Sergio Massa apoyó en su juventud al equipo de fútbol San Lorenzo, más tarde al de Chacarita y ahora al de Tigre, un acomodado suburbio de Buenos Aires que se ha convertido en su bastión político. En Argentina, cambiar dos veces de equipo favorito a lo largo de la vida roza la herejía.
La anécdota, que surge una y otra vez en boca de sus adversarios en los perfiles dedicados al peronista de 51 años, se supone que revela el oportunismo de un candidato sin grandes convicciones, dispuesto a traicionar con tal de escalar los peldaños del poder. “Massa es ante todo un massista, es un pragmático”, dice a Mediapart Humberto Cucchetti, de la Universidad 3 de Febrero e investigador del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), cuando se le pregunta a qué figura peronista se parece más.
El “advenedizo del poder”, como lo llama su biógrafo Diego Genoud (2023, Siglo Ventiuno), acaba de dar un gran golpe: se impuso en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del domingo 22 de octubre, con el 36,7% de los votos, frente al candidato de extrema derecha Javier Milei (30%). Con su coalición Frente para Todos, Massa consiguió atraer a tres millones de votantes más que los peronistas en las primarias de agosto.
Si el resultado es sorprendente es porque Massa ha sido ministro de Economía del Gobierno saliente desde agosto de 2022 y su balance ha sido calamitoso. La tasa de inflación trepó al 137% interanual. La proporción de pobres alcanzó el 40,1% en el primer semestre de 2023. Tras la victoria de Milei en las primarias, Massa impuso la mayor devaluación del peso en cuatro años, con el riesgo de alimentar aún más la inflación.
“Que un ministro de Economía saliente, dada la situación económica en la que estamos, pueda sacar más del 20% de los votos dice mucho de la resiliencia del voto peronista”, dijo Gabriel Vommaro, de la Universidad Nacional San Martín, pocos días antes de la elección, en referencia a las encuestas que circulaban en ese momento, que daban a Massa entre 20 y 30 puntos. “¿Es la economía una estupidez? No, no lo es“, comentaba el lunes por la mañana el diario argentino Clarín.
En una entrevista que también concedió a Mediapart pocos días antes de la elección, el editorialista e historiador de La Nación Carlos Pagni resumió: “La pregunta que plantea la campaña de Massa es cuánto pesa una campaña en el proceso electoral más amplio. Si la campaña pesa mucho, entonces puede ganar. Si la campaña es anecdótica comparada con el peso de la realidad, perderá”.
Está claro que el último mes de campaña de Massa dio sus frutos. En primer lugar, supo apelar a las clases populares adoptando, en el último minuto, una batería de medidas tachadas de izquierdas: una reforma de la escala impositiva que supone que 800.000 personas dejen de pagar el impuesto sobre la renta, o una exención del IVA en los productos alimenticios…
Frente a la tormenta y el caos de la candidatura de Milei, Sergio Massa también consiguió construir una imagen de candidato presidencial tranquilo, sobre todo durante los dos debates televisados entre los candidatos. “Massa se mostró como el ‘adulto en la sala'”, escribieron Mariano Schuster y Pablo Stefanoni en un texto publicado por Nueva Sociedad. Mientras Milei intentaba caóticamente incorporar su utopía anarcocapitalista a un proyecto de gobierno, el apoyo a Massa terminó apareciendo como una suerte de voto defensivo de un sector de la sociedad”.
“Durante cuatro años, la coalición gobernante ha estado dividida [entre el bando del presidente Alberto Fernández y el de la vicepresidenta Cristina Kirchner – nota del editor]. Massa supo imponer respeto, erigirse en líder de la coalición, hasta el punto de parecer el verdadero presidente, tanto que Fernández pasó a un segundo plano al final de su mandato. Hay una especie de valentía, o sentido de la aventura, en tomar el timón de un Ejecutivo que se estaba hundiendo, y dio sus frutos”, afirma Humberto Cucchetti.
