En lo que va del año, nuevamente tuvimos diversas manifestaciones de índole violenta, en donde personas, que no estaban de acuerdo con ciertas cosas o hacían reivindicaciones, salieron a las calles a bloquear e incidentar, impidiendo el paso y circulación de terceros. Tal fue el caso de los seguidores del polémico político Paraguayo Cubas (Cruzada Nacional), disconformes con el resultado electoral del 30 de abril, quienes salieron a manifestarse. Pero no pacíficamente, sino incidentando e incluso agrediendo a personas que no querían plegarse a su “causa”.
Y más recientemente, las protestas de sindicalistas, principalmente de la ANDE, en contra de la aprobación de la ley que crea la superintendencia de Jubilaciones y Pensiones, quienes crearon todo tipo de incidentes en el marco de protestas que no siempre estuvieron libres de violencia. Si bien los medios generalmente adoptan una conducta tendiente a matizar la conducta de los manifestantes y de satanizar al Gobierno y las fuerzas de seguridad, es recomendable ponerse del lado de la ciudadanía, que es la sufre de este tipo de “protestas” que siempre incluyen el cierre y bloqueo de rutas, como medida de presión.
En los últimos años, se ha vuelto una práctica común en Paraguay que diversos grupos sociales y políticos, de diferentes posiciones ideológicas, recurran a actos violentos para llamar la atención y exigir el cumplimiento de alguna reivindicación económica o social.
Esta tendencia ha llevado a que muchas personas crean que la violencia es el único medio válido para conseguir sus objetivos. Sin embargo, esta creencia es una aberración que va contra las leyes vigentes y viola los derechos de terceros.
En Paraguay, debido a las debilidades de las instituciones y la debilidad de las autoridades, el que grita más fuerte o hace más desorden parece tener la razón. Esto ha llevado a que los grupos violentos sean recompensados con el cumplimiento de sus demandas, lo que solo refuerza su comportamiento.
Es importante recordar que la violencia nunca es la respuesta. El diálogo sincero y la negociación civilizada son los únicos instrumentos válidos para canalizar cualquier tipo de reclamo. Por ello, es necesario rechazar categóricamente todo tipo de violencia, venga de donde viniere. Los que violan la ley deben ser juzgados y castigados, sin importar sus motivaciones.
También hay que tomar extrema precaución con los políticos, pescadores de río revuelto y agitadores que buscan sacar provecho de esta situación con fines electorales. Son ellos los que azuzan a los manifestantes y hacen que nuestro país se convierta en un barril de pólvora constantemente, ante cualquier grupo que crea tener reivindicaciones, para lo cual decide “tomar las calles” para hacerse sentir.
FUENTE DE ESTA NOTICIA: https://www.laclave.com.py/2023/12/19/tomar-las-calles-para-reivindicar-lo-que-sea-una-practica-peligrosa/
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