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Los menonitas del Canadá encargaron a 6 personas de su confianza y de sus hermanos para viajar al Chaco paraguayo. El 17 de marzo de 1921 la delegación menonita llegó a Paraguay…

Pero para conocer el contexto de esta apasionante historia permitiremos que el Prof. Gerhard Ratzlaff nos cuente la historia (Tomado del libro «Historia, Fe y Prácticas Menonitas: Un enfoque Paraguayo).

Transfondo histórico

Los primeros menonitas que poblaron el Chaco Paraguayo venían de Canadá. Pertenecían al grupo que entre 1874 y 1879 había salido de Rusia por la amenaza del servicio militar obligatorio y por las reformas culturales que se estaban introduciendo las cuales los los obligaban a mejorar su anticuado sistema escolar e introducir el sistema Ruso en sus escuelas. Por ese motivo más de 7.000 personas fueron a Canadá donde el gobierno les había prometido el libre ejercicio de su religión y sus propias escuelas.

La mayoría de ellos se asentaba en el sur de la provincia de Manitoba, en dos reservas territoriales que les habían entregado el gobierno: La Ostreserve con 73.600 hectáreas y la Westreserve con 156.400 hectáreas. Un grupo más pequeño fue a la provincia de Saskatchewan. Todas las tierras recibidas nunca habían sido cultivadas. En la misma forma que en Rusia los menonitas se asentaron en colonias continuando con sus tradiciones religiosas y culturales en tierras vírgenes.

Causas de la emigración

Ya hacia fines del siglo 19 el gobierno canadiense y el gobierno provincial de Manitoba (que tenía exclusiva autoridad sobre la educación escolar) presionaron a los menonitas a ajustar su sistema escolar e introducir el idioma inglés. Esta presión aumentó considerablemente con la Primera Guerra Mundial, ya que Canadá apoyaba a Inglaterra en su guerra contra Alemania.

Los menonitas se resistieron enérgicamente apoyándose en las promesas dadas por el gobierno nacional.Además, el gobierno exigió el izamiento de la bandera nacional en las escuelas menonitas, lo que nunca habían hecho y no estaban dispuestos a obedecer.

Todo esto resultó en un gran conflicto entre el gobierno provincial y los menonitas, creyendo estos últimos que no solamente estaban en peligro su idioma y sus escuelas, sino también su religión y sus apreciadas tradiciones.

No soportando más la presión unos 6.000 menonitas emigraron a México entre los años 1922 y 1924, pero no todos estaban conformes con el país elegido y buscaban otro país donde emigrar.

Los menonitas en el foco de la atención de la política nacional paraguaya

Los menonitas de Canadá que no estaban dispuestos a ir a México, contactaron a Samuel McRoberts, empresario y banquero de Nueva York, para que los ayudara en la búsqueda de un país apropiado para ellos. McRoberts envió a uno de sus ayudantes, Fred Engen, oriundo de Noruega, para que recorriera América del Sur para encontrar tal país.

Mientras tanto, por motivo de sus negocios, MacRoberts emprendió viaje a Buenos Aires, Argentina, en 1920. Pensaba aprovechar su viaje para proponer al gobierno argentino la inmigración de los menonitas.

En el barco McRoberts se encontró con dos altas autoridades paraguayas: Manuel Gondra y Eusebio Ayala. Gondra era el nuevo presidente de Paraguay y Ayala uno de sus ministros. Los dos entablaron conversación con McRoberts, quien, entre otras cosas, les contó sus cuestiones con los menonitas, que él esperaba podrían radicarse en Argentina.

Las autoridades paraguaya escucharon con sumo interés lo que el banquero de Nueva York les contaba sobre los menonitas, un pueblo de agricultores, amantes de la tierra, y lo que ellos emprendían siempre había sido con éxito.

Gondra y Ayala propusieron a McRoberts que dirigiera a los menonitas al Paraguay en donde había campo abierto para gente que deseara trabajarlo. McRoberts explicó que los menonitas eran bastante exigentes. Sus condiciones mínimas eran libertad religiosa, liberación del servicio militar y sus propias escuelas en su idioma, el alemán. Los políticos respondieron: «Les daremos más, si así lo desean».

Pero McRoberts no se dejó impresionar. No creyó que Paraguay fuera el país indicado para los menonitas por la falta de seguridad política y económica. Continuó pensando en Argentina.

En Buenos Aires las autoridades paraguayas se despidieron de McRoberts pidiéndole que se acordara del Paraguay en caso de fracasar las negociaciones con el gobierno argentino. Le invitaron a visitar Asunción. Hay que tener en mente para entender la insistencia de los políticos que en ese tiempo se hablaba de 20.000 a 30.000 menonitas que podrían inmigrar, lo que significaría un aumento poblacional de 2 al 3%.

