El fuerte incremento de los precios de todos los productos básicos desde 2006 como nunca había ocurrido antes (gas natural, minerales, productos agropecuarios y otros), debido al requerimiento de China, convertida en la fábrica del mundo, tuvo un enorme efecto beneficioso para la economía del país, especialmente por la exportación de gas natural y en mucho menor medida de minerales.
La Recaudación Tributaria Total en 2005 de 1.980 M$us, subió a 9.260 M$us en 2014, para luego ir bajando en mucho menor proporción a la Renta Hidrocarburífera, factor preponderante del boom económico, que subió de 1.018 M$us en 2005 a 5.777 M$us en 2014, luego empezó a bajar hasta 1.652 M$us en 2020, 1.701 M$us en 2021 y subió a 2.970 M$us en 2022 por el fuerte incremento del precio del petróleo, por la invasión rusa a Ucrania.
De una producción diaria de gas natural de 61,3 millones de metros cúbicos por día (Mm3/d) en 2014, se bajó a 41,1 Mm3/d en 2022 y se estima que caiga a 37 Mm3/d en 2023. Las exportaciones subieron de 2.867 M$us en 2005 a 12.889 M$us en 2014, fue bajando hasta 6.898 M$us en 2020 por el Covid-19 y marcó un máximo histórico de 13.586 M$us en 2022, por la exportación de oro (de escasa tributación) que marcó 3.007 M$us. La renta minera subió de 53 M$us en 2005 a 431 en 2001, luego fue bajando y por los excepcionales precios de los minerales subió a un máximo de 593 M$us en 2019.
Un déficit fiscal se produce cuando en una administración pública los gastos son mayores que los ingresos fiscales en un periodo de tiempo, normalmente un año. Cuando un Estado tiene déficit, las formas de financiarlo son tres: el aumento de impuestos, la emisión monetaria (imprimir más billetes) o la toma de deuda (pedir dinero prestado, ya sea de manera externa o interna). Igualmente, como estos resultados fiscales anuales poco dicen por sí solos, siempre se los suele relacionar con el Producto Bruto Interno (PBI), indicador que muestra la cantidad de valor generada en el país en ese año. En Bolivia se recurrió además a gastar las Reservas Internacionales Netas (RIN).
Veamos lo que ocurrió en nuestra economía en el período 2006 a 2022. Un cálculo de los superávits o déficits fiscales con base en el PIB nominal y los respectivos porcentajes muestra que entre 2006 y 2013 hubo un superávit de 2.501 M$us, mientras que entre 2014 y 2022 hubo un déficit de 26.431 M$us, con un déficit resultante entre 2006 y 2022 de 23.930 M$us.
Por otra parte, las RIN bajaron de 15.123 M$us en 2014 a 3.796 M$us en 2022, vale decir una reducción de 11.327 M$us. En 2006 la deuda externa (3.248 M$us) y la deuda interna (2.994 M$us) sumaron una deuda pública de 6.242 M$us, mientras que en 2022 la deuda externa (13.300 M$us) y la deuda interna (15.440 M$us) sumaron 28.740 M$us, vale decir un incremento de la deuda pública de 22.498 M$us.
El incremento de la deuda pública más la disminución de las RIN da 33.825 M$us, que superan al déficit fiscal del período 2006-2022 en 9.895 M$us.
Supongo que en este sobre déficit estarán incluidos los desembolsos del Estado para muchos proyectos mal elaborados, sin capacidad alguna de amortizar los desembolsos, como la planta de urea en Bulo Bulo, la planta Separadora Gran Chaco, la planta LNG de Río Grande, la planta ensambladora de computadoras Kipus (ya cerrada), el ingenio azucarero San Buenaventura, los aeropuertos rara vez o no utilizados de Chimoré, San Ignacio de Velasco, Copacabana y Monteagudo y el teleférico deficitario de La Paz.
Los aeropuertos de Oruro y Alcantarí (Sucre) son deficitarios. Los proyectos de litio y potasio, de cuantiosa inversión, sin que haya arrancado la planta industrial de carbonato de litio y la de cloruro de potasio, cuya producción apenas alcanzó al 15% de lo proyectado. Se puede añadir muchas otras inversiones menores como Papelbol, Cartonbol, Lacteosbol, etc., etc.
Llama la atención que el déficit fiscal empiece en 2014, cuando se alcanzó la mayor recaudación tributaria, la mayor renta hidrocarburífera y la segunda mayor exportación histórica minera, lo que puso a las RIN en su cénit. Otra de las razones para el déficit fiscal puede ser la fuerte Inversión Pública (IP) que entre 2006 y 2022 alcanzó a 51.328 M$us, mientras que la Inversión Extranjera Directa Neta (IEDN) fue apenas 7.698 M$us.
En muchos países la IEDN es mayor a la IP, pero nuestra Constitución Política del Estado y las regulaciones, especialmente en los sectores hidrocarburífero y minero, no son amigables con la inversión privada.
Por ello se descuidó la exploración para generar nuevas reservas en ambos sectores, con el resultado de la tremenda caída de la producción de gas natural y si la minería mantiene y a veces mejora su producción se debe a los altos precios de los minerales, y a las operaciones San Cristóbal, Manquiri y San Vicente que arrancaron en 2007, 2008 y 2009. A la fecha no se tiene ni un proyecto que pueda convertirse en mina ni siquiera a mediano plazo.
El Presupuesto General del Estado (PGE) de 2023 y de varios otros años ya contemplan déficits fiscales ($us 3.371 M$us para 2023) por los elevados gastos, que con urgencia deben ser reducidos, pues la renta hidrocarburífera es cada vez menor y por ello estamos apelando al uso de las RIN y al endeudamiento externo e interno que ya lo ha superado desde 2021.
Los países que más crecen económicamente (y algunos salieron de la pobreza), son los que supieron atraer la inversión privada extranjera, como China, Singapur, Finlandia, Vietnam, etc. y en Sudamérica, Chile, Perú, Paraguay, Uruguay, Colombia y en menor medida Brasil.
Argentina a pesar de su gobierno izquierdista, ya empezó con la inversión extranjera privada en los varios proyectos de litio (algunos ya funcionando) y se tiene proyectado financiamiento internacional para el desarrollo de gas natural del gran yacimiento Vaca Muerta. La única opción para mejorar la economía de un país está clara.
Fuente de esta noticia Diario Bolivia El Diario