
CUANDO LOS ROLES SE INVIERTEN EN LA MODERNIDAD.
En la última década han surgido nuevas dinámicas en las relaciones afectivas que se viralizan en redes sociales y conversaciones cotidianas. Uno de estos fenómenos se resume en una frase popular:
“Hombres princesos y mujeres guerreras”.
Este concepto describe cómo: Algunos hombres han adoptado actitudes más dependientes, pasivas, complacientes o emocionalmente frágiles, esperando ser cuidados y atendidos como si fueran “princesas”.
Muchas mujeres, por el contrario, asumen el papel de liderar, proteger, sostener y resolver, convirtiéndose en “guerreras” que luchan incansablemente por la relación y el bienestar conjunto.
Esta inversión no es casual: responde a transformaciones profundas en la cultura, la crianza y la igualdad de género. Pero también trae desafíos que es importante comprender.
Hombres “princesos”
Hombres que evitan la responsabilidad emocional, que esperan atención constante, e incluso validación de su valor personal desde afuera.
Causas.
- Crianza permisiva o sobreprotectora: No se les permitió frustrarse ni desarrollar autonomía.
- Influencia de redes sociales: Idealización del confort emocional sin esfuerzo.
- Falta de modelos masculinos sanos: Ausencia paterna o figuras pasivas.
- Rebeldía ante el machismo tradicional: Confusión entre sensibilidad y dependencia.
- Miedo al fracaso o a la exigencia social: Mejor dejar que otro “tome el mando”.
Consecuencias.
- Relaciones donde el peso emocional recae en la mujer.
- Falta de iniciativa para trabajo, proyectos o compromiso.
- Baja autoestima disimulada con actitudes narcisistas o victimistas.
- Ruptura de vínculos ante responsabilidades adultas.
Medidas de afrontamiento.
- Terapia para desarrollar responsabilidad afectiva
- Ejercicios para fortalecer metas, disciplina y autonomía
- Promover vínculos masculinos sanos y modelos de referencia
- Aprender a sostener la relación, no solo a ser sostenido
- Ser sensible no te hace débil. Lo que te fortalece es hacerte cargo de ti mismo.
Mujeres “guerreras”
Mujeres que se vuelven hiper competentes, resolutivas y protectoras, pero a veces a costa de sí mismas.
Causas.
- Independencia femenina conquistada: Logro profesional y autonomía personal.
- Crisis de los roles masculinos: Ellas ocupan los vacíos.
- Crianza que las prepara más para “luchar” que para “recibir”
- Heridas emocionales: Ser fuerte como defensa contra el abandono
- Falta de confianza en el otro: “Si no lo hago yo, nadie lo hará”
Consecuencias.
- Carga mental y emocional excesiva.
- Atracción hacia parejas inmaduras o dependientes.
- Dificultad para relajarse, confiar y mostrarse vulnerables.
- Relaciones desequilibradas donde dