Pese a registrarse una disminución, estos productos mantienen su popularidad entre los adolescentes. Es más, casi uno de cada 10 estudiantes de secundaria en EE.UU. utiliza estos dispositivos, que contienen niveles de nicotina equivalentes a 590 cigarrillos.
Alexa Addison recuerda cómo eran los vapeadores cuando estaba en la preparatoria. El cigarrillo electrónico dominante era Juul, un rectángulo delgado de color negro con esquinas afiladas que se parecía a una memoria USB.
Cuando Addison, de 19 años, empezó a estudiar en la Universidad de Carolina del Norte, campus Wilmington, el año pasado, el vapeador actual había cambiado. Vio a muchos de sus compañeros de clase blandiendo Elf Bars, cigarrillos electrónicos de colores brillantes que parecían estuches de AirPods con diseño de colores degradados, con boquillas ligeramente inclinadas para la inhalación.
Compró sabores como piña colada y fresa-kiwi, y se tomó fotos cuando el color brillante de los dispositivos combinó con su ropa. Pronto empezó a consumir un dispositivo Elf a la semana. (Cada una contiene la nicotina de 590 cigarrillos, según un cálculo). Addison dice que, durante el periodo de mayor consumo, sus encías se volvieron grises.
“Tenían un aspecto muy bonito, la verdad”, comentó sobre los dispositivos. “Nunca me interesó vapear hasta que empezaron a vender dispositivos bonitos”.
Casi cinco años después de que Juul se convirtiera en la imagen mental de mucha gente para la palabra “vapear”, los cigarrillos electrónicos están en medio de otro remozamiento. El aspecto sobrio asociado a Juul se ha visto superado por los diseños redondeados y vívidos de Elf Bars y otras marcas, cuyos esquemas de color suelen corresponder con sus sabores.
En las entrevistas, los jóvenes compararon el aspecto de estos cigarrillos electrónicos desechables con el de los caramelos, las paletas, el brillo de labios y el jabón. “Casi parecen juguetes”, aseguró Carter James, de 23 años, productor musical que vive en el barrio neoyorquino de Brooklyn, quien afirmó que dejó de consumir cigarrillos electrónicos durante el verano.
A algunos expertos en salud pública les preocupa que el aspecto lúdico de estos dispositivos – que se ajusta a la perfección a las preferencias estéticas maximalistas de la Generación Z – pueda ofrecer una nueva y atractiva tapadera para los productos de nicotina. Los médicos afirman que la nicotina es especialmente adictiva para los jóvenes, y las investigaciones sugieren que los adolescentes que vapean corren el riesgo de sufrir daños pulmonares inmediatos y a largo plazo.
En combinación con los sabores inspirados en caramelos y frutas – uno de los principales objetivos de los grupos antitabaco -, la atractiva presentación de los vapeadores podría atraer a los jóvenes hacia los cigarrillos electrónicos, según varios expertos.
“Si tiene aspecto glamuroso y seductor, ese será el primer factor de atracción”, afirmó Brian King, director del Centro del Tabaco de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés). “Después, los sabores sellan el pacto. Y la nicotina hace que vuelvan por más”.
¿Joe Camel para la Generación Z?
Susan Linn, psicóloga y profesora de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Harvard, afirmó que “no cabe duda” de que el aspecto de los dispositivos Elf Bars está orientado a captar la atención de los adolescentes e incluso de los niños, que se inclinan por los colores brillantes y las formas redondeadas.
Comparó el aspecto juvenil de los vapeadores Elf con Joe Camel, el personaje de dibujos animados que R.J. Reynolds Tobacco Co. retiró tras años de críticas de que estaba dirigido a los niños. Décadas más tarde, las empresas de cigarrillos electrónicos también hicieron llamados visuales a los jóvenes: en 2018, la FDA emitió advertencias a las empresas que vendían productos de nicotina que parecían cajas de jugo.
“Las compañías tabacaleras utilizan dibujos animados o envases de colores brillantes con el fin de enganchar a los niños, para hacer que los niños piensen que esto es benigno, divertido e inofensivo para ellos”, señaló Linn, quien también es autora de “Consuming Kids”, un libro sobre la mercadotecnia dirigida a los niños.
Casi uno de cada diez estudiantes de secundaria ha utilizado un cigarrillo electrónico en el último mes, según la Encuesta Nacional sobre el Tabaco en los Jóvenes, publicada este mes. Y aunque el consumo de cigarrillos electrónicos entre los adolescentes ha disminuido en general desde 2019, los dispositivos desechables con sabores, como Elf Bar, han ido en aumento.
