recogía la encomienda en el aeropuerto y a las 10 de la mañana, en medio de la reunión ya estábamos saboreando un rico plato en la Residencia de San Jorge”.
Ya en 2019, el último año de Morales en el poder, las protestas sociales también llegaron a la casona de San Jorge. La primera de ellas fue en agosto de ese año cuando los incendios forestales arrasaron con la Chiquitanía cruceña. “¡Ayuda internacional! ¡Abrogen el decreto, Chiquitanía en fuego!” Eran los gritos de los activistas frente a los portones de la casa resguardada por policías.
La segunda masiva protesta fue la noche del 26 de octubre de 2019, en el cumpleaños de Morales, cuando los universitarios se apostaron frente a la Residencia Presidencial para realizar un bullicioso mitin de protesta con arengas contra Morales, que vivía sus últimos días al mando del país. “¡Esto no es Cuba, tampoco Venezuela! ¡Esto es Bolivia y Bolivia se respeta!”, se escuchaba.
En tanto, la expresidenta Añez que fue la última en habitar la mansión junto con sus hijos, también realizaba reuniones de gabinete de ministros, daba mensajes al país y en plena pandemia del coronavirus se contagió con ese mal y se aisló en la casona.
En diciembre de 2019, unos días antes de Navidad, agasajó a todo el personal de la Residencia Presidencial. “Un gran equipo me acompaña diariamente en la Residencia Presidencial, hoy quise agradecerles un poquito todo el cariño”, se lee en un post que en ese tiempo redactó Añez.
Las mascotas de los presidentes también fueron parte de la casa. Añez adoptó a tres perritos en la casona: Pitita, Negrito y Federica. Morales tenía a Ringo.
El expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada también vivió allí. En 2003 abandonó la casona en medio de protestas sociales que se habían instalado para exigir su renuncia en medio de lo que fue la llamada “guerra del gas”.
Fuente de esta noticia Diario El Deber Bolivia.
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