Los grandes capos colombianos llegaron a España en los años 80 tras la violenta espiral que azotó Cali y Medellín y el asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla. Pablo Escobar y, con más firmeza, Gilberto Rodríguez Orejuela echaron raíces a este lado del Atlántico para introducir su cocaína en Europa. Un negocio que ya era floreciente para ellos en dirección a Miami o Nueva York precisaba de nuevos mercados y París, Madrid, Londres o Milán eran perfectos. En la década de 1990, los traficantes locales ya tenían sus propias redes y sus conexiones perfectamente engrasadas para introducir la sustancia, que principalmente entraba en lanchas rápidas por la costa noroeste española.
En ese tiempo, coincidiendo con el crecimiento económico y social del país tras los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, también comenzaron a establecerse en la Península Ibérica excombatientes de la guerra de Los Balcanes. Muchos de ellos permanecían un tiempo en Italia, donde estrechaban lazos con la Camorra napolitana o la ‘Ndrangheta, la mafia calabresa. Unos –balcánicos, tanto albaneses como serbios y croatas– y otros –transalpinos– se asentaron en España, sobre todo en la Costa del Sol. Primero cometían robos o prostituían a sus compatriotas, incluso familiares directas, pero pronto apreciaron los mayores beneficios y el menor riesgo que les brindaba el narcotráfico. Ahora dominan el mercado de la cocaína.
Con el cambio de siglo, con el bum del mercado inmobiliario y el auge del turismo, delincuentes de otras nacionalidades pusieron su pie en España, algunos por casualidad y otros por puro negocio. Entre estos últimos estaban los Kinahan irlandeses, el mayor cártel de la droga de las islas británicas y cuyos líderes encontraron un buen refugio en las costas andaluzas. También rusos, franceses, holandeses y suecos se instalaron en la Península. Algunos se fijaron en el sur de Europa en busca del apreciado hachís marroquí, aunque pronto se percataron de que la droga sudamericana les pasaba ante sus narices y apostaron fuerte para hacerse con su parte del pastel.
En 2023, con Colombia produciendo más cocaína que nunca, los mexicanos, que hasta ahora habían preferido Estados Unidos y dejado Europa para sus vecinos del sur, han aterrizado en España. Y para quedarse. Los sucesores de los cárteles de Cali y Medellín tienen oficinas estables en Madrid, Galicia, Málaga y hasta en las Islas Canarias. El cártel de Los Balcanes domina parte de la recepción de los alijos, tanto en los puertos como en embarcaciones. Los semisumergibles se han convertido en una alternativa completamente segura, pues las fuerzas de seguridad no disponen de la tecnología necesaria para detectarlos. Y la Mocro Mafia, la violentísima organización criminal que lidera desde prisión el holandés de origen marroquí Ridouan Taghi, asoma su alargada sombra, repartiéndose el pastel de mala gana con serbios y albaneses.
Todos ellos trabajan de forma coordinada, en auténticas cooperativas del crimen, según revela NarcoFiles: el nuevo orden criminal, una investigación periodística internacional coordinada por el consorcio Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) con el apoyo del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), que se inició con una filtración de correos electrónicos de la Fiscalía General de La Nación de Colombia que fue compartida en España con infoLibre y Narcodiario y con más de 40 medios de comunicación en todo el mundo. infoLibre la publica desde hoy en exclusiva en España.
“El cártel de Los Balcanes, la ‘Ndrangheta, la Mocro Mafia y los grupos británicos e irlandeses quieren controlar todas las etapas del tráfico de drogas. Ya compran el hachís directamente en Marruecos, la cocaína en Colombia o la metanfetamina en México. Controlan el transporte y luchan por dominar los puertos, que son para ellos la joya de la corona. Todos quieren controlarlos”, explica Antonio Martínez Duarte, jefe de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (Udyco) Central de la Policía Nacional. Las redes internacionales de narcotráfico “y el crimen organizado en su conjunto se sirven de la globalización y de que los controles fronterizos son cada vez más relajados”, añade, “y evitan, si pueden, a los comisionistas locales, acudiendo directamente al proveedor”.
