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Lun. Nov 25th, 2024
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Por CARLOS FAJARDO

Para: Prensamercosur.net

 

Colombia es un país dividido en feudos, segregado por privilegios, eso es, sin duda, una constante en todo el territorio nacional, especialmente en territorios con vocación agrícola y ganadera que parecen detenidos en los tiempos del feudalismo donde los señores dueños de extensos territorios viven como pequeños monarcas, ejerciendo un poder omnímodo y utilizando en su favor y de sus camarillas los recursos del Estado.

Si hay un lugar que responde a esta descripción son las cálidas y fértiles tierras de nuestro Caribe, sin olvidar que esa situación es común a todo el territorio nacional.

Para esos señores y clanes feudales que detentan el poder en esas zonas no es exótico tener vínculos con el contrabando, el tráfico de estupefacientes, la financiación de pequeños y sanguinarios ejércitos de paramilitares y ahora también con grupos y carteles internacionales de mafiosos como el Cartel de Sinaloa.

En materia de elecciones políticas han sido zonas donde han medrado la compra de votos, la trashumancia electoral, el constreñimiento al sufragante, la suplantación del elector, el voto de ultratumba y la alteración de los resultados electorales.

Son también zonas donde galopan el hambre y la miseria, la insuficiencia de la infraestructura vial, la ruinosa y precaria oferta educativa, la corrupción y la desviación de fondos de la salud, la educación y las obras públicas, su apropiación ilícita y la financiación, a través de ese despojo, de grupos violentos y campañas políticas.

Zonas donde la impunidad se enseñorea y la violencia política es cosa de todos los días.

En una ciudad como Barranquilla, la Arenosa, la Puerta de Oro de Colombia, la Casa de la Selección se refleja la terrible desigualdad de nuestra sociedad, la violencia que ella entraña y genera, la inseguridad que a todos nos agobia, la indiferencia de un estado dirigido por personas con prontuario, carentes de sensibilidad social, hueros de responsabilidad ciudadana.

En recientes revelaciones de prensa de estableció, a través de investigaciones de organismos de seguridad de la hermana república de México, que existe un vínculo entre el temible y poderoso Cartel de Sinaloa y uno de los clanes más poderosos del país, dueño de casi todo en esa ciudad, potente elector, el Clan Char.

Una investigación de la periodista Laura Ardila, detalladamente expuesta en su libro “La Costa Nostra”, demuestra los vínculos de ese poderoso clan con la corrupción y la violencia que ha azotado no sólo esa importante y bella ciudad de Colombia, sino también todo el Caribe Tórrido y otras extensas e importantes zonas del país, incluida la capital, hacia donde han extendido sus garras.

Como todos los Clanes mafiosos dominantes en cada una de las zonas de este país, el Clan Char ejerce también poder mediático en prensa, radio y televisión; en torno a su equipo de futbol, el Junior de Barranquilla, congrega a una cantidad enorme de fanáticos, de modo pues que es muy difícil que la “gran Prensa” exponga y revele las estribaciones opacas de su oscuro poder, pero si es muy fácil que se conviertan en voceros y difusores de sus odios y sus rencores, en los últimos meses dirigidos en contra del gobierno del Doctor Gustavo Petro Urrego.

Lo sucedido el pasado 16 de noviembre en las instalaciones del estadio metropolitano, durante el partido que Colombia le ganó la poderosa selección de Brasil, envilece ese importante triunfo de nuestros deportistas y lo cubre con una gruesa costra de odio y de rencor.

Una hazaña que debería unirnos, alegrarnos a todos, permitirnos abrazarnos y estrechar las manos, disfrutar de nuestro orgullo nacional, fue convertido por unos infames activistas ebrios y violentos en un acto vergonzoso dirigido en contra del Doctor Petro y su familia, pero en modo especial a su hija adolescente quien debió retirarse del estado en prevención a agresiones físicas en medio de injustos vituperios y amenazas de gavilleros beodos en un acto que claramente denota una preparación cuidadosa previa y se llevó a cabo en presencia de representantes del Clan Char y miembros de la ultraderecha recalcitrante de este país.

Las hienas aúllan desde el anonimato de la manada, dirigen su odio hacia una adolescente, se creen empoderados para excluir, para ultrajar, para lacerar. Ese es el país que crearon y llevaron hasta la orilla de un oscuro y profundo pozo de inviabilidad. Un lodazal de sangre…

Son los hijos del caos, heraldos de la guerra y del dolor, cultores del plomo y la tortura, beneficiarios del despojo y promotores de la violencia. Son valientes en gavilla. Justifican el genocidio, es más fácil apretar un gatillo, mentir con vileza, que oponer argumentos de peso.

