
Nuevos estudios revelan el impacto de los micronutrientes en la función cerebral y la aparición de síntomas emocionales. Cómo prevenir
El médico y filósofo griego Hipócrates, considerado el padre de la medicina occidental, sentenció hace más de dos mil años: “Que la comida sea tu alimento y el alimento, tu medicina”.
Lejos de perder vigencia, la idea cobra fuerza en la actualidad, donde crece la evidencia respecto a la relación entre la deficiencia de vitaminas y minerales y el riesgo de trastornos de salud mental, como la depresión o ansiedad.
“Las deficiencias de micronutrientes no explican todos los casos de depresión. Sin embargo, en algunas personas, niveles inadecuados de vitaminas y minerales pueden empeorar la función cerebral y la regulación del estado de ánimo», apuntó recientemente el doctor estadounidense William A. Wallace, divulgador y creador del podcast Daily Value.
La depresión es una enfermedad mental multicausal que interfiere con la vida diaria y la capacidad de trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de la vida. Es una condición que responde a factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos, según define la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se estima que, a nivel global, alrededor del 5% de los adultos padecen depresión.

Salud mental, depresión y deficiencia de vitaminas
La evidencia científica reciente apunta a una relación estrecha entre los alimentos y la función cerebral.
“La depresión es una afección compleja con múltiples causas, desde la genética, los traumas y el estrés crónico hasta la inflamación y los desequilibrios de neurotransmisores. No toda la depresión se debe a una deficiencia de micronutrientes. Sin embargo, la insuficiencia de nutrientes puede exacerbar las vulnerabilidades existentes, reducir la respuesta al tratamiento o contribuir a la depresión resistente al tratamiento en algunas personas”, precisó el doctor Wallace.
Ante la consulta de Infobae, la psiquiatra María Silvina Domínguez, del departamento de Psiquiatría de Ineco, señaló: “existe una relación bidireccional entre la salud mental y la alimentación”, ya que los nutrientes que se consumen afectan directamente el funcionamiento cerebral, mientras que las emociones también pueden modificar los hábitos alimentarios.
En tanto, la especialista en medicina interna y nutrición Marianela Aguirre Ackermann, sostuvo a este medio que “un patrón de alimentación saludable puede ser un gran aliado para mejorar el estado de ánimo, la concentración y la energía mental”, mientras que una dieta desequilibrada puede favorecer la aparición de síntomas como ansiedad, depresión y fatiga.

Vitaminas del grupo B y su relación con la depresión
Las vitaminas del grupo B, especialmente B6, B9 (folato) y B12, son esenciales para la salud cerebral y la regulación del estado de ánimo. De acuerdo con los especialistas de Mayo Clinic, estas vitaminas participan en la producción de sustancias químicas cerebrales que afectan el ánimo y otras funciones cognitivas.
La deficiencia de vitamina B12 y otras del grupo B puede estar relacionada con la depresión, y los síntomas pueden agravarse en adultos mayores, vegetarianos o personas con trastornos digestivos que dificultan la absorción de estos nutrientes.
Aguirre Ackermann, destacó en Infobae que “las vitaminas del grupo B, en particular B6, B9 y B12, cumplen funciones clave en la síntesis de neurotransmisores vinculados al estado de ánimo como la serotonina, dopamina y noradrenalina. Su deficiencia puede asociarse con síntomas depresivos, deterioro cognitivo y fatiga mental”.

El doctor Wallace añadió que niveles bajos de estas vitaminas “pueden interrumpir la producción de energía mitocondrial y la señalización del factor de crecimiento, lo que perjudica la síntesis de neurotransmisores”.
Mayo Clinic recomienda una alimentación variada que incluya productos de origen animal magros, vegetales de hoja verde, legumbres, cereales integrales, huevos y lácteos para asegurar una ingesta adecuada de estas vitaminas.
No obstante, advierte que los resultados de los estudios sobre la eficacia de los suplementos de vitamina B12 en la reducción de los síntomas depresivos son dispares y que ningún suplemento debe sustituir los tratamientos médicos convencionales.
Vitamina D: evidencia y mecanismos de acción

La vitamina D también ha sido objeto de numerosos estudios por su papel en la salud mental. Esta vitamina actúa como una hormona en el cerebro, influye en la expresión génica y la regulación del calcio, y su deficiencia se asocia a mayor riesgo de síntomas depresivos, especialmente en personas con poca exposición solar.
Aguirre Ackermann, en diálogo con Infobae, citó un metaanálisis que mostró que las personas con bajos niveles de vitamina D tienen un 31% más de probabilidad de presentar síntomas depresivos. Se estima que la deficiencia de vitamina D es una de las más frecuentes a nivel mundial, junto con la de vitamina B12.
La obtención de vitamina D depende tanto de la exposición solar como de la ingesta de alimentos como pescados grasos, huevos y lácteos fortificados. Los especialistas recomiendan realizar una evaluación médica para determinar los niveles de esta vitamina antes de considerar la suplementación.
Otros nutrientes relevantes: vitamina C, magnesio, zinc y hierro