El último gran ejemplo de esta operativa trascendió en septiembre, cuando la Udyco Central puso fin a una red que introducía cada mes decenas de toneladas de cocaína de al menos 33 organizaciones distintas a través de contenedores marítimos. La droga, se sospecha, llegaba desde Colombia hasta Guayaquil (Ecuador) por carretera, procedente de los laboratorios ubicados cerca de la frontera que comparten ambos países. Allí se introducía en contenedores de bananas y llegaba a Lisboa previo paso por Algeciras. En este puerto fueron incautados 9.500 kilos que no componían la totalidad del cargamento y que Narcodiario calcula en unas 15 toneladas.
Después, desde la capital del país luso salía toda una flota de camiones que entregaba su parte a gallegos, rusos, serbios, británicos, italianos y turcos, entre otros. Precisamente Estambul se ha convertido en un nuevo actor, incipiente, tanto para recibir cargamentos como para acoger a los propios capos, que saltan hasta allí desde el otro gran refugio de los grandes narcos, Dubái. En Turquía pueden disfrutar de los privilegios que les conceden sus ilícitas ocupaciones sin esconderse, algo que les resulta más complicado en Europa Occidental.
España es también, según desvelan los NarcoFiles, un enclave privilegiado para el blanqueo de capitales obtenidos por estas redes criminales. La Udyco de la Policía Nacional y la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil explican que el mercado inmobiliario de los miles de kilómetros de costa peninsular –y de las islas– del país son un caramelo muy apetecible para quienes lavan los beneficios de la cocaína. La compra de inmuebles se une al auge del turismo, que sitúa al sector hostelero en el centro del escenario para blanquear, con los locales de ocio como punta de lanza.
Otros esquemas tradicionales, tales como el envío de dinero mediante mulas aéreas, la compra de grandes cantidades de productos tecnológicos vía China por parte de empresas de Sudamérica o los ingresos en paraísos fiscales mediante empresas pantalla, siguen siendo formas habituales para devolver el dinero al dueño de la droga. En 2023 aparece un nuevo invitado: las criptomonedas, muy difíciles de rastrear y aún más difíciles de aflorar para las autoridades.
NarcoFiles destapa también, por ejemplo, los nexos entre colombianos, mexicanos, españoles y holandeses para obtener, procesar, transportar y vender grandes cantidades de cocaína en el floreciente mercado europeo. “Los jefes de los cárteles, conocedores de cómo evadir la acción de la Justicia, se distancian cada vez más de la droga, y también de los ajustes de cuentas. Buscan obtener el máximo beneficio eludiendo la responsabilidad penal, haciendo uso de telefonía encriptada, de criptoactivos y buscando lugares como Dubái, donde piensan que están protegidos”, destaca el comisario Duarte.
Policías europeos comparan la lucha contra el crimen organizado actual con la Hidra de la mitología griega: al arrancarle al monstruo una de sus muchas cabezas, crecían dos en su lugar. Así lo explica Europol: “incluso las más exitosas operaciones policiales apenas tienen consecuencias a largo plazo sobre el crimen organizado global… extirpar una cabeza no mata al monstruo”.
En España han sido detenidos a lo largo de los años algunos de los narcotraficantes más conocidos en todo el mundo. Nombres como el colombiano Gilberto Rodríguez Orejuela, jefe del cártel de Cali; integrantes del Kinahan Cartel irlandés, el exmayor de la Policía Militar de Brasil Sergio Roberto de Carvalho, algunos distinguidos miembros de la ‘Ndrangheta, Jonas Falk, conocido como El Pablo Escobar sueco; la flor y nata de la mafia turca, rusos, marselleses, los marroquíes-holandeses de la Mocro Mafia y, últimamente, los serbios y albaneses del cártel de Los Balcanes, también los mexicanos. Todos ellos han sido descubiertos haciendo negocios en la Península Ibérica.
España dispone de grandes puertos marítimos, entre los que destaca el de Algeciras, al sur del país, donde la compra de funcionarios es una constante. “En los lugares donde operan los estibadores se produce la corrupción”, apunta Macarena Arroyo Marín, fiscal Antidroga de El Campo de Gibraltar, una de las zonas más sensibles de Europa en lo que se refiere al tráfico de drogas. Las rutas de la banana, principalmente desde las seis terminales portuarias de Guayaquil, en Ecuador, pero también directamente desde Colombia, son el canal principal para los envíos. La Policía Nacional investiga a las principales empresas del transporte bananero en ambos países en busca de nexos con las redes de la cocaína que, por muy evidentes que puedan parecer, no están acreditados.
