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Sáb. Nov 23rd, 2024
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Menachem Klein es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Bar-Ilan de Israel y vive en Jerusalén. Desde mediados de la década de 1990 hasta mediados de la de 2000, participó en numerosas negociaciones informales israelo-palestinas. Fue uno de los actores principales de la Iniciativa de Ginebra, un modelo único para un acuerdo de paz global publicado el 1 de diciembre de 2003.

Este acuerdo, negociado por destacadas figuras políticas israelíes y palestinas al margen de los canales oficiales, recibió el patrocinio de numerosas figuras y líderes internacionales. Sin embargo, la iniciativa de Ginebra no recibió al final el apoyo suficiente para ponerse en marcha.

Klein es autor de numerosos libros, entre ellos una biografía de los líderes palestinos Yaser Arafat y Mahmud Abbas (Arafat and Abbas, Portraits of Leadership in a State Postponed, 2019, edit. Hurst).

Siete semanas después de los ataques de Hamás del 7 de octubre y del inicio de la guerra masiva lanzada por el gobierno israelí, ¿cómo se encuentra la sociedad israelí?

Hasta hace muy poco, los israelíes apenas recibían información de Gaza sobre el número de civiles muertos y la destrucción, o no la miraban. Sólo hace unos días, con el alto el fuego, empezaron a recibir información. También se han difundido fotos de soldados de las IDF (Fuerzas Armadas de Israel) patrullando la Franja de Gaza, pero la atención del público israelí se centra principalmente en las víctimas del bárbaro ataque de Hamás del 7 de octubre y en la liberación de los rehenes. Los principales medios de comunicación, canales de televisión o periódicos difunden muy poca información sobre las víctimas civiles, el sufrimiento y la crisis humanitaria en la Franja de Gaza.

La sociedad israelí está profundamente traumatizada y la gente vive con miedo. Hay mucha gente armada por las calles. Los soldados del ejército de permiso de corta duración cambian el uniforme militar por ropa civil, pero salen con sus armas a la calle, a los cafés, supermercados y sinagogas los sábados. Temen que un terrorista les ataque en cualquier lugar, en una esquina, o dispare desde un coche.

Así que hay mucho miedo, traumas y desconfianza hacia los dirigentes. Esta desconfianza ya existía antes de la guerra. Ha crecido aún más con la guerra, con un gobierno disfuncional que no presta servicios a la población del sur de Israel, junto a la Franja de Gaza, ni a los que viven en el norte, cerca de la frontera libanesa. Prácticamente no hay Estado, no hay gobierno. Así que no hay una figura paterna. No hay un abuelo que cuide de la atemorizada y traumatizada sociedad y la calme.

¿Quiere decir que siete semanas después del atentado de Hamás, el gobierno sigue sin cumplir su papel?

Es increíble ver lo mal que funcionan los servicios del Estado. Son los voluntarios de la sociedad civil quienes están proporcionando a los soldados suplementos alimenticios y comprándoles ropa de abrigo, calcetines y ropa interior. Son particulares, restaurantes y cafeterías los que están enviando comidas calientes a los evacuados de la zona cercana a la franja de Gaza y del norte, cerca de la frontera con Líbano, que se ven obligados a vivir en hoteles y otros lugares. Hay grupos que reúnen a expertos en alta tecnología para averiguar dónde están los rehenes en la Franja de Gaza. Así que la sociedad civil está ayudando al gobierno.

Es un gobierno disfuncional y no se puede confiar en Netanyahu. Ha formado una coalición de mediocres. Peor aún, los miembros de los ministerios son activistas políticos nombrados por el ministro. Su única cualificación es ser apparatchiks políticos leales al ministro. Es el caso de transportes y de turismo. También es el caso del gabinete del primer ministro. El director de la oficina del primer ministro es alguien leal a Benyamin Netanyahu, pero que no tiene aptitudes para gestionar todas las funciones del gabinete.

Por lo tanto, carecemos de alguien en quien el público, la sociedad asustada y traumatizada pueda confiar. Hoy no hay ningún Roosevelt, Churchill o Ben Gurion.

¿El Gobierno sabe adónde va?

En mi opinión, cree que sí, pero no lo sabe. Sus miembros están motivados por la venganza. Quieren vengarse y reconstruir su reputación tras la conmoción y la sorpresa del ataque de Hamás. Creen que pueden hacerlo con poderío militar. Han anunciado objetivos de guerra muy ambiciosos, muy radicales y, en mi opinión, inalcanzables. Destruir a Hamás es inalcanzable, y eso es lo que creen también los americanos. Ellos han intentado persuadir al gobierno israelí para que cambie sus objetivos de guerra, pero hasta ahora sin éxito.

