Tres Monasterios de Quito esconden los secretos de la antigua sociedad quiteña
Puerta de entrada a la Iglesia del Carmen Alto. Foto: Micaela Ayala/Andes
Quito, 25 dic (Andes).- Los Monasterios de San Francisco, El Carmen Alto y Santo Domingo esconden en sus paredes, habitaciones y pisos muchos de los secretos sobre la vida religiosa, social y política de antaño en Quito.
Algunas de las leyendas más antiguas se basan en historias reales, que se reflejan las tradiciones de esta ciudad Patrimonio Mundial.
Quito Turismo, en colaboración con la Fundación Quito Eterno, ha organizado una ruta turística por estos espacios en la que los visitantes nacionales y foráneos pueden conocer no solo la historia de estos sitios, sino también las costumbres de quienes los habitaron.
En un recorrido reciente, guiado por Roque Velásquez, un barbero capitalino, junto a Xavier Gutiérrez, del equipo de Quito Eterno, Andes constató el interés entre quienes asistieron por aprender cómo era la vida diaria de los que poblaron en otra época estos lares, lo que comían, las plantas que usaban para curarse y hasta la forma en que se enamoraban.
Las paradas que hacen los guías incluyen charlas sobre personajes de las leyendas quiteñas, historias sobre los monjes y hasta anécdotas como la de los miedos a las enfermedades que tenían los habitantes de esta ciudad a las enfermedades.
Cantuña fue herrero en San Francisco
La tumba de Cantuña es uno de los secretos del Convento de San Francisco. Foto: Micaela Ayala/Andes
La ruta comenzó en la Iglesia de San Francisco, donde junto a la puerta principal está la puerta de hierro forjada por Francisco Cantuña, quien fuera herrero de este sitio.
Adentro de esa puerta está su tumba, cuya inscripción dice: “Esta es la sepultura de Francisco Cantuña, Año 1669”. Velásquez, el guía, explica que estas son dos pruebas que corroboran parte de la famosa leyenda que forma parte de las tradiciones quiteñas.
Subiendo las gradas del Convento trabaja una multitud de restauradores que están activados en la renovación de la construcción. Todavía se puede ver algunas de las obras religiosas originales pintadas en las paredes.
Velásquez indica que cuando las plagas y enfermedades se multiplicaron, los muros de San Francisco, así como de otros Monasterios, fueron cubiertas de cal para evitar el contagio.
Otro de los secretos se esconde en el Coro Alto; allí se encuentra el restaurado órgano tubular que ahora solo suena en las fiestas de San Francisco de Asís.
La vida en El Carmen Alto
La ruta por los Monasterios permite conocer la vida al interior de estos claustros. Foto:Micaela Ayala/Andes
En la entrada al Museo del Carmen Alto se encuentra uno de los únicos contactos con las monjas carmelitas que mantienen su claustro en este lugar.
Se trata de un torno giratorio por a través del cual venden productos como miel, vino de consagrar, hierbas, galletas, medicinas naturales, agua bendita y chocolates.
El Museo fue antiguamente la casa de Marianita de Jesús. En el patio central se encuentra el lugar en el que la Santa abría regado su sangre y en el que creciera una azucena, suceso que le valiera el apodo de “Azucena de Quito”.
También se ubica la sala en donde las religiosas recibían a sus familiares a través de unas rejas muy gruesas, que casi no permitían reconocer sus facciones.
Una vista a la ciudad desde la cúpula de Santo Domingo
Desde la cúpula de Santo Domingo se observa la belleza de Quito. Foto: Micaela Ayala/Andes
La ruta turística por los Monasterios concluye con una visita a la Iglesia de Santo Domingo, desde cuya cúpula es posible avistar una postal del Quito actual y hasta las montañas que rodean la ciudad.
Desde allí se alcanza a ver la casa de la patriota Manuela Espejo, que ahora es una escuela, y al frente está la casa de José Mejía Lequerica, quien fuera diputado en las Cortes de Cádiz. El sitio ahora se ha convertido en la sede de egresados del Colegio Mejía.
También se puede ver el cambio que ha tenido la calle Rocafuerte, que en 1800 era conocida como la calle del Mezón porque había un restaurante en el que los comensales se reunían.
Velásquez también habla de la planta de chamico que según la leyenda servía para enamorar. Algunas mujeres daban de beber esta infusión a los buenos partidos para poder casarse.
Belleza para admirar dentro de la Iglesia de Santo Domingo. Foto. Micaela Ayala/Andes
Los recorridos guiados continúan en 2015
El último recorrido de este año se realizó el sábado pasado en Santa Catalina, El Carmen Bajo y La Merced, pero en 2015 continuarán. Quito Eterno también hace periplos nocturnos por los cementerios de San Diego o El Tejar y también por varios museos de la ciudad. Estas actividades continuarán el próximo año, a un costo de 20 dólares.
dv/yp
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