El puerto de Valencia es el primero en tráfico de contenedores de España y el tercero de Europa por volumen de incautaciones de droga, toda una referencia, por tanto, para este tipo de cargamentos ilegales, aunque las mafias de la droga siempre intentan diversificar el riesgo y, para ese propósito, la Península Ibérica es excelente. La gran diferencia con respecto a Bélgica, Países Bajos, Francia o Alemania, con sus famosos puertos de Amberes, Róterdam, Le Havre o Hamburgo, muy permeables al tráfico de cocaína, reside en la gran cantidad de dársenas con conexiones directas con América Latina con que cuenta España. También Portugal. Junto a Algeciras y Valencia debe marcarse en rojo Barcelona, muelle favorito de narcos holandeses y mexicanos, pero también Málaga, en el corazón de la Costa del Sol, donde los grandes capos de todo el mundo tienen sus lujosas mansiones, Marín y Vigo en Galicia, y Bilbao, menos conocido, pero también notable según las más recientes investigaciones.
“Los puertos son un problema importante de corrupción pública y de las empresas privadas”, lamenta la fiscal jefe antidroga, Rosa Ana Morán Martínez. Sin cómplices dentro del puerto, ya sea en las fuerzas de seguridad, en Aduanas o en las empresas consignatarias y de logística, el negocio del narco no funciona. Por eso Rosa Ana Morán cree que las empresas portuarias “deben colaborar más” y las administraciones, a su vez, deben exigirles mayores sistemas de control y vigilancia si quieren acceder a concesiones en las terminales. “Hay que evitar que Valencia se convierta en Amberes”, sentencia.
La situación geográfica, de cara al océano Atlántico y como puerta física de Europa, es un factor básico a la hora de situar a España en el centro del escenario, así como la afinidad idiomática con América Latina. Dos personas que hablan la misma lengua se entienden mejor, y así es como comenzaron los negocios de la cocaína entre españoles y sudamericanos. Con el paso del tiempo, las barreras culturales se han ido desvaneciendo, y los tratos clandestinos se cierran con criminales de cualquier origen, con la única premisa de que la mercancía fluya y el dinero se reparta entre los diferentes socios.
Por ejemplo, los NarcoFiles describen una ruta que une el puerto de Veracruz, en México, con el de Barcelona. Una empresa con intereses en ambos países, Magniexport, está vinculada con la operativa criminal, según se desprende de las investigaciones de los reporteros de OCCRP. La policía española atribuye el negocio al histórico cártel de los Beltrán-Leyva, mientras que las autoridades mexicanas no ofrecen datos al respecto. Se trata de un ejemplo evidente de que el negocio de la cocaína se ha globalizado hasta el punto de que en América Latina colombianos y mexicanos son socios directos y en Europa las organizaciones de distintos países se reparten los beneficios. Lo que no quiere decir que falten grandes batallas por el control territorial ejemplificadas en los dos grandes cárteles mexicanos, Sinaloa y Jalisco, y en las empresas del narcotráfico más conocidas en la Europa contemporánea, el cártel de Los Balcanes y la Mocro Mafia.
El engranaje criminal de Magniexport trascendió con un gran operativo cuyo desenlace en la vía judicial está todavía pendiente. La Policía Nacional intervino en Barcelona un gran cargamento de cocaína y otro de metanfetamina. Gran parte de la sustancia estaba destinada a laboratorios de los Países Bajos. La Udyco Central practicó numerosas detenciones y las posteriores investigaciones apuntan hacia un acuerdo criminal entre narcos de América Latina con españoles y probablemente también con la Mocro Mafia.
