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La noticia ha generado un inusual consenso entre especialistas, laboratorios y pacientes: por primera vez, la autoridad sanitaria de Estados Unidos aprobó un tratamiento en forma de gotas capaz de restaurar la visión cercana en cuestión de minutos y sin necesidad de cirugía. El avance, que parecía lejano hace apenas una década, se materializa ahora como una alternativa práctica para millones de adultos que enfrentan diariamente las limitaciones de la presbicia, ese desgaste natural que comienza alrededor de los 40 años y que obliga a extender los brazos para leer un mensaje o a depender de gafas en casi cualquier actividad de precisión.
El nuevo medicamento, bautizado como VIZZ y desarrollado a partir de aceclidina al 1,44 %, representa la primera terapia de su tipo que obtiene luz verde en Estados Unidos. Su aprobación no solo marca un hito para la oftalmología, sino también para la vida cotidiana de quienes buscan una solución sencilla y reversible, capaz de encajar en rutinas laborales y sociales sin los compromisos de una cirugía ni la incomodidad de alternar constantemente entre distintos lentes.
El principio activo de VIZZ actúa sobre el esfínter del iris para inducir una miosis suave y controlada. Este ajuste modifica el tamaño de la pupila, generando un efecto comparable al de cerrar ligeramente el diafragma de una cámara fotográfica: aumenta la profundidad de foco y, con ello, la nitidez de los objetos cercanos sin comprometer de manera significativa la visión lejana. El cambio ocurre con rapidez. En promedio, la mejoría aparece cerca de los 30 minutos tras la instilación y, según los datos presentados ante la agencia regulatoria, su efecto puede prolongarse hasta unas diez horas, un margen suficiente para cubrir una jornada de trabajo, un periodo de estudio o simplemente un día en el que se prefiera prescindir de las gafas.
El camino hacia esta aprobación se cimentó en tres ensayos clínicos de fase 3, conocidos colectivamente como CLARITY, en los que participaron cientos de adultos con distintos grados de presbicia. Las conclusiones fueron consistentes: un porcentaje significativo de los voluntarios ganó al menos tres líneas en la medición de agudeza visual cercana, una mejora visible poco tiempo después de la aplicación y estable a lo largo del día. La seguridad del fármaco también fue evaluada durante varios meses, sin registrarse eventos graves relacionados con su uso y con una tolerancia considerada adecuada por la mayoría de los participantes, lo que permitió respaldar la recomendación para su empleo diario bajo supervisión profesional.
Como todo tratamiento farmacológico, VIZZ no está exento de posibles efectos no deseados. Durante los estudios se reportaron irritación leve, visión tenue inmediatamente después de la aplicación y dolor de cabeza ocasional, molestias que, según los investigadores, suelen ser transitorias. Los especialistas insisten en la importancia de observar la respuesta individual antes de realizar tareas que requieran precisión, como conducir, y de acudir a un profesional en caso de síntomas persistentes. El uso responsable, remarcan, es el mejor aliado para aprovechar todo el potencial de esta nueva herramienta.
El público objetivo del medicamento es amplio pero no universal. Se orienta a adultos con presbicia que buscan una opción no quirúrgica y que desean libertad para leer o trabajar de cerca sin depender permanentemente de lentes. Resulta especialmente útil para quienes alternan tareas de diferentes distancias o para quienes valoran la comodidad visual en actividades sociales o laborales. Aun así, ciertos factores médicos pueden limitar su uso, por lo que la evaluación individual por parte de un oftalmólogo u optometrista sigue siendo indispensable.
Pese al entusiasmo, los expertos subrayan la necesidad de mantener las expectativas en un plano realista. Estas gotas no curan la presbicia ni reemplazan de manera definitiva las gafas. Su función es ofrecer una mejora temporal, confiable y repetible, una especie de puente tecnológico que convive sin conflicto con las soluciones tradicionales. Su eficacia, además, puede variar de persona a persona y suele potenciarse con una iluminación adecuada. Más que un reemplazo absoluto, son una opción adicional que se adapta al ritmo de la vida actual.
El laboratorio responsable anunció que la distribución en Estados Unidos comenzará de forma progresiva, con muestras destinadas a profesionales de la salud visual y un lanzamiento comercial previsto para finales de 2025. Su venta será exclusivamente bajo receta, una medida que refuerza la necesidad de supervisión especializada. Para el resto de los países, los tiempos dependerán de los procesos regulatorios locales, aunque la aprobación estadounidense y los datos clínicos disponibles crearán sin duda un precedente relevante.
El avance representa un equilibrio entre innovación y tradición: mantener las herramientas que han funcionado durante décadas, pero sumar soluciones que amplían la autonomía del paciente. En un mundo en el que la lectura digital, el teletrabajo y el uso constante de pantallas se han vuelto parte del día a día, la posibilidad de restaurar la visión cercana con unas simples gotas se perfila como uno de los desarrollos más influyentes en la salud visual moderna.
