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Vie. Nov 22nd, 2024
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Prevenir el sarampión en un niño de la Tierra Indígena de Bacurizinho, en Maranhão. Vacunar contra la neumonía a un anciano encamado en su casa, en una favela de Río de Janeiro. Proteger de la rabia a un adolescente herido por un murciélago salvaje en el interior de Minas Gerais. Inmunizar a un bebé contra el tétanos cuando aún estaba en el vientre de su madre.

Administrar cientos de millones de dosis de vacunas al año en más de 5 mil municipios. Hacer todo esto de forma gratuita y segura es lo que ha convertido al Programa Nacional de Inmunización (PNI) de Brasil en el mayor del mundo y en una referencia incluso para los países desarrollados.

Desde hace 50 años, el PNI lleva a cabo la ambiciosa misión de vacunar a una enorme población repartida por un territorio continental llamado Brasil, profundamente marcado por la diversidad de culturas y paisajes, así como por las desiguales condiciones de vida.

A pesar de ser considerado el mayor programa de vacunación pública y gratuita del mundo, con 20 vacunas que han eliminado enfermedades tan importantes como la poliomielitis, el tétanos neonatal y la rubeola congénita, el programa cumple medio siglo de vida luchando por revertir los retrocesos que han hecho volver la cobertura de vacunación a los niveles de los años 1980. Los investigadores se muestran optimistas ante el nuevo momento del programa, pero señalan que aún queda mucho camino por recorrer.

El PNI administra cientos de millones de dosis de vacunas al año en más de 5 mil municipios – Gutemberg Brito/IOC/Fiocruz

Referencia mundial

La responsable de salud del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Brasil, Luciana Phebo, califica el programa de referencia mundial, especialmente para los países de renta baja y media y con similitudes socioeconómicas con Brasil.

“Es un programa de referencia no sólo para América Latina, sino también para los países africanos. Y la Unicef, junto con la OMS [Organización Mundial de la Salud], también tiene esta función de llevar las buenas prácticas de Brasil a otros países en contextos similares. El PNI no sólo es importante para Brasil, sino para todo el mundo”.

Luciana Phebo señala que Brasil cuenta con importantes herramientas que han creado las condiciones para un programa tan exitoso, como un sistema de salud público y universal, instituciones con la tecnología necesaria para producir vacunas y una red de atención primaria que aún podría mejorarse, pero que tiene un alcance significativo para llegar a quienes necesitan las vacunas.

“El SUS [Sistema Único de Salud] es extraordinario, superior a lo que ocurre en el mundo e incluso en los países desarrollados, con su capilaridad, con una gestión unificada, con el Ministerio de Salud llegando a los municipios más remotos y a todo el territorio nacional, que es vastísimo. Pocos países tienen esa estructura.”

Las caídas en la cobertura de vacunación observadas desde 2015, sin embargo, han encendido una señal de alerta para las autoridades de salud en Brasil y en el extranjero, y la posibilidad de que las enfermedades eliminadas del país regresen es motivo de preocupación.

“Con la pandemia, esta reducción empeoró. En el período pospandémico, hay una leve mejoría, la curva comienza a tomar una dirección diferente, pero esta respuesta tiene que acelerarse. Todavía no se ha acelerado lo suficiente para garantizar que no haya una reintroducción de enfermedades como la poliomielitis o brotes de sarampión, que puedan volver a producirse.”

El PNI administra cientos de millones de dosis de vacunas al año en más de 5 mil municipios  –  Governo do Mato Grosso do Sul

Reconstrucción progresiva

En una entrevista concedida a Agência Brasil, la ministra de Salud, Nísia Trindade, subrayó que el Gobierno viene trabajando para restablecer el protagonismo del programa y la confianza de la sociedad en el Ministerio de Salud como autoridad sanitaria nacional. Aunque considera que el reto se está superando, señala que la reconstrucción será progresiva y llevará tiempo.

Según la ministra, recuperar las altas coberturas de vacunación puede volver a situar al país en una posición de referencia que le haga contribuir más a atajar el negacionismo y las dudas sobre las vacunas. “Nuestro objetivo es volver a ser un ejemplo para el mundo. Retomar esta posición de referencia internacional y movilizarla en nuestra cooperación con otros países, incluyendo la vacunación, es nuestra prioridad”, dijo.

Ministra de Salud, Nísia Trindade – Valter Campanato/Agência Brasil

SUS

Carla Domingues, consultora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y ex coordinadora del PNI, señala que el programa se fortaleció porque fue considerado una política de Estado, estructurada desde la dictadura militar y pasando por diferentes gobiernos democráticos. La fuerza que ganó, sin embargo, vino principalmente en la década de 1990, con la creación del Sistema Único de Salud (SUS).

“El PNI fue un ejemplo de éxito porque se consolidaron efectivamente todos los principios del SUS. Empezando por la universalidad, que significa que todas las vacunas llegan a toda la población brasileña, ya sea en grandes ciudades, pueblos medianos, poblaciones ribereñas o indígenas”, explica Carla Domingues, quien dirigió el programa brasileño durante 13 años.

Ella recuerda que la historia de éxito duró hasta 2016, cuando los principales indicadores cayeron: “Desafortunadamente, ya no somos un modelo. El gran desafío es restablecer la confianza que tuvimos durante más de cuatro décadas, con la población brasileña siendo responsable y asistiendo a los centros de vacunación.”

Carla Domingues, consultora de la Organización Panamericana de la Salud y ex coordinadora del PNI – Marcelo Camargo/Agência Brasil

Un punto importante que el PNI introdujo en el país, explica la experta, fue la participación de estados y municipios en las políticas de inmunización, con papeles definidos para cada esfera de gobierno. La compra centralizada y a gran escala de vacunas para todo el país por parte del gobierno federal, también garantizada por el programa, fue esencial para que todas las poblaciones pudieran ser vacunadas, independientemente de la salud financiera o de las prioridades presupuestarias de sus estados.

“Hasta los años 70, los programas contra la viruela, la poliomielitis y la rubéola hacían sus compras, y no existía una política nacional de adquisición de vacunas. Y en el caso de enfermedades como el sarampión, la difteria, el tétanos y la tos ferina, los estados que disponían de recursos dirigían programas locales. Esto no tuvo ningún impacto en la eliminación de las enfermedades. Con compras centralizadas, distribución y aplicación descentralizadas, suministro garantizado y toda una cadena de transporte y logística, se pudo aplicar esta política de vacunación.”

Para todos

Toda esta estructura ha permitido que el programa pasara de las cuatro vacunas que se ofrecían en los años 70 a las 20 vacunas disponibles en la actualidad, destinadas a niños, adolescentes, adultos, mujeres embarazadas y campañas a gran escala, como la vacunación anual contra la gripe.

Estas razones han hecho que Brasil siempre haya sido invitado a presentar sus experiencias en las reuniones de la Organización Panamericana de la Salud, recuerda Carla Domingues, añadiendo que el país también ha aplicado rápidamente las recomendaciones y compromisos debatidos en el organismo internacional.

“Brasil sirvió de modelo cuando la organización mostró casos de éxito y, sobre todo, por los desafíos, siendo un país tan grande, con poblaciones tan dispersas y en condiciones geográficas tan diferentes.”

*Colaboración de Tâmara Freire, de Rádio Nacional

Fuente de esta noticias es Agencia Brasil / EBC:  Leer más


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