A su vez, la policía colombiana define a Jean Paul Hoyos Bohórquez como una figura clave. Utilizaba presuntamente una empresa pantalla con sede a las afueras de Cali para organizar envíos internacionales de drogas, tras permanecer en el negocio del narcotráfico durante 15 años, según un perfil criminal elaborado por los propios investigadores. Su especialidad era supervisar la producción y venta de cocaína en el extranjero, en países como Países Bajos. La primera parada, sin embargo, era México. Y la segunda, España. Hoyos Bohórquez y uno de sus colaboradores mexicanos, Alonso Alverdi Benavides, tenían vínculos con Eduardo Fernando Cardoza Giraldo, un presunto narco conocido por el alias de Boliqueso. Señalado como “uno de los últimos narcotraficantes puros” por el expresidente colombiano Iván Duque, Boliqueso ha permanecido en búsqueda y captura a instancias de Estados Unidos desde 2015. Supuestamente está relacionado con el clan del Golfo, una organización criminal responsable de exportar unas 20 toneladas de cocaína al mes hacia distintos mercados. Durante varios años y hasta su arresto, en 2022, vivía rodeado de lujos en una base secreta de México.
En diciembre de 2021, la policía española siguió uno de los envíos de Magniexport desde el puerto de Barcelona hasta un almacén industrial. Dentro de los bloques de hormigón apareció cocaína y metanfetamina en grandes cantidades, 1.370 y 2.549 kilos, respectivamente. Los traficantes se sorprendieron al ser descubiertos. “Lo que no puedo entender es lo que pasó… hemos pasado muchos controles y nunca en 12 años han descubierto nada”, se lee en una conversación entre dos traficantes citada por la policía de los Países Bajos, destino final de ambas sustancias.
Como parte de su cobertura, la red intentó mantener una parte legítima del negocio del hormigón vendiendo algunos de los bloques a empresas locales. Sin embargo, no les resultó fácil, ya que el material no se usa mucho en la construcción española.
En marzo de ese mismo año, la policía de Países Bajos tenía en su radar un laboratorio de cocaína en una población rural del país, que presuntamente dirigía el mismo Hoyos Bohórquez. Los chats interceptados por los agentes holandeses revelan cómo el grupo internacional organizó su trabajo, con los sudamericanos aportando experiencia en el procesamiento de la cocaína, y sus homólogos holandeses a cargo de alquilar el local del laboratorio, proporcionar dinero en efectivo y hacer recados. Recibían la sustancia en grandes cantidades y se comunicaban a través de Encrochat, el sistema encriptado que empleaban narcotraficantes de todo el mundo hasta su desmantelamiento en 2020. Para tratar los temas importantes, según desvela NarcoFiles, un mexicano sin identificar se coordinaba con sus colegas sudamericanos Alverdi Benavides y Hoyos Bohórquez sobre el terreno. El laboratorio “combinado” en el que se elaboraban cocaína y metanfetamina estalló en llamas el 27 de marzo y las ovejas y corderos que le servían de tapadera quedaron carbonizados. El olor era nauseabundo. Aunque los vecinos sabían lo que allí se cocinaba, según admitieron a OCCRP, nadie lo había denunciado. Ahora pagan las consecuencias de la contaminación provocada por el incendio. Todos los citados fueron detenidos en los meses posteriores. Hoyos Bohórquez, además, se enfrenta a cargos por blanquear los ingentes beneficios del entramado.
En un periodo de cuatro meses en 2020, Hoyos Bohórquez pudo haber transferido unos 18,5 millones de euros, directamente o a través de terceros, a México y Colombia, según los investigadores de los Países Bajos. Su principal colaborador holandés, Said Tachi, también participaba en la tarea, apuntan los agentes holandeses. En España se enviaron fondos a México con la ayuda de empresarios locales que diseñaron una red de sociedades para lavar el dinero, explica la policía española. Su investigación sobre lavado de dinero encontró grandes sumas, “que con toda probabilidad eran producto del tráfico de drogas”, enviadas desde los Emiratos Árabes Unidos y Hong Kong hasta México a través de cuentas bancarias de empresas españolas. Así el dinero volvía a sus auténticos propietarios.
Los periodistas de OCCRP también han descubierto que Alverdi Benavides había hecho negocios con una empresa financiera mexicana, Black Wallstreet Capital, que, según un portavoz de la Fiscalía de Ciudad de México, ha sido objeto de una investigación federal por transacciones “irregulares” y posible blanqueo de dinero. Al ser contactado, Juan Carlos Minero Alonso, dueño de Black Wallstreet Capital, contestó a OCCRP que Alverdi Benavides y un pariente se habían puesto en contacto con la empresa para que “se administrara la que dijeron era una riqueza obtenida en el sector de transporte de cargas y construcción cementera“. Minero niega tener relación alguna con actividades presuntamente criminales y recalca que dirigía “una entidad lícita, que pagaba impuestos, que hacía actividades reguladas y con total transparencia”.