Demostraron que pueden convertir las victorias en tragedias, su aullido discordante es un cántico de guerra, quieren la violencia pues en el caos medran, se alimentan de la más hedionda corrupción.

En Barranquilla los viles parecen ser los más. Amarga victoria manchada de odio.

Sus aullidos ya no asustan, no nos quitan el sueño con sus consignas odiosas. Añoran el país bañado en sangre, el más violento, el más desigual, el más corrupto.

La Selección ganó un partido, pero el odio, la intolerancia, la infamia y la corrupción derrotaron al país. Los colombianos decidimos por mayoría abandonar el camino del rencor y la violencia y abordar la senda de la esperanza y el futuro.

No es casual que ataquen a una niña.

La Selección Colombia ganó un partido, pero el país perdió. La horda canalla de corruptos envileció la victoria. Si bombardean niños, si los tachan de “máquinas de guerra”, si asesinan a sus esposas, ¿por qué habrían de respetar a una menor?

En Barranquilla atacan en gavilla, ultrajan y laceran a las niñas. Es la Barranquilla de los Char, tierra del odio y la corrupción. Es la Barranquilla de la exclusión y la violencia, la compra de votos y la persecución al contradictor.

No puede ser la casa de la Selección.

El presidente simboliza el respeto a las decisiones del pueblo soberano, el acatamiento de la voluntad popular democráticamente expresada. No pueden cien, mil o cien mil canallas ultrajar y degradar cuando quieran al símbolo de nuestra unidad nacional.

No faltan los que defienden su criminal acto, no les parece agresión, no les parece violencia, osan decir “protesta pacífica”, poco les importa lo que su joven víctima pudo sentir rodeada de los aullidos de los lobos.

Olvidan que 11 millones gritamos más fuerte que 50 mil canallas.

Que sigan ladrando su odio, que sigan mintiendo, perfilando, señalando. El tiempo de las hienas pasó. Haremos respetar la voluntad de la mayoría de los electores, de eso se trata la democracia.

Toda mi solidaridad con el presidente y su familia. No está sólo, siempre estaremos a su lado defendiendo el cambio.

 

NOTA BENE

 

Un congreso que no avanza y evade la discusión de proyectos de gran calado para los ciudadanos, que rompe el quorum y quiere imponer su voluntad obviando los argumentos, que apela a argucias y calumnias, miente, manipula y bloquea la agenda legislativa, ¿no debería cerrarse?…

¿Una prensa que desborda las barreras éticas, inflama y engaña, que falta a la objetividad y rigurosidad e incumple con su obligación de informar en forma veraz, que señala, perfila, calumnia y desacredita y actúa como medio de propaganda y activista de oscuros intereses, es prensa?

¿Debería ser reglamentado el derecho inalienable de los colombianos a una información veraz y objetiva?

Pese a que no todo es pantano, lo que se ha demostrado en los últimos tiempos no es sólo la incapacidad de nuestros periodistas para autorregularse, para desarrollar un marco ético transparente y riguroso que evite los desmanes de unos que se dicen periodistas y que enlodan el ejercicio del periodismo bajo la égida de una “libertad de prensa” mal interpretada y que parece más bien una garantía de impunidad para quien lacera y ultraja, calumnia y descontextualiza.

¿Una justicia que funciona a gatas, toma partido en el debate político y actúa por presiones y conveniencias más que en derecho, que no tiene equilibrio ni es imparcial y cogobierna y favorece a uno de los bandos en disputa, dejando impunes a los poderosos, no debería reformarse?

En los últimos meses hemos asistido estupefactos a la invalidación de más de seis curules ganadas voto a voto por el PACTO HISTÓRICO por parte del Consejo de Estado, lo anterior sin contar con la descarada participación en política del Fiscal saliente y la reiterada persecución judicial desde la Procuraduría a funcionarios del gobierno.

Por otra parte, la Corte Constitucional, siempre tan ecuánime y seria en sus decisiones, ha declarado inconstitucionales algunas decisiones importantes del Gobierno que buscaban proteger y garantizar el flujo de recursos para aliviar la situación de la Guajira, también lo ha hecho en materia tributaria al echar para atrás la decisión de no permitir que las empresas transnacionales que explotan recursos de nuestro subsuelo pudieran descontar de sus obligaciones tributarias las regalías que entregan a las regiones , situación que claramente desconoce la participación del estado como dueño del subsuelo en su explotación y la comercialización de sus riquezas y afecta los ingresos tributarios del estado.

Se debe investigar qué oscuros intereses hay tras esa decisión de unos magistrados.

Los alcances de la corrupción judicial no se conocen, pero hay indicios y antecedentes de que la venta de sentencias está arraigada. Es muy sospechosa una decisión tan opuesta al interés nacional.


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