PRENSA MERCOSUR DESDE PERÚ.- Jhon Francis Peña escribe desde los 22 años aproximadamente. Sus poesías y relatos nacen desde el dolor más profundo y arraigado en su mente y en su alma solitaria. Para él, la poesía está viva a través de Cristina, un amor que devela las nostalgias, pesares, aventuras y desafíos de una vida vivida al límite. Más que una entrevista en donde Jhon Francis nos devela su admiración por poetas como Walt Whitman, este artículo subraya la dimensión del existencialismo en su máxima expresión, en donde la angustia y la parafernalia del olvido y la obsesión permanente descosen y horadan, a la par que construyen y solidarizan un espacio vital en donde el poeta chulucanense (Piura Perú) destina gran parte de sus eternos demonios interiores al amor a la soledad; a la aceptación y al olvido… ¿perennizando la culpa o extrayéndola a través de una catarsis desoladora?.
Es que sus poemas destilan un canto irremediable en donde cuesta subir la cabeza y apoyarla sobre las manos, y es que Jhon Francis se culpa y se sigue culpando, o pretende disipar las culpas de un amor que se fue a donde todo es eterno. Y en donde un niño pequeño, que no fue producto de ese amor, sino de otra relación de la pareja siempre añorada, fue bautizado por el amor de su vida con su nombre: Jhon Francis.
Y es por ello que Cristina, de nacionalidad alemana, no está muerta, ¡Está más viva que nunca! ¿Dónde? Pues en la poesía y en la narrativa de este excelente vate peruano, provinciano de pura cepa, quien salió a las afueras de nuestro territorio, estudió, trabajó, se hizo psicólogo de profesión, no llegó a concretar su servicio como seminarista, pero dio un salto desde su profunda culpa a la concreción de una poesía sencilla pero profunda, con una libertad en el verso que transita como los vientos ondulantes encaramados en la raíz de la existencia misma del ser humano; sus reflexiones; sus esperanzas; sus deseos más íntimos y su acercamiento con el dolor pasajero y la soledad más austera.
En resumen, una poesía que trasunta la visión de un poeta preocupado por su tiempo, por sus nostalgias y sus designios indescifrables. Tan igual como en su relato más bello ‘Amor Inmortal’, presente en su libro de cuentos y relatos Hablando con la Soledad.
Su poemario más exitoso es Dod lunas, traducido al turco, irakí y otras lenguas, de las cuales se han vendido sólo en el extranjero, en lenguas como el latín y en los países señalados, cerca de 5,. 0 ejemplares, de una tirada de 10.000 que se hizo. Un éxito rotundo que lo catapulta como un poeta de envergadura, que ya no sólo es una promesa, sino una realidad conmovedora.
¿QUIÉN ES JHON FRANCIS PEÑA?
He aquí una breve bibliografía:
Jhon Francis
Chulucanas – Piura, 29 de julio. 1984 – Perú.
Nombre completo Jhon Francis Peña Arévalo. Psicólogo de profesión. En la literatura ha publicado los poemarios ‘Dos Lunas’ (Editorial O, Argentina), ‘Psicoanálisis de un poema’ (Editorial O, Argentina). Muchos de sus trabajos literarios han sido incluidos en diversas antologías y en revistas literarias, también en algunos sitios de la Web como Tinta de Poetas, Revista Ombligo, Poetas del Siglo XXI, Alcorce Ediciones y entre otros. El poemario “Dos Lunas” ha sido traducido al turco y al latín, editado por Pamukkale, editores – Turquía, 2013 y 2015, y por último ‘Hablando con la soledad’ (libro de cuentos, editado por J&M, 2011). Además, sus poemas han sido traducidos a diferentes idiomas como el griego.
– Ganador en el I Concurso de Poemas Temáticos en la Red Social de Poesía: ‘El mar’ – España, 2013.
– Segundo lugar – Sexto concurso internacional de poesía ‘Renascentis’ – Chile, 2013.
– Mención honrosa – Primer certamen internacional de literatura infantil ‘Escrita por adultos’. Argentina, 2014.
– Finalista en el 4º certamen ‘Picapedreros’ de micro-relatos – España, 2014.
– Finalista en la categoría Poesía del XII Concurso literario Gonzalo Rosaj Pizarro – Chile, 2014 entre otros muchos premios.
FOTOGRAFÍAS DE JHON FRANCIS Y SUS LECTORES Y SU POEMARIO ‘DOS LUNAS’
AROMA DE HOGAR A tortillas y a hierbaluisa huele mi casa. Mi casa huele a flores y a besos frescos de mamá. Mi casa huele a despedidas y regresos, a nostalgias y recuerdos envasados en fotografías antiguas. Mi casa huele a madera y a viejas tejas que nos protegieron del abandono. Mi casa huele a libros oxidados y a música de té relajante. Mi casa huele a bolsillos vacíos y a esperanzas bíblicas. Mi casa huele a familia pero menos a mí. Por: Germán Rodríguez Aquino/Escritor/Abogado (Director Nacional de Cultura en Perú para Prensamérica Internacional)
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