Alverdi Benavides ha estado bajo la lupa por sus conexiones en México. En marzo de 2022, lo arrestaron en una redada en una vivienda de lujo a las afueras de Ciudad de México, donde la policía buscaba a un presunto narcotraficante colombiano, Eduard Fernando Giraldo Cardoza, conocido por su alias, Boliqueso, el colombiano donde había empezado todo. El círculo se cerraba. Alverdi Benavides fue puesto en libertad por abusos cometidos durante la redada. Ni él ni Boliqueso respondieron a las preguntas que les enviaron los periodistas.
“Son auténticas cooperativas. Están establecidos en la zona de la Costa del Sol, claramente afincados allí, y tienen una gran capacidad de organización”, describe Macarena Arroyo, fiscal en el Campo de Gibraltar y a cargo de la Operación Faukas –la parte española de la Operación Dessert Light coordinada por Europol–, que sirvió para acreditar que los grandes cárteles europeos mantienen oficinas estables en España, por ser la puerta de entrada de toda clase de drogas, y en Dubái, por ser el mejor lugar para refugiarse y para blanquear. “Si necesitan un proveedor, lo buscan; si necesitan un transportista, lo buscan; tienen una capacidad increíble para conseguir sus objetivos. Son cárteles que se están constituyendo como sucedió en su momento en Colombia y que ahora están creciendo con fuerza en Europa. Disponen de embarcaciones, teléfonos encriptados, dispositivos de localización… tienen medios más potentes que las fuerzas de seguridad”, advierte la fiscal.
En esa operación, la pieza clave entre los arrestados fue Edin Gačanin, alias Tito, del cártel de Los Balcanes, considerado por las autoridades uno de los ases del póker que dominaba el tráfico de drogas internacional desde el emirato junto al italiano Raffaele Imperiale, jefe de la Camorra; el irlandés Daniel Kinahan, cabeza del cártel del mismo nombre, y el holandés Ridouan Taghi, de la Mocro Mafia. Kinahan sigue en libertad, probablemente en Dubái, y Gačanin, tras un tiempo detenido, quedó en libertad. Sólo Imperiale y Taghi están entre rejas. Y todos ellos mantienen intereses muy claros en España como referencia geoestratégica para la entrada de los alijos y para el retorno del dinero, ya blanqueado, o bien para su reinversión en forma de capital inmobiliario.
En cuanto a los traficantes españoles, y salvo excepciones, no han pasado de narcotransportistas. “Existen tres organizaciones gallegas que tienen capacidad para realizar el negocio de principio a fin. El resto trabajan para grupos de todo el mundo”, detalla Antonio Duarte, comisario central de Estupefacientes de la Policía Nacional. “Los españoles son transportistas, blanqueadores, rescatadores, quienes controlan las puertas de entrada, pero a nivel top, si hablamos de auténticos capos, esos están en las grandes organizaciones como el cártel de Los Balcanes, la Mocro Mafia, los italianos, los colombianos y mexicanos”, añade el comandante de la UCO Fran Torres. “Eso también es bueno, porque habla bien de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, en el sentido de que aquí es muy difícil que un capo prospere: tarde o temprano, se le va a descabezar”
El control de los puertos es esencial para dominar el tráfico internacional de cocaína en todo el mundo, y especialmente en Europa. Róterdam y Amberes, los más importantes por número de contenedores, son territorio “desde hace más de una década” de la Mocro Mafia, según explica el policía que coordina las investigaciones contra esta organización en España, “la número uno a nivel mundial”. El grupo nació como “una asociación juvenil de pandillas compuesta por inmigrantes marroquíes asentados en Países Bajos y Bélgica, pero especialmente en el primero, de segunda y tercera generación”, relata el agente, “sus comienzos están relacionados con el mundo del fútbol. El padre de Taghi [Ridouan Taghi, el líder indiscutible de la organización, ahora en la cárcel] ya se dedicaba al tráfico de hachís, y gracias a las rutas utilizadas por él y a sus contactos en Marruecos y en distintos países, Ridouan consiguió erigirse en el dueño del tráfico de cocaína en Europa”. Aunque siempre con el permiso de la ‘Ndrangheta y el cártel de los Balcanes, los dominadores de los puertos españoles y de los alijos en alta mar, que este año ha recuperado su importancia como canal de entrada de droga en toda clase de embarcaciones al margen de los portacontenedores: veleros, mercantes, pesqueros e incluso los semisumergibles.
