
RECUPERAR EL PODER SOBRE NUESTRA PROPIA HISTORIA.
Hay decisiones que, vistas en retrospectiva, nos duelen. Caminos que elegimos desde el miedo, la necesidad, la falta de información o desde una herida no atendida. Sin embargo, un error cometido en un momento crítico no puede convertirse en la definición permanente de quiénes somos. El pasado es un capítulo, no la obra completa.
Cuando permitimos que la culpa o la vergüenza nos dicten la identidad, dejamos de avanzar. Creemos que ya somos “eso” que hicimos o que permitimos que ocurriera. Y ahí comienza la prisión emocional más silenciosa: vivir de rodillas ante un recuerdo.
¿Por qué dejamos que el pasado nos defina?
- Autoexigencia extrema: Sentimos que fallar equivale a no valer.
- Condicionamientos familiares: “El que se equivoca, paga” es una creencia heredada.
- Heridas emocionales activas: El trauma aún no procesado se queda atrapado en la identidad.
- Etiquetas externas: Las opiniones ajenas pueden convertirse en cadenas internas.
- Falta de auto compasión y perdón: No nos enseñaron a abrazar nuestra parte vulnerable.
Cuando no entendemos por qué actuamos como lo hicimos, creemos que fue falta de carácter, inteligencia o moral. Pero casi siempre fue falta de acompañamiento, claridad o herramientas emocionales.
La vida estancada en una sola escena.
Vivir desde una culpa antigua provoca:
- Autoboicot cuando algo bueno está por llegar.
- Miedo al futuro, por temor a repetir el error.
- Relaciones dañinas, porque sentimos que no merecemos más.
- Identidad empobrecida, reducida al momento más doloroso.
- Ansiedad y depresión, al creer que el pasado determinará siempre lo que somos.
- La persona queda atrapada en un ciclo: mirar atrás → sufrir → castigarse → no cambiar.
El pasado se convierte entonces en carcelero… aunque en realidad la llave siempre estuvo dentro.
Recuperar el poder sobre tu historia.
1️. Nombrar el error sin juzgarse: Reconocerlo no es latigarse. Es comprenderlo.
Pregúntate:
¿Qué sabía yo en ese momento? ¿Qué estaba sintiendo? ¿Qué necesitaba y no tuve?
- Actualizar la identidad: El yo que se equivocó ya no es el mismo que hoy reflexiona sobre ello.
- Enfocarte en lo aprendido, no en lo perdido
Cada decisión contiene un mensaje de evolución:
“Esto me mostró lo que no quiero volver a vivir.”
- Prácticas de reparación emocional
Escribir una carta de perdón a tu “yo del pasado”
Afirmaciones que validen tu cambio
Terapia, grupos de apoyo, acompañamiento consciente
- Actuar diferente en el presente
Nada transforma tanto como un nuevo comportamiento.
Cada elección sana es un testimonio:
“Yo ya no soy esa historia. Yo soy lo que hago con ella.”
Eres más grande que tu error.
Tu pasado no es el juez, sino el maestro.
Nadie llega a la vida sabiendo cómo proteger su corazón, cómo amar sanamente, cómo elegir desde la sabiduría. Aprendemos caminando, cayendo, rompiéndonos… y reconstruyéndonos.
Si hoy te duele tu pasado es porque ya no eres la misma persona que lo vivió. El dolor surgiendo es señal de crecimiento: estás listo para resignificar. Todo lo que hiciste fue una respuesta a lo que podías, sabías o necesitabas en aquel momento de tu vida. La vida no es una condena, sino un camino en construcción.
Quédate con esta verdad:
No eres tú error.
Eres tú capacidad de renacer después de él.
El amor de Dios como llave que rompe toda condena.
Cuando una persona se equivoca, el mundo puede recordárselo mil veces. Pero Dios… Dios mira más allá de lo que hiciste: ve quién eres, quién puedes llegar a ser y quién estás destinado a ser en Su propósito.
Su amor no se basa en tu desempeño, ni tiene fecha de caducidad. No te amó porque eras perfecto… te amó para sanarte en tu imperfección.
El pasado puede tratar de definirse como una cadena, pero el perdón divino es la fuerza que rompe todo aquello que pretende encarcelarte. Dios no dice: “Eres tú error”. Él dice:
“Eres mi hijo.
Te perdono.
Te espero.
Te hago nuevo.”
El enemigo quiere recordarte tu caída; Dios quiere recordarte de quién te levantas.
Y ahí ocurre el milagro: lo que antes te avergonzaba, se convierte en tu mayor testimonio. Lo que fue dolor, ahora alimenta tu compasión y tu sabiduría. Dios transforma ruinas en cimientos, crisis en destino, lágrimas en semillas de un nuevo comienzo.
Tu historia no termina donde tropezaste.
Tu historia comienza donde Dios te levantó.
No te quedes en el pasado que Dios ya perdonó
Cuando el corazón se aferra a la culpa, le dice a Dios:
“Mi error es más grande que tu misericordia.”
Pero Su amor responde firme y suave:
“Mi gracia te basta.
Yo hago nuevas todas las cosas.” (Apocalipsis 21:5)
Perdonarte a ti mismo es un acto de fe.
Nada en tu vida es desperdicio cuando lo colocas en manos de tu Creador. Cada herida que Él toca, sana. Cada error que Él limpia, enseña. Él convierte lo que parecía el fin en el inicio de tu verdadera identidad: amada, perdonada, redimida.
“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse.” (Proverbios 24:16)
No vuelves a levantarte solo.
Él te levanta.
Él te restaura.
Él te impulsa.
Y cuando Dios reconstruye, nada vuelve a romperse igual, porque se edifica desde el amor perfecto
Si necesitas apoyo psicológico o corporativo especializado
Te ofrezco acompañamiento profesional en:
Terapia individual: manejo emocional, ansiedad, autoestima, duelos y crecimiento personal.
Terapia de pareja: fortalecimiento del vínculo, comunicación y resolución de conflictos.
Apoyo corporativo: programas de bienestar laboral, gestión emocional y mejora del clima organizacional.
Capacitación en habilidades blandas: liderazgo empático, comunicación asertiva, inteligencia emocional y trabajo en equipo.
Dra. Elizabeth Rondón. Especialista en bienestar emocional, relaciones humanas y desarrollo organizacional.
Tlf. +583165270022
Correo electrónico: Elizabethrondon1711@gmail.com