Elf Bar, que también se vende bajo los nombres EBDesign y EBCreate, llegó a los estantes de Estados Unidos en noviembre de 2021, según The Associated Press. Según la encuesta, el verano pasado ya se había convertido en la marca de cigarrillos electrónicos líder entre los estudiantes de secundaria y bachillerato. Abundan productos visualmente similares, como Flum Pebble, Juicy Bar, Air Bar Nex y Lost Mary.
La FDA no ha autorizado la venta de Elf Bar, pero los vapeadores se pueden adquirir fácilmente en las tiendas. La agencia ha ordenado que los envíos procedentes de China sean confiscados en la frontera.
La empresa que fabrica Elf Bar, IMiracle Shenzhen Technology, alega que la FDA se ha ensañado de manera injusta con la compañía y que sus productos, que llevan una etiqueta en blanco y negro en la que se advierte que la nicotina es adictiva, están dirigidos a consumidores adultos. Los representantes de IMiracle no respondieron a las solicitudes de comentarios para este artículo.
La FDA autorizó algunos cigarrillos electrónicos para ayudar a los fumadores adultos a abandonar el tabaco. Pero prohibió la venta de la mayoría de los vapeadores de sabores, alegando los riesgos de su atractivo para los jóvenes.
Los estudios demuestran que hay varios factores que animan a los jóvenes a probar los cigarrillos electrónicos, como los sabores atractivos y la presión social. Y aunque hay pocos estudios sobre cómo el aspecto físico de la última ola de cigarrillos electrónicos puede atraer a los jóvenes, un estudio británico publicado este año informó que los sujetos de 11 a 16 años veían los cigarrillos electrónicos desechables y coloridos como “modernos”, “geniales” y un “accesorio de moda”.
Esto los diferencia de los primeros cigarrillos electrónicos, que eran aparatosos sistemas modulares o simples imitaciones de cigarrillos blancos que se asemejaban a los de verdad.
Luego llegó Juul, un rectángulo elegante y oscuro creado por dos graduados de la escuela de diseño de Stanford y lanzado en 2015. Minimalista y discreto, permitía a los jóvenes vapear a escondidas en clase o en los baños del colegio.
El uso de Juul se disparó entre los adolescentes en torno a 2018 y 2019, despertando la preocupación de padres y médicos sobre cómo el vapeo afectaría la salud de los jóvenes. La compañía fue acusada de comercializar a menores poco después de que el producto saliera al mercado. Esta primavera, Juul Labs acordó pagar más de 400 millones de dólares para resolver las reclamaciones de que su publicidad se dirigía a los adolescentes.
Juul se convirtió en “el ejemplo perfecto de todos los errores cometidos por la industria del vapeo”, comentó Jamie Ducharme, autora de “Big Vape: The Incendiary Rise of Juul” y corresponsal de salud en la revista Time. El diseño distintivo del dispositivo, que en su momento fue un atractivo comercial, se asoció con “saltarse la normativa y desencadenar un escándalo”.
Ducharme especuló con la posibilidad de que las nuevas empresas de cigarrillos electrónicos quisieran distanciarse del aspecto de Juul. “No estoy segura de que hayan tomado la dirección correcta”, opinó.
‘Te dan ganas de presumirlo’
El aspecto más atrevido de los nuevos cigarrillos electrónicos desechables puede corresponder con un cambio en la actitud de algunos jóvenes respecto al vapeo.
Cuando Karely Alcántara, de 21 años, empezó a vapear en la preparatoria, la mayoría de sus amigos usaban Juuls, fáciles de ocultar a profesores y familiares. En la actualidad, Alcántara, que estudia en la Universidad de Maryland, ve que la gente usa los dispositivos Elf Bars como accesorios omnipresentes. Los ve en bares, en la cafetería de su centro de estudios y en TikTok e Instagram.
“Ya nadie intenta ocultarlo, porque todo el mundo fuma”, declaró Alcántara. Dijo que dejó de fumar el año pasado con la ayuda de un programa de mensajes de texto de Truth Initiative, un grupo de control del tabaco. Ahora es embajadora estudiantil de la iniciativa, función por la que ha recibido un estipendio.
No todo el mundo presume sus Elf Bars. Emma Longo, de 22 años, coordinadora de programas en una iglesia, que vive en Fishers, Indiana, dice que empezó a vapear porque le pareció genial. Los dispositivos siempre están a la mano entre sus amigos; siempre hay un nuevo color o sabor que probar.
Pero siete años después, esconde los dispositivos a sus familiares. Recurre al vapeo para hacer frente al estrés y le preocupa cómo afectará su salud y la de sus amigos a largo plazo.
Ahora, cuando imagina a un miembro de la Generación Z, lo imagina fumando. “Se ha convertido en parte de la cultura”, aseguró. “Ahora que lo pienso y lo analizo, me da un poco de miedo”.
infobae.com
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