“Ridouan Taghi sigue dirigiendo la Mocro Mafia desde prisión. Tiene un poder prácticamente ilimitado, el poder que le da su dinero”, advierte la policía, que consiguió detener en España a varias personas relacionadas directamente con él. El capo fue capturado en su refugio dorado de Dubái, de donde “fue extraditado por la presión internacional. Si no hubiese matado a [el periodista de investigación] Peter R. de Vries jamás habría sido enviado a Países Bajos”, subraya la misma fuente.
La extrema violencia empleada por esta organización le sirve para mantener el control sobre todo un grupo de fieles a su servicio, pero al mismo tiempo la ha puesto en el ojo del huracán, lo que “ha resultado contraproducente”, añade la policía. En España fue detenido uno de los autores del brutal crimen contra De Vries en las calles de Ámsterdam y se desarticuló una de las ramas de blanqueo de dinero de Taghi.
Al mismo tiempo, las organizaciones rivales se han hecho fuertes en los puertos de Algeciras y de Barcelona que la Mocro Mafia intentaba dominar. Todo apunta a que la expansión del grupo marroquí-holandés hacia el sur se ha detenido en favor de una alianza entre el cártel de Los Balcanes y la ‘Ndrangheta, que han conseguido atraer a traficantes locales, como los gallegos, para hacer negocios no sólo en los puertos de la Península Ibérica, sino también en el océano Atlántico. En altamar reciben grandes alijos que son introducidos en lanchas rápidas en áreas pesqueras de las Azores o en Cabo Verde, o bien son recogidos del agua tras ser balizados con GPS. Sin olvidar la gran ruta alternativa que ha surgido en los últimos meses a través del Golfo de Guinea, con cargamentos que son filtrados en barcos pesqueros frente a costas de Brasil.
El cártel de Los Balcanes es el dominador de las dos principales rutas de introducción de cocaína en portacontenedores entre Sudamérica y España, que parten de Guayaquil (Ecuador) y del norte de Colombia. Así quedó reflejado en la más reciente operación de la Policía Nacional. “El cártel de Los Balcanes era el dueño del cargamento”, declara Alberto Morales, jefe de la Sección IV de la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía Nacional y responsable del hallazgo de esos 9.500 kilos de cocaína aprehendidos el pasado septiembre en un contenedor en Algeciras. Se trata del mayor alijo de droga encontrado en todo el mundo en los dos últimos años. Enviaban 40 contenedores al mes y dominaban los puertos de todo el Atlántico.
Pablo Ramírez, director antinarcóticos de Ecuador, también habló para OCCRP sobre las rutas entre su país y España. “Nosotros creemos que el cártel de Los Balcanes es el principal en estos momentos para la coordinación de alijos hacia Europa”, sostiene. Sobre la situación en su país, añade el responsable policial, colombianos y mexicanos llevan establecidos allí desde la década de los 80, pero ya desde 2010 se ha descubierto la llegada de los balcánicos, que ahora operan a uno y otro lado del Atlántico. “La cocaína que parte de Ecuador entra en España por el puerto de Algeciras y por los de Galicia, principalmente”, corrobora el jefe antidroga ecuatoriano.
Desde 2007, Lisboa acoge la sede del MAOC-N, el Centro de Análisis de Operaciones Marítimas en materia de narcotráfico. El organismo nació de una alianza entre los países del sur de Europa, con España, Francia, Italia y Portugal como punta de lanza, en unión con el Reino Unido e Irlanda, y con el soporte permanente de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Los datos de incautaciones en el mar en 2023 no se habían visto antes: más de 60 toneladas al cierre de NarcoFiles.
