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El ingreso del Fujian a la flota china marca un punto de inflexión en el equilibrio militar del Pacífico. Presentado a finales de 2025, este portaaviones de 80.000 toneladas no solo supera en capacidades a los dos navíos anteriores de Pekín; representa, según observadores internacionales, la señal más clara de que China ha entrado en una etapa de ambición marítima que ya no se conforma con vigilar sus costas, sino que aspira a proyectar fuerza en océanos lejanos y a disputar a Estados Unidos un espacio que, durante décadas, le perteneció casi en exclusividad.
Pensado para operar hasta 70 aeronaves de combate, helicópteros y aviones de alerta temprana, el Fujian ofrece un nivel de autonomía estratégica sin precedentes para la Armada china. La combinación de sensores avanzados, mayor alcance operativo y una plataforma aérea más pesada redefine su presencia en el Pacífico occidental. Pero es su cubierta plana con catapultas electromagnéticas- una tecnología que hasta ahora solo Estados Unidos dominaba-la que convierte este buque en un símbolo de modernización acelerada. Con ellas, China puede lanzar aviones mejor armados y con mayor carga de combustible, algo imposible en los portaaviones de rampa que obligaban a comprometer munición y alcance.
Para varios analistas de la región, este salto tecnológico coloca a Pekín en una categoría distinta, alineada con los estándares de las grandes potencias que operan grupos de portaaviones como plataformas móviles de diplomacia dura. En Beijing, la entrada en servicio del Fujian fue tratada como un acontecimiento de Estado: Xi Jinping ordenó personalmente la adopción de las catapultas electromagnéticas y presidió en Hainan la ceremonia de incorporación, un acto cargado de simbolismo en el que, vestido con uniforme militar, exhortó a las tropas a obedecer al partido y a prepararse para “ganar”.

Como los otros diez portaaviones de EE.UU., el Abraham Lincoln es propulsado por energía nuclear.- Getty Images
El despliegue de un buque de estas características altera la psicología estratégica del Pacífico. China considera a Taiwán parte de su territorio y no oculta su intención de “reunificación”. El Fujian, por su tamaño y capacidad de proyección, podría operar desde el este de la isla, en el Pacífico abierto, un flanco históricamente difícil para Pekín. Su presencia allí complicaría el cálculo defensivo taiwanés y respaldaría posibles operaciones anfibias en caso de conflicto.
Sin embargo, la superioridad cuantitativa y cualitativa estadounidense continúa siendo abrumadora. Washington opera once portaaviones de 100.000 toneladas, todos de propulsión nuclear, capaces de mantenerse en el mar durante largos periodos sin necesidad de reabastecimiento. El Fujian, en cambio, depende de motores diésel y de una infraestructura logística que China aún no ha terminado de consolidar fuera de sus costas. La escasez de puertos aliados limita su alcance efectivo y condiciona su capacidad de sostener operaciones prolongadas lejos de Asia continental.
A ello se suman otros desafíos: expertos japoneses han señalado que China todavía enfrenta brechas tecnológicas y de entrenamiento que tardarán años en cerrarse. La experiencia acumulada por la Marina estadounidense en escenarios reales de combate no tiene un equivalente chino. Aunque Pekín ha avanzado con una velocidad impresionante, aún construye capacidad mientras aprende a operarla.
Pese a estas limitaciones, la botadura del Fujian no es un episodio aislado. Imágenes satelitales indican que China ya trabaja en un cuarto portaaviones, y analistas prevén que la siguiente generación adoptará propulsión nuclear. La tendencia es inequívoca: una expansión naval sostenida que apunta a transformar la distribución del poder marítimo global. Al mismo tiempo, Washington continúa renovando su propia flota, consciente de que Pekín avanza con decisiones que hace una década parecían improbables.

El segundo portaaviones chino, el Shandong, presenta un diseño con una cubierta tipo plataforma de esquí.-Getty Images
El potencial de los portaaviones en sí mismos también comienza a revaluarse en la era de los misiles hipersónicos y del desarrollo de drones avanzados. Algunos especialistas consideran que el futuro de la guerra naval podría girar más hacia vehículos no tripulados, más baratos y resistentes al desgaste operativo. Pero por ahora, tanto China como Estados Unidos siguen apostando por estas plataformas colosales, que combinan fuerza militar, prestigio nacional y capacidad de influir políticamente más allá de los límites geográficos tradicionales.
El Fujian, en ese sentido, no es solo una nave: es una declaración de ambiciones. Señala el deseo de Pekín de ser tratado como un par por Washington, de pisar con autoridad en aguas donde antes solo ondeaba la bandera estadounidense. En palabras de Xi Jinping, “el Pacífico es lo suficientemente vasto para ambos”. Pero la llegada del Fujian sugiere que, para China, lo importante ya no es compartir espacio, sino demostrar que puede disputarlo.
Vía : BBC NEWS MUNDO