Además de las vitaminas del grupo B y la vitamina D, otros micronutrientes desempeñan un papel importante en la salud mental. El doctor Wallace mencionó que la vitamina C, el zinc y el magnesio ayudan a estabilizar la liberación de neurotransmisores y las defensas antioxidantes.
Niveles bajos de estos nutrientes se asocian con fatiga, baja resiliencia al estrés y alteraciones del estado de ánimo.
Domínguez, resaltó que la vitamina C es esencial para el funcionamiento cerebral, ya que participa en la protección antioxidante, la síntesis de neurotransmisores y la modulación de la respuesta al estrés.
Aguirre Ackermann agregó que el magnesio es necesario para la función neuronal y el equilibrio emocional, el zinc está involucrado en la sinapsis y la neurogénesis, y el hierro es fundamental para el transporte de oxígeno al cerebro y la producción de neurotransmisores.
Expertos de Cleveland Clinic advierten que la deficiencia de hierro puede provocar anemia, cuyos síntomas incluyen fatiga y sensación de frío, y que la deficiencia de zinc puede manifestarse con manchas blancas en las uñas. Una dieta rica en frutas cítricas, nueces, legumbres, carnes rojas, mariscos y vegetales de hoja verde contribuye a mantener niveles adecuados de estos nutrientes.
Factores de riesgo y grupos vulnerables a deficiencias

Las deficiencias de vitaminas y minerales pueden deberse a una alimentación inadecuada, pero también a problemas de absorción, edad avanzada, vegetarianismo o enfermedades digestivas como la celiaquía o la enfermedad de Crohn.
Aunque la mayoría de las deficiencias son prevenibles, algunas pueden desarrollarse incluso en personas que siguen una dieta variada, debido a factores genéticos o condiciones médicas.
Los adultos mayores, las personas con dietas restrictivas y quienes padecen trastornos digestivos constituyen los grupos más vulnerables. Los especialistas recomiendan realizar análisis de sangre periódicos para detectar posibles deficiencias antes de que se manifiesten los síntomas.
Antes de tomar suplementos hay que consultar al médico

La mejor estrategia para prevenir deficiencias vitamínicas es mantener una dieta equilibrada y variada, rica en vegetales, frutas y proteínas magras.
Los especialistas insisten en que la suplementación debe considerarse solo bajo supervisión médica, ya que los suplementos pueden interactuar con otros medicamentos o provocar efectos adversos si se consumen en dosis elevadas.
En ese sentido, los expertos coinciden en la importancia de consultar a un profesional de la salud antes de iniciar cualquier tratamiento con suplementos, incluso si se trata de productos de venta libre.
La corrección de deficiencias vitamínicas puede complementar, pero no sustituir, los tratamientos médicos convencionales para la depresión, como la terapia psicológica y los antidepresivos.
Incorporar alimentos ricos en vitaminas y minerales esenciales puede contribuir a mejorar el estado de ánimo y la función cerebral, ofreciendo una herramienta complementaria en el abordaje de la depresión y otros trastornos del ánimo.

Estudios recientes sobre deficiencia de vitaminas
La deficiencia de vitaminas se ha vinculado con un mayor riesgo de depresión en adultos mayores, según una revisión publicada en Frontiers in Nutrition en abril de este año. El análisis destacó que la falta de nutrientes como vitamina D, complejo B, C, E y K puede agravar los síntomas depresivos y acelerar el deterioro cognitivo en la vejez.
Entre los hallazgos más relevantes, la revisión señaló que niveles bajos de vitamina D —por debajo de 20 ng/mL— se asocian con un incremento en la incidencia de depresión en personas mayores. Además, la suplementación combinada de vitaminas B6 y B12 mostró beneficios en la reducción de síntomas depresivos, especialmente en subgrupos con deficiencias nutricionales. El estudio también resaltó que la vitamina C y la vitamina E contribuyen a la protección antioxidante, mientras que la vitamina K participa en la regulación de la inflamación y la función neuronal.
El papel de las vitaminas en la salud cerebral se explicó por su intervención en procesos como la regulación de neurotransmisores, el metabolismo energético y la defensa frente al estrés oxidativo.
Por ejemplo, la vitamina B1 favorece la producción de ATP en el cerebro, y la niacina (B3) mejora la función mitocondrial, lo que puede aliviar síntomas depresivos. La biotina (B7) y la pantotenato (B5) también han mostrado efectos positivos en la modulación de la inflamación y el equilibrio de neurotransmisores.
El análisis realizado por un grupo de investigadores de distintas universidades chinas, que incluyó 28 estudios relevantes seleccionados entre 7.980 artículos revisados, concluyó que la integración de suplementos vitamínicos en el tratamiento de la depresión en la vejez podría optimizar los resultados terapéuticos, siempre que se consideren las particularidades individuales y se avance hacia modelos de intervención más precisos.
infobae.com
