La fe y devoción mueve a los peregrinos hasta el Santuario de la Virgen de Cotoca, donde esperan la visita de unos 400.000 fieles. La tradicional romería en la víspera de la fiesta de la patrona del Oriente Boliviano se realizará en medio de un despliegue de seguridad, para que los devotos puedan llegar sin problemas a agradecer y a pedir favores a la ‘mamita’.
El párroco de Cotoca, Rubén Alvis, expresó su entusiasmo y afirmó que están listos para recibir a los peregrinos con el corazón y brazos abiertos.
“Estamos con el corazón y los brazos abiertos para acoger a los peregrinos”, manifestó.
La romería se iniciará a las 15:00, desde el cuarto anillo de la avenida Virgen de Cotoca. Los devotos recorrerán los 18 kilómetros que separan la ciudad capital del santuario.
Se espera la visita de unos 400.000 peregrinos, tal como ocurría antes de pandemia. Unos 800 efectivos de la Policía y de los municipios de la capital cruceña y de Cotoca serán desplegados a lo largo del recorrido.
La primera eucaristía está programada para las 19:00, que será oficiada por monseñor Sergio Gualberti. Luego habrá celebraciones en distintos horarios en el santuario.
El vestuario
Como cada año, durante su festividad, la Mamita de Cotoca siempre estrena vestuario. Esta vez lucirá un vestido blanco con piedras brillantes, de cuatro piezas, que incluye una capa y un velo.
Juanita Gutiérrez (71), que se encarga de vestirla desde hace 30 años, quiso hacer el donativo como agradecimiento por los favores recibidos durante todos estos años. Le propuso a su hermana Luisa Gutiérrez hacerle juntas el presente y así fue que las manos de Luisa trabajaron durante una semana en la confección y el bordado. “Es un honor vestir a la ‘mamita’. Lo hago por devoción y agradecimiento”, dice Juanita que alistó con tiempo el vestido y lo colocó junto con los otros 50 trajes que tiene la ‘mamita’, también donados por devotos.
El atuendo para el 15 de diciembre ya está listo y es un vestido dorado con capa.
Como otros cotoqueños, la vida de Juanita siempre ha estado ligada a la Iglesia. De niña acompañaba a su mamá a misa y a sus hermanos que eran parte del coro. A sus 15 años ingresó a uno de los coros con un grupo de amigas. En 1992 el párroco le confirió el honor de vestir a la virgencita.
A sus pies
Algunos devotos adelantaron la peregrinación este miércoles. Hubo personas que llegaron caminando y otros lo hicieron en vehículos.
Juvenal Corcos (74) con su familia fue uno de ellos. Vive en Cochabamba, pero aprovechó su estadía en la capital cruceña para llegar hasta donde la ‘mamita’. “Cuando llego a Santa Cruz primero está la virgencita, siempre la visito. Le pido por la salud de mis hijos y de mis nietos”, indicó.
Gloria Ribera también acudió hasta los pies de la virgen para agradecer todos los favores recibidos, porque asegura que no podrá hacer la peregrinación este jueves. Está convencida de que la virgencita concede los favores de acuerdo a la fe y a ella desde muy pequeña le inculcaron la devoción al Señor y a la Virgen María. Tiene tanta cercanía con la ‘mamita’ que a veces siente que ella le habla desde su interior y la guía para actuar en diferentes situaciones, incluso cuando ha enfrentado serias dificultades con su esposo.
Sinforosa Grimaldes y su esposo Ramón Bravo, junto a uno de sus nietos, llegaron desde la comunidad Guapurú. “Todos los años venimos, porque le encomendamos nuestra salud y le pedimos que nos cuide en todo momento”, indicó Ramón.
Durante toda la jornada los devotos llegaron al templo, por lo que los cotoqueños también se han preparado para recibir a los peregrinos y ofrecerles todas las delicias típicas que preparan y las artesanías.
Felicidad Góngora señala que su familia ya tiene todo listo para deleitar con las masitas a los visitantes. Ella ofrece la tradicional jalea y tablillas, pero también tiene cuñapés y biscochos de maíz, entre otras masitas.
La aparición de la Virgen de Cotoca tiene sus orígenes en la huida de los hermanos Barroso, esclavos mulatos que escapaban de una falsa acusación que los implicaba en el asesinato de un capataz. Cuenta el relato que, al golpear un tronco con un hacha, los Barroso descubrieron un rostro moreno que los miraba desde el interior.
Era la imagen de la Inmaculada Concepción de María, a quienes los mulatos rezaron y pidieron un milagro. Conmovidos por la aparición, decidieron regresar con ella a la hacienda y contarle a su madre, Elvira Barroso, lo sucedido.
Para su sorpresa, y quizá en atención a sus ruegos, el culpable por la muerte del capataz había confesado su crimen durante su ausencia.
Fuente de esta noticia Diario El Deber Bolivia.
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