Fred Engen y «la tierra prometida»

Mientras tanto Fred Engen, el intrépido noruego, había cruzado varios países de América del Sur ya había visitado el Chaco Paraguay. De Asunción Engen mandó un telegrama a su jefe, McRoberts, con la grata noticia: «I Have found the promised land» («He encontrado la tierra prometida»), la tierra ideal para los menonitas. Pidió a su jefe que venga urgentemente a Asunción.

Fred Engen simpatizaba con los menonitas y con ellos compartía la doctrina del pacifismo – sin ser menonita. Deseaba lo mejor para ellos, y estaba dispuesto a sacrificarse por su causa. Ahora McRoberts no tenía más excusas, ya que el gobierno argentino no había mostrado interés en negociar con él en cuanto a los menonitas.

Samuer McRoberts en Asunción

Aún con escepticismo, McRoberts fue a Asunción. El presidente Gondra lo recibió y para la noche del 27 de agosto de 1920, preparó una gran fiesta en honor a McRoberts para presionarlo con las buenas intenciones del gobierno paraguayo. Buen número de políticos y los más influyentes hombres de negocios habían sido invitados.

Años después, McRoberts aún recordaba el gran entusiasmo por los menonitas. La llegada de ellos podría cambiar el rumbo de la historia paraguaya. Al día siguiente la prensa informó por primera vez sobre los menonitas, un pueblo raro y extraño, que llegaría al Chaco Paraguayo. La conquista pacífica del Chaco por medio de la colonización menonita estaba en la mente de los políticos.

Pero McRoberts mantenía una actitud cautelosa. Paraguay era un país católico y los protestantes no eran bien vistos por la jerarquía eclesiástica. Aunque, hay que admitir que algunos vieron a los menonitas no como protestantes, sino como menonitas, un pueblo y una religión aparte de las demás religiones evangélicas. Otros se referían a ellos como una secta. De todos modos, la cuestión de la religión tenía que ser aclarada con la iglesia Católica, insistía McRoberts ante Gondra. Y Gondra lo solucionó en forma «dramática y exitosa», según lo expresó McRoberts mas tarde al profesor menonita E. Bender:

Con este propósito, el presidente de Paraguay invitó a los dirigentes católicos y a un grupo de políticos y empresarios a participar de un viaje de dos días por el Río Paraguay. Allí se les presentó a los dignatarios católicos el «proyecto menonita» y la conquista pacífica del Chaco para el bien de Paraguay.

En el lejano Chaco los miles de menonitas que llegarían al país no serían un peligro para la iglesia. Y McRoberts añadió diciendo que los menonitas que vendrían al país no eran de estos protestantes que buscaban proselitizar a otros a favor de su religión y su tradición.

Según los políticos, apoyados por los empresarios, el «proyecto menonita» era para el bien de «todo el Paraguay» e inclusive la iglesia Católica se beneficiaría con su presencia en el país. Terminó el fructuoso viaje por el Río Paraguay con un gran apoyo a favor del «proyecto menonita» y el grito de «Viva el Paraguay».

Expedición menonita al Chaco Paraguayo: «Expedición 1921»

Parecía que el camino para la venida de los menonitas estaba abierto, pero McRoberts seguía con sus dudas e insistió en los menonitas mismos debían tomar la decisión y mandar una expedición al Chaco para conocerlo.

Los menonitas del Canadá encargaron a seis personas de su confianza y de entre sus hermanos para viajar al Chaco Paraguayo. El 17 de marzo de 1921 la delegación menonita llegó al Paraguay.

En Asunción fueron recibidos por el presidente de Paraguay, Manuel Gondra y su ministro Eusebio Ayala, quienes les hicieron todas las promesas y desearon augurios de un gran futuro en el Paraguay.

José Casado, empresario argentino con millones de hectáreas en el Chaco, por su parte, había preparado una impresionante y pomposa expedición. El tiempo también colaboraba para mejorar la imagen del Chaco, conocido como el infierno verde. El viaje se realizó en mayo, cuando había llovido mucho y la temperatura era moderada.

A partir de Casado entraron 270 Km. en el Chaco y vieron las tierras donde hoy se encuentran las colonias menonitas. Allí clavaron una cruz, preparada por Casado, con la fecha del 20 de mayo de 1921.

Al final del viaje, la delegación menonita estaba impresionada de lo que había visto en el Chaco. En verdad, podría ser «la tierra prometida» para los menonitas.

Antes que dejaran el Paraguay, el presidente de la república invitó a la delegación menonita el 6 de junio de 1921 y habló con ellos por espacio de una hora. Les prometió promulgar una ley que garantizara a los menonitas todas las promesa hechas verbalmente.

Redacción Central
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