En una fría mañana de diciembre, Andrea Römmele, profesora de la prestigiosa Hertie School of Governance, llegaba a su reunión con la Asociación de la Prensa Extranjera de Berlín con una preocupante observación. “Si había un cortafuegos contra la ultraderecha, el fuego lo ha superado hace ya tiempo”, decía Römmele aludiendo a la situación política de la que se está beneficiando actualmente el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). Römmele no exageraba al dirigirse en esos términos a la decena de periodistas de todo el mundo –incluido infoLibre– en la sede de la Conferencia de Prensa Federal (BPK por sus siglas alemanas), asociación con sede en pleno corazón de la capital alemana y situada a escasos metros de la Cancillería Federal donde trabaja el jefe del Gobierno alemán, Olaf Scholz.
No es que el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), ni sus socios en el Ejecutivo –Los Verdes y liberales del FDP–, ni los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) hayan cambiado su actitud ante AfD. Todos rechazan la cooperación en materia de gobierno con AfD.
Lo que ocurre es que AfD ya está llegando por sus propios medios al poder, sin necesidad de las formaciones del mainstream político. Así, este año, cuando AfD ha cumplido diez años de vida, el partido ha celebrado, entre otras cosas, hacerse con el control de un distrito y dos alcaldías.
El pasado mes de junio, un político de AfD, Robert Sesselmann, ganaba la votación que le situaba en la sala de mandos del Landrat de Sonneberg. Los Landräte son órganos de Gobierno con responsabilidades administrativas en la política local. Sesselmann tiene la dirección administrativa de ese órgano, que trabaja para una región en la que viven unas 75.000 personas.
En julio, Hannes Loth, otro político de AfD, se hacía con la alcaldía en la población de Raghun-Jeßnitz, habitada por unas 10.000 personas. Y este mes de diciembre, Tim Lochner se hacía con la victoria en la decisiva votación por el Ayuntamiento de la ciudad de Pirna –donde viven unas 40.000 personas–, convirtiéndose así en el primer político de AfD al mando de una urbe considerada administrativamente como “gran ciudad”. Lochner no es miembro de AfD oficialmente, sin embargo, en las elecciones al Ayuntamiento era el candidato del partido ‘ultra’.
Sonneberg, Raghun-Jeßnitz y Pirna son ejemplos notorios de que el empuje de AfD ofrece resultados políticos concretos. El partido ultra alemán ya toca poder. A nivel nacional, AfD “ya ha conseguido que determinados temas, temas como la inmigración, se hayan anclado en el debate público y está obligando a que los otros partidos se vean obligados a adoptar posiciones sobre estos asuntos”, según explicaba en Berlín Römmele, la experta de la Hertie School of Governance.
No en vano, hasta el canciller Scholz dejaba dicho en octubre en unas declaraciones al semanario Der Spiegel: “tenemos que realizar más expulsiones y más rápidas”. Así aludía a lo que, a su entender, hay que hacer a partir de ya con inmigrantes ilegales en suelo germano y con los demandantes de asilo a los que no se les ha concedido el estatus de refugiado. Sus socios de coalición ecologistas y liberales no están en disonancia con esta línea.
Sondeos de intención de voto actuales señalan que AfD lograría en unas elecciones generales entre un 18% y un 23% del apoyo del electorado. Desde hace meses AfD figura en los sondeos cómo segunda fuerza electoral en Alemania, sólo superada por la CDU.
Los porcentajes que se le atribuyen ahora a AfD son claramente superiores al 10,3% cosechado en los comicios generales de 2021. También supera al 12,6% obtenido en las elecciones generales 2017, cuando aún coleaba la crisis de los refugiados de 2015 y 2016 y en la que 1,2 millones de demandantes de asilo llegaron a suelo germano procedentes, en su mayoría, de Siria.
En 2013, año en que se fundó el partido, AfD se quedó a las puertas del Bundestag. Entonces no superó por poco el 5% necesario para estar lograr la representación parlamentaria.
En 2024, año marcado por la cita con las urnas en las elecciones europeas, en junio, y, en Alemania, por los comicios en los Länder de Brandeburgo, Thuringia y Sajonia, en septiembre, podría ser el mejor año de la historia de AfD. En Thuringia, por ejemplo, hay sondeos que ven al partido ganando las elecciones con un 34% de los votos.