Massa está metido en política desde la infancia: es un producto puro de la “casta” que aborrece Javier Milei. Nacido en las afueras de Buenos Aires (en San Martín), ingresó a los 15 años en las filas de la Unión del Centro Democrático (UCéDé), un partido liberal de derechas aliado de la mayoría peronista de Carlos Menem en los años noventa. Convertido al menemismo en 1992, fue elegido por primera vez en 1999 diputado por la provincia de Buenos Aires.
“Massa construyó su ascenso navegando por las distintas corrientes del peronismo, un movimiento político sin parangón en el mundo, trabajando con los presidentes Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y luego Cristina Kirchner. Pero no se entregó a ninguno de ellos“, escribe el diario español El País. “Tuvo la audacia de abandonar el barco cuando el momento más convenía a sus intereses”.
En 2013, Sergio Massa creó su propio partido, el Frente Renovador, que convirtió en una máquina de guerra para torpedear la elección de Daniel Scioli, el candidato peronista respaldado por Cristina Kirchner. Durante esta campaña, llegó a decir que mandaría a la cárcel a la presidenta saliente, acusada de corrupción. Massa quedó tercero en las primarias de 2015 y Scioli acabó perdiendo frente al liberal Mauricio Macri en las elecciones presidenciales.
El episodio ha dejado huella. Massa es el “traidor espectacular del kirchnerismo”, escribe la muy antiperonista escritora Pola Oloixarac en su acerada Galería de celebridades argentinas. Cuando Martín Guzmán, ministro de Economía, dimitió en 2022, Cristina Kirchner se negó inicialmente a aprobar el nombramiento de Massa, entonces presidente del Congreso, para sustituirle, antes de ceder.
Y en junio de 2023, en un acto público junto a Massa, todavía dijo que su candidato presidencial no era el ministro de Economía, sino Wado de Pedro, un miembro de la dirección del partido, hijo de desaparecidos durante la dictadura, que estaba más a la izquierda, pero que al final no se presentó.
También calificó a Massa de “fullero”, adjetivo utilizado para describir a los estafadores y tramposos del juego. En su única aparición pública durante la campaña, a finales de septiembre, la vicepresidenta saliente no mencionó el nombre de Sergio Massa. Este silencio es quizás una oportunidad para el interesado, ya que Javier Milei intentará durante la campaña entre las dos vueltas asociar a Massa con Cristina Kirchner, que es vista como repelente por un público de centro-derecha.
Básicamente, Massa representa un ala más derechista del peronismo que Cristina Kirchner. Hubo una clara ruptura cuando el vicepresidente se negó a votar a favor del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en marzo de 2022. Durante su campaña, Massa no dudó en aparecer junto al gobernador de la provincia de Jujuy, Gerardo Morales (radicales), criticado por su gestión ultrarrepresiva de los movimientos sociales que defienden los derechos de los pueblos indígenas contra la industria extractiva.
En su biografía de Massa, el periodista Diego Genoud defiende la idea de que Massa está en camino de superar al kirchnerismo, el peronismo de izquierda que estructuró la política argentina en los últimos veinte años: no demonizándolo u oponiéndose frontalmente a él, como intentaron Mauricio Macri y luego Patricia Bullrich a lo largo de la década de 2010, sino infiltrándose en él para derrotarlo mejor.
El editorialista Carlos Pagni dice sobre este formidable estratega: “Tiene algo del mago del Kremlin [alusión al libro de Giuliano da Empoli publicado en 2022 sobre un asesor de Vladimir Putin – nota del editor]: ha hecho una campaña muy coherente con sus propios intereses y no ha dudado en utilizar recursos del Estado al más alto nivel”.
El domingo por la noche, Sergio Massa prometió formar “un gobierno de unidad nacional”, que incluya a los mejores, “cualquiera sea su fuerza política”. Prometió resolver “la fisura” de la sociedad argentina, tras veinte años de divisiones entre pro y antikirchneristas. Además del voto progresista, que tiene asegurado para la segunda vuelta del 19 de noviembre, espera ganarse a un electorado de centro-derecha incómodo con el método de Javier Milei.
Fuente de esta noticia: https://www.infolibre.es/mediapart/sergio-massa-erige-ultimo-bastion-extremismo-derechas-milei_1_1622394.html
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