Muchos le preguntan por qué en sus redes no tiene fotos en las que luzca enferma, con cáncer terminal.
Vannia Ávalos responde que no habrá una imagen así porque esto es solo una batalla, no un lugar para quedarse. “Este desierto ya se acaba”, posteó.
En medio del dolor, esta joven madre se siente la “obra de Dios más amada”, y expectante ante lo sobrenatural, su milagro. Ese que le permitirá permanecer al lado de su hijo adolescente por muchos años.
En esta fecha, cuando los corazones se ablandan más, hay plegarias, como la de Vannia, dignas de acompañamiento.
También existen otras historias, las de necesidad, porque el cáncer es una de las enfermedades más crueles con la economía de las familias, tanto que hasta puede dejar a un paciente abandonado a su suerte.
Su nombre hace honor a cómo se siente. Soledad Sullca tiene 25 años y un diagnóstico de leucemia linfoblástica aguda desde mayo del año pasado.
Debería estar celebrando su reciente culminación del bachillerato, pero está más preocupada por conseguir víveres para su alimentación.
Debido a su enfermedad no tiene trabajo, con suerte reúne dinero para alguna quimioterapia, con la venta de artesanías que aprendió a elaborar en este trance. Sin embargo, no tiene pedidos.
La bienvenida al 2023 la pasó postrada en el Oncológico, viendo cómo las enfermeras daban vueltas por los pasillos arrastrando las maletas.
Prácticamente afronta la enfermedad sin apoyo. Su mamá vende abarrotes en el Abasto, la ayuda en lo que puede, pero no siempre logra estar presente. Sus hermanos la llaman, pero nadie la visita. A veces, incluso, las enfermeras, le ayudan con los papeles para los tratamientos.
Vive en un cuarto que gentilmente le alquiló, casi a precio de costo, una señora amiga que la vio desesperada y sin tener dónde ir al salir de la internación.
“Me afecta mucho estar sola. No he planeado nada en Navidad, estaré sola, me gustaría ir a visitar a mis hermanitas al campo, explorar el monte como antes, pescar”, viaja a su hermoso pasado.
Julio Rivero no logra conciliar el sueño. Por su mente desfilan las cuentas por pagar y los remedios que no logra cubrir.
A su compañera de vida, Eliana Gómez, le diagnosticaron cáncer en la matriz en mayo de este año. En junio tuvieron que operarla, y actualmente se encuentra internada en el Oncológico. No saben cómo juntar Bs 2.800 para comprar dos catéteres, que se usarán en un tratamiento renal.
Vendió su motito y la Navidad los agarró desempleados. Va y viene desde Warnes, lo que encarece más los gastos. “No estamos enfocados en Navidad, sino en conseguir los recursos para ella, para que pueda salir. No hay quién nos deba un sueldo”, suspiró.
Bombero
A Jerson Bravo le diagnosticaron cáncer en el estómago, y como la enfermedad está en buena parte de ese órgano, no es posible operarlo. “Solo tendrá tratamiento radiológico y quimioterapia para ver la evolución”, explicaron desde Fundasol, donde colabora como bombero voluntario, y contaron que el diagnóstico se conoció hace un mes, aproximadamente.
El diagnóstico de Jerson se da tiempo después del que a su hermana, Linda, también le confirmaran cáncer.
Hace unos días, desde sus redes sociales, ella, que ya ha avanzado en el tratamiento, pidió apoyo para Jerson.
“Aunque muchas veces cuesta asimilar lo que pasa en nuestras vidas, solo nos queda confiar en Dios y en que todo obra para bien. Fuerza mi hermano querido, si yo puedo sobrellevar este proceso, vos también lo harás”, le dedicó un post, invitando a sus contactos a asistir a la kermés organizada para recaudar fondos.
El evento será en la sede de Fundasol, cuarto anillo y Paraguá, este domingo 17, desde mediodía. Ahí se venderá variedad de platos.
Ni para el pasaje
Bautista cumplió seis añitos en medio de fiebre, vómitos y una leucemia no atendida.
Desde hace dos meses, el pequeño no recibe quimioterapia por falta de recursos económicos.
Si bien estas ‘quimios’ infantiles sí las cubre el seguro, Karen Flores, madre de Bautista, admitió que no cuenta con recursos para estudios, otros medicamentos, y pasajes que les permitan trasladarse desde Santa Fe hasta Santa Cruz de la Sierra.
En medio de la desesperación, solicitó ayuda económica que le permita cubrir los gastos.
“No pude llevarlo a sus tratamientos por falta de dinero. Estoy sola, tengo cuatro hijos y como puedo los saco adelante, pero realmente no fue posible ir hasta el Oncológico y me preocupa porque todo el tiempo tiene fiebre, le duelen los ojos, las piernas”, se lamentó la madre.
Analía Ribera está durmiendo afuera del Oncológico desde hace varios días, y aún no sabe si le tocará permanecer en ese lugar en Nochebuena o Navidad. Todo depende de que sus análisis avancen rápido, con ayuda de la oficina de Trabajo Social.
Pero no está sola. Llegó de Warnes con cuatro niños, dos hijos y dos nietos. Hace meses que no sabe de su hija mayor, y no tiene con quién dejar a los menores.
Mientras ella cuenta sus necesidades, los niños juegan con los carritos que les obsequiaron por diciembre, y distraen las ‘tripas’ con galletas también regaladas.
Todo esto pasa en diciembre, el mes perfecto para hacer el bien a personas necesitadas de bondad.
Fuente de esta noticia Diario El Deber Bolivia.
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