Fuentes autorizadas señalan que sólo se confisca el 10% de la cocaína enviada por el canal oceánico, por lo que se calcula en 600.000 kilos la cantidad que tocó tierra en apenas nueve meses del presente año. Estos datos permiten avanzar los siguientes efectos: una reducción drástica de los precios –que, en puntos como Galicia, han caído un 50%–, el aumento de las prisas para colocar la mercancía en el destino y recuperar el dinero con que ejecutar nuevas operaciones –el blanqueo es cada vez más rápido con la criptomoneda– y, finalmente, la aparición de nuevos mercados, como Australia que, si bien es mucho más lucrativo, no puede competir por ahora con Europa. El Viejo Continente es el principal mercado del mundo, por el gran número de consumidores y por su capacidad económica para adquirirlas.
En el mar, el velero domina como método de transporte clásico. “Son imposibles de rastrear, se mueven entre toda la flota recreativa y entran por playas y puertos”, interviene Emilio Rodríguez Ramos, jefe de la Sección Greco Galicia de la Policía Nacional. El 60% de los decomisos en el mar se producen en esta clase de embarcaciones, seguidas –de lejos– por los barcos pesqueros y los mercantes, también difíciles de apresar al confundirse entre la flota pesquera operativa en los distintos caladeros, en el primer caso, y por su modus operandi, en el segundo: los narcos lanzan los fardos en el canal de los mercantes, que transcurre a unas 100 millas de las costas portuguesas y gallegas, en su travesía hacia los grandes puertos del norte.
El cártel de Los Balcanes y la ‘Ndrangheta, los dominadores de los grandes cargamentos de cocaína en portacontenedores en todo el mundo, también se han hecho fuertes en la vía marítima. El sello de los albaneses, serbios, croatas e italianos aparece con mucha frecuencia, en ocasiones en alianza con los gallegos y siempre con el visto y plácet de los colombianos, los dueños de la mercancía en origen.
En los veleros, en los mercantes y en los pesqueros aparecen personas de estas organizaciones. No así en los semisumergibles, una vía muy segura para las organizaciones criminales, empleada durante más de 15 años por una alianza entre colombianos y gallegos. De hecho, sólo se ha podido interceptar uno de estos aparatos, que, además, cayó casi por casualidad, en noviembre de 2019, en una playa de Pontevedra.
Para estas travesías no todos están preparados: el peligro que entrañan unas embarcaciones de 20 metros de eslora por sólo tres de manga que navegan entre dos aguas cruzando el Atlántico, reduce sus tripulaciones a los mejores pilotos y a personas sin recursos que hacen el trabajo sucio de acompañarles hasta la llegada a destino. Pero el riesgo se paga bien. Medio millón de euros es el sueldo de estos pilotos, que colocan alijos de más de 4.000 kilos en Europa en viajes de 20 días de duración.
En todo este escenario, los grandes negocios se siguen cerrando en la Costa del Sol. Segundos espadas del crimen organizado de los principales cárteles de todas las nacionalidades imaginables se reúnen allí. Los Kinahan, la Mocro Mafia, el cártel de los Balcanes, las distintas mafias rusas e italianas, con la ‘Ndrangheta al frente, y por supuesto los colombianos y los mexicanos establecen contacto en la costa malagueña.
Los NarcoFiles lo confirman. Las autoridades de las distintas naciones que luchan contra el narcotráfico han dado un paso al frente en la Costa del Sol. Bajo el liderazgo de la Policía Nacional se ha creado un equipo de trabajo con especialistas de más de 20 países con una base permanente en el centro de negocios del crimen organizado internacional.
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Esta información es parte de NarcoFiles: El Nuevo Orden Criminal, una investigación periodística internacional sobre el crimen organizado global, sus innovaciones, sus tentáculos y quienes lo combaten. El proyecto, dirigido por el consorcio Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) en colaboración con el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), Vorágine y Cerosetenta / 070 comenzó con una filtración de correos electrónicos de la Fiscalía colombiana que se ha compartido con infoLibre y Narcodiario en España y con más de 40 medios de comunicación de todo el mundo. Periodistas de 23 países trabajaron en las investigaciones, principalmente en América Latina, pero también en Europa y Estados Unidos.
A partir de las pistas encontradas en los datos filtrados, los periodistas han elaborado docenas de artículos que revelan las múltiples formas en las que los grupos del crimen organizado evolucionan, se expanden y experimentan en el mundo moderno, dejando nuevas víctimas a su paso.
Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/economia/narco-internacional-convierte-espana-privilegiado-centro-negocios-paraiso-blanqueo_1_1629801.html
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