Cada año, cuando llega el 8 de diciembre, ocurre un pequeño ritual compartido en muchos hogares: se desempolvan las cajas guardadas durante meses, aparecen las luces, las guirnaldas y los adornos, y el árbol de Navidad vuelve a ocupar un lugar central en la casa. Más allá del entusiasmo y la tradición familiar, pocas personas saben que esta fecha no es casual. El armado del árbol el 8 de diciembre tiene raíces religiosas, históricas y culturales que se fueron fusionando con el paso del tiempo hasta convertirse en una costumbre popular, especialmente en países de tradición cristiana.
El origen religioso del 8 de diciembre
La razón principal por la que se arma el árbol de Navidad el 8 de diciembre está ligada al calendario litúrgico católico. Ese día se celebra la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, una de las festividades más importantes dentro del cristianismo. La Inmaculada Concepción conmemora la creencia de que María fue concebida sin pecado original, preparada desde su origen para ser la madre de Jesús.
Esta fecha marca simbólicamente el inicio del tiempo de espera hacia la Navidad. Aunque el Adviento comienza cuatro domingos antes del 25 de diciembre, el 8 de diciembre se consolidó como un punto clave para dar comienzo visible a la preparación navideña en los hogares. Armar el árbol ese día se convirtió en una forma de honrar el comienzo de ese tiempo de espera y de reflexión espiritual.
El árbol como símbolo cristiano
Si bien el árbol de Navidad no aparece en la Biblia, su uso fue adoptado y resignificado por el cristianismo a lo largo de los siglos. El árbol, siempre verde, representa la vida eterna, la esperanza y la continuidad incluso durante el invierno, estación asociada al frío, la oscuridad y la pausa de la naturaleza.
En la tradición cristiana, el árbol simboliza también el árbol del Paraíso, mientras que la estrella en la punta recuerda la estrella de Belén que guió a los Reyes Magos hasta el nacimiento de Jesús. Las luces, por su parte, evocan la llegada de Cristo como “la luz del mundo”, y los adornos representan los dones, las virtudes y la alegría que trae la Navidad.
Armar el árbol el 8 de diciembre, entonces, no es solo un gesto decorativo, sino un acto simbólico que expresa esperanza, fe y expectativa ante la celebración del nacimiento de Jesús.
De Europa al mundo: la expansión de la tradición
La costumbre del árbol de Navidad tiene origen en Europa, especialmente en regiones del norte como Alemania y países escandinavos. Allí, durante el siglo XVI, los cristianos comenzaron a decorar árboles dentro de sus hogares como parte de las celebraciones navideñas. Con el tiempo, la tradición se extendió por el resto de Europa y luego llegó a América a través de la colonización y la inmigración.
En muchos países europeos, el armado del árbol no estaba ligado a una fecha exacta, sino al comienzo del Adviento o incluso a Nochebuena. Sin embargo, en América Latina, donde la influencia del catolicismo fue especialmente fuerte, el 8 de diciembre se consolidó como la fecha elegida para iniciar oficialmente la decoración navideña.
Una tradición muy arraigada en Argentina
En Argentina, armar el árbol de Navidad el 8 de diciembre es una costumbre profundamente instalada. Ese día es feriado nacional, lo que facilita que las familias puedan reunirse para decorar la casa. Con el paso del tiempo, esta práctica se volvió un verdadero ritual doméstico: se arma el árbol, se colocan las luces en balcones y ventanas, y muchas personas aprovechan para comenzar a decorar también el pesebre.
Más allá de las creencias religiosas, el 8 de diciembre se transformó en un símbolo cultural. Incluso quienes no practican el catolicismo suelen respetar esta fecha como el inicio “oficial” del clima navideño. Es el momento en que las calles se iluminan, los comercios se visten de fiesta y empieza a sentirse la cercanía de fin de año.
El árbol como ritual familiar
Con el correr del tiempo, el significado religioso del 8 de diciembre se fue ampliando y adaptando. Para muchas familias, armar el árbol ese día es una excusa para compartir tiempo juntos, generar recuerdos y transmitir tradiciones de generación en generación. Los adornos guardan historias: algunos se heredan, otros se compran cada año, y muchos están cargados de valor emocional.
Este ritual también cumple una función simbólica a nivel emocional. Marca un cierre de etapa, invita a reflexionar sobre el año que termina y abre un espacio para proyectar deseos, balances y nuevas intenciones. Colocar cada adorno puede convertirse en un pequeño gesto de esperanza, una forma de prepararse no solo para la Navidad, sino para el nuevo año que se acerca.
¿Qué pasa en otros países?
Si bien el 8 de diciembre es una fecha clave en países como Argentina, España e Italia, en otras partes del mundo la tradición varía. En Estados Unidos, por ejemplo, muchas familias arman el árbol después de Acción de Gracias, a fines de noviembre. En algunos países europeos, se espera hasta el 24 de diciembre, mientras que en otros se mantiene el árbol armado hasta principios de enero o incluso hasta el 2 de febrero, día de la Candelaria.
Estas diferencias muestran que el árbol de Navidad no responde a una única norma universal, sino a una mezcla de tradiciones religiosas, costumbres locales y decisiones familiares.
Más allá de la religión: el sentido actual del 8 de diciembre
Hoy en día, el armado del árbol el 8 de diciembre trasciende el ámbito religioso. Para muchas personas, es un gesto que invita a hacer una pausa, a embellecer el hogar y a crear un clima de calidez en un mes que suele ser intenso y agotador. Las luces, el brillo y los colores aportan una sensación de refugio y celebración en medio del cierre del año.
En un mundo cada vez más acelerado, estas tradiciones cumplen un rol importante: nos conectan con la infancia, con la memoria colectiva y con la necesidad humana de marcar el tiempo a través de rituales.
Una costumbre que sigue viva
Armar el árbol de Navidad el 8 de diciembre es una tradición que combina fe, historia y cultura popular. Aunque sus significados pueden variar según cada persona, el gesto sigue vigente porque responde a algo profundo: la necesidad de prepararnos para celebrar, de crear belleza en el hogar y de compartir momentos que se transforman en recuerdos.
Ya sea por convicción religiosa, por costumbre familiar o simplemente por el placer de ver la casa iluminada, el 8 de diciembre sigue siendo, para muchos, el día en que comienza oficialmente la magia de la Navidad.
Camila Corgatelli
Fuente de esta noticia: https://www.pipol.news/por-que-armamos-el-arbol-de-navidad-el-8-de-diciembre/
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