No hay duda de que el alza de AfD es un proceso estable. “La lucha de la sociedad contra AfD en los últimos años ha fracasado”, planteaba en un largo artículo en noviembre el Der Spiegel. Esa constatación formaba parte del contenido de un detallado análisis sobre la “ultima ratio” frente al partido de ultraderecha. A saber, la prohibición.
Hay que tener en cuenta que AfD es un partido que incluso líderes de la ultraderecha europea como el primer ministro húngaro Viktor Orbán prefieren mantener al margen. El pasado mes de junio, Orbán ignoraba a AfD en la reunión que organizó en Budapest con otros líderes de la derecha de la derecha europea, entre los que se encontraban figuras de Vox, el Partido de la Libertad de Austria y de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, según ha trascendido en la prensa germana.
El análisis que se hace en Alemania a cuenta de hechos así es que “AfD es demasiado radical” incluso para esos partidos europeos, a menudo presentados como equivalentes. Según ha explicado al Der Spiegel el sociólogo Matthias Quent, profesor de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Mageddburgo-Stendal, “si la comparamos con otros movimientos políticos de extrema derecha en Europa, AfD es mucho más extrema con su dura ideología nacionalista”.
Producto de ese extremismo es que haya tres secciones de AfD -la de Thuringia, Sajonia-Anhalt y Sajonia- que han sido confirmados como “casos de extremismo de derechas” por las Oficinas de Protección de la Constitución de esos Länder. Esas “oficinas” son, en realidad, los servicios de espionaje de los ministerios del Interior de esos estados federados.
A nivel federal, el Ministerio del Interior del Gobierno de Scholz, en manos de la también socialdemócrata Nancy Faeser, considera a AfD como “sospechoso de ser extremista de derechas”. En Thuringia, Sajonia-Anhalt y Sajonia, las autoridades han ido un paso más allá, lo que significa que podrán mantener bajo particular observación y vigilancia a los integrantes del partido.
Con todo, la prohibición de AfD no está a la vuelta de la esquina. En la historia de la Alemania posterior la Segunda Guerra Mundial, sólo hubo dos partidos contra los que tuvo éxito un proceso de prohibición. A saber, el Partido Socialista del Reich (SPR), partido de nostálgicos del III Reich, prohibido en 1952, y el Partido Comunista de Alemania (KPD), proscrito en 1956.
De momento, el debate público en Alemania no han tenido éxito esfuerzos de quienes quieren llevar al parlamento que se vote la prohibición de AfD. El propio canciller Scholz se ha manifestado en contra de una medida así, al igual que su ministra del Interior.
Queda, de cara a 2024, esperar que otras soluciones surtan efecto frente a AfD. A Scholz le gustaría que sus políticas, una vez empiecen a ofrecer resultados, frenen el atractivo de una formación ultraderecha que él ha llamado el “partido del mal humor”. Otros, sin embargo, no hablan de “mal humor”, sino “pesimismo”.
Es lo que hace, por ejemplo Nils Petersen, analista del instituto de estudios demoscópicos Allensbach. Para él, a AfD la votan y dicen querer votarle quienes son pesimistas sobre el futuro. Pero el pesimismo es, hasta ahora, un fenómeno limitado. De hecho, el actual 20% de personas que dicen votarían por AfD es el tope al que puede aspirar la que es la formación más escorada a la derecha del espectro político teutón.
“Si AfD está en el 19% en las encuestas, ha agotado su potencial más que ningún otro partido. Ahora está, por el momento, en su máximo”, han señalado en el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung, inspirándose de las cuentas que hace Petersen en le instituto Allensbach.
Ese porcentaje, aunque incapacite al partido para situar, en caso de elecciones generales, a un candidato suyo en la Cancillería Federal, no oculta que, en el este alemán, en lo que otrora fue la República Democrática de Alemania (RDA), AfD es sensiblemente más fuerte que en el resto del país. El curso político 2024 seguramente ofrezca pruebas de esto mismo.
Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/internacional/2024-ano-caer-muro-extrema-derecha-alemania_1_1673324.html
- El anuncio de Volvo entusiasma a los grupos provida mientras el de Jaguar sacude la red con burlas - 23 de noviembre de 2024
- Uruguay presidió la última reunión de la CRPM del año - 23 de noviembre de 2024
- Derechos Humanos, Democracia y Migración en la región fueron los temas destacados de la RAADH - 23 de noviembre de 2024