Hace dos días, Netanyahu habló de la “desnazificación” de la Franja de Gaza. Se trata pues de reeducar a los palestinos de la Franja de Gaza, no sólo para destruir a Hamás, sino también para construir otra realidad, reeducar a los habitantes de la Franja de Gaza para que no odien a Israel. Los dirigentes israelíes están desconectados del mundo, de lo que ocurre en su entorno regional y de lo que sucede en las principales ciudades europeas, pero también en las americanas, donde se están produciendo grandes manifestaciones. Están encerrados en su dolor, su frustración y su rabia. No piensan a largo plazo. No piensan en cómo cambiar la realidad. Quieren cambiar la mentalidad de la gente, no el entorno político.

Los clérigos nacionalistas también presionan para que se reconstruyan los asentamientos israelíes de la Franja de Gaza que fueron evacuados en 2005 e incluso van más allá. Algunos piden la reconstrucción de tres ciudades asentamiento en la Franja de Gaza, sobre las ruinas de la ciudad de Gaza. Incluso han presentado un plan de ingeniería que muestra el número exacto de viviendas.

Eso no es muy optimista para los días y semanas venideros…

El plan israelí es reanudar la guerra a gran escala, ya sea para terminar lo que empezaron en el norte de la Franja de Gaza, porque hay zonas en el norte de la Franja de Gaza que Israel no ha destruido y de las que aún no tienen control, o para hacer lo mismo en el sur de la Franja de Gaza, expulsando a los palestinos, a los civiles, al oeste de la Franja, cerca de la costa. O hacer ambas cosas.

¿Es posible desplazar a 2 millones de personas, civiles del sur de la Franja de Gaza, sin crear una nueva catástrofe humanitaria? En mi opinión, es imposible. Así que el siguiente paso no depende de la perspectiva israelí, sino de la voluntad de la comunidad internacional de obligar a Israel a parar.

En su opinión, ¿tiene la comunidad internacional esa voluntad y, si la tiene, dispone de medios?

Creo que sí porque, en primer lugar, cada vez hay más manifestaciones masivas en las capitales. En segundo lugar, el número de civiles palestinos inocentes asesinados no tiene precedentes. Más que en cualquier otro conflicto de este siglo. Y han muerto más niños. Save the Children ha publicado estadísticas que demuestran que en unas pocas semanas Israel ha matado a más niños en Gaza que en todo el año en cualquier otro conflicto del mundo. 

Es esta escala sin precedentes lo que la comunidad internacional no puede tolerar. Y algunas voces dentro de la Casa Blanca y del Departamento de Estado, retransmitidas por los medios de comunicación americanos, el New York Times y el Washington Post, están pidiendo cuentas a Biden y Blinken por su excesiva indulgencia hacia Israel. Las encuestas indican que Biden perderá las elecciones porque los progresistas no acudirán a votar.

La tregua terminó el viernes 1 de diciembre por la mañana. ¿Cuál es su reacción hoy?

He hablado con algunos israelíes ayer y hoy. Cuando les dije que había que poner fin a este baño de sangre mediante un acuerdo político, me respondieron: “Pero los palestinos no nos quieren en la región”. Otro dijo: “Debemos matar a todos los miembros de Hamás como se hizo en Alemania y Japón durante la Segunda Guerra Mundial”. Si nos fijamos en las cifras de esta guerra, Israel ha expulsado a más palestinos que en 1948 y ha matado a más civiles. En 1948, los crímenes de guerra israelíes se cometieron de norte a sur, mientras que hoy sólo afectan a una pequeña zona. Estamos en un juego de suma cero: los israelíes y los palestinos ven la guerra como algo existencial.

Usted participó en las negociaciones israelo-palestinas, sobre todo en las que desembocaron en el llamado plan de paz o “Iniciativa de Ginebra”, el último plan serio sobre la mesa. Como antiguo negociador, ¿qué sería posible hoy?

La comunidad internacional debe exigir a Netanyahu que detenga la guerra. Al mismo tiempo, debe presentar los principios de una solución de dos Estados. El proceso debe ser diferente del de Oslo, que fue un proceso abierto. Espero que la comunidad internacional diga: “Estos son los principios del acuerdo final. Trabajaremos con las partes para lograr una solución de dos Estados. No es una solución abierta. Y nos implicaremos a fondo, y Hamás participará”.

Es imposible destruir a Hamás. Pero puede formar parte del acuerdo que el Hamás político y su ala militar acepten la solución de los dos Estados y un acuerdo con Israel.

¿Cree que Hamás podrá aceptar la solución de los dos Estados y que sería posible incluirla en las negociaciones?

El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, quería que Hamás la aceptara, pero Israel, Estados Unidos y, por desgracia, también Europa se lo impidieron. En 2021, Abbas llegó a un acuerdo con Hamás por el que éste participaría en las elecciones y aceptaría de facto la política de la OLP. Ese acuerdo fue posible porque en 2017 Hamás cambió su política y su doctrina. Pero la decisión de Abbas fue finalmente rechazada por la comunidad internacional.

Israel nunca aceptará eso…

Lo que el gobierno israelí quiere hacer en la Franja de Gaza es encontrar un colaborador que opere en las calles, alguien que parezca una organización como el ejército del sur del Líbano o la Autoridad Palestina de Abbas, que Israel pueda maniobrar, manipular y controlar. Quiere hacer lo mismo que hizo en el sur del Líbano en su momento, o como está haciendo ahora en Cisjordania.

Israel se niega a reconocer que esta política de gestión de conflictos con regímenes colaboradores ha fracasado totalmente. Y no se mantiene, ni siquiera hoy, en Cisjordania. Cisjordania está en llamas. Han sido asesinados muchos palestinos, los colonos han atacado a palestinos y pequeñas comunidades palestinas han sido desplazadas por los colonos y el ejército.

El orden impuesto por Israel desde 2006 se ha derrumbado totalmente. Lo que necesitamos es un nuevo orden, que debería ser propuesto por la comunidad internacional.

El 7 de octubre se derrumbó otro principio: que si tenemos tecnología avanzada y un muro bien construido en superficie y subterráneo, estamos a salvo. La tecnología y un enorme muro no garantizan la seguridad. Si nos fijamos en nuestras relaciones con Egipto y Jordania, son mucho mejores y sólo se ha construido recientemente una barrera sin muro en el Negev con Egipto. Un acuerdo político y un proyecto de ley, junto con el trabajo para cambiar la realidad sobre el terreno y las relaciones entre las personas, pueden darnos una mayor seguridad.

¿Cree que la Iniciativa de Ginebra podría servir de base para la negociación?

En términos generales, la Iniciativa de Ginebra es un modelo. La idea de dos Estados es pertinente, pero hay que actualizarla. En primer lugar, en Jerusalén: la máxima apertura de las fronteras debe ser el principio rector de la nueva realidad de Jerusalén. Si construimos una frontera pura y dura en Jerusalén, se destruirán ambas capitales: la palestina y la israelí. Por lo tanto, debe aplicarse un enfoque muy diferente. En Ginebra habíamos trabajado en ese sentido.

Otro punto que no se resolvió en Ginebra y que debe resolverse es el de los refugiados. En cuanto a las colonias, hay que ver si se pueden mantener colonias durante un cierto número de años, digamos siguiendo el modelo del acuerdo entre Gran Bretaña y China sobre Hong Kong, pero por un período más corto. De esta manera, algunos de los principales asentamientos dentro de Palestina serían tierras palestinas que Israel podría arrendar y gestionar durante, digamos, cinco o diez años.

Este tipo de ideas creativas deberían incluirse en el acuerdo. Podemos hacerlo. Pero con una intervención y mediación internacional masiva entre las partes. Y, sobre todo, tanto palestinos como israelíes deben celebrar elecciones.

Efectivamente, la cuestión también es ésta: ¿quién va a negociar, quién va a conseguir que su pueblo acepte las concesiones?

Hay que organizar elecciones cuanto antes, porque en Israel no hay ningún gobierno que goce de la confianza de los ciudadanos. Mucha gente quiere que Netanyahu se vaya, pero él se niega. Así que no hay más alternativa que celebrar elecciones.

También en Palestina son necesarias unas elecciones, porque cualquier administración, cualquier fuerza internacional que entre en Gaza junto a Israel o que sustituya a Israel en la Franja de Gaza, que se haga cargo de la reconstrucción de Gaza, debe gozar de la legitimidad de la opinión pública palestina.

De lo contrario, será considerada colaboradora del ocupante israelí. En Gaza ocurrirá lo mismo que en Líbano cuando franceses y americanos enviaron soldados en los años 80, tras la guerra israelí en Líbano en 1982, con atentados terroristas. Hubo atentados contra los marines, y contra los franceses [los atentados del aeropuerto de Beirut y de Drakkar el 23 de octubre de 1983 – nota del editor].

Lo que hay que hacer es legitimar a la Autoridad Palestina. Si la Autoridad Palestina entra en Gaza, no puede entrar como colaboradora de Israel. Debe entrar sobre la base de su propia legitimidad. Y la única forma de obtener esa legitimidad es celebrar elecciones.

¿No teme un nuevo auge de la extrema derecha en Israel si se celebran elecciones en un futuro próximo?

Hay indicios de que obtendrá menos votos que en las últimas elecciones. Los estudios apuntan a que ganará el centro-derecha, representado actualmente por Benny Gantz. Es menos dogmático que Netanyahu y está abierto a las críticas y consejos de los americanos. Netanyahu, en cambio, parece muy cerrado de mente.

En el lado palestino, cada vez se habla más de Marwan Barghouti. ¿Cree que es alguien que podría liderar el proceso por el lado palestino?

En cualquier escenario completo de intercambio de “rehenes por prisioneros”, él debería estar incluido. A Israel le interesa incluir a Marwan Barghouti, porque puede garantizar la estabilidad en el campo palestino. Su nombre es aceptado por Hamás y es aceptado y admirado por muchos palestinos, así que creo que es una opción que Israel debería considerar.

Traducción de Miguel López

Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/mediapart/menachem-klein-academico-isreali-gobierno-practicamente-no-existen-ahora-israel_1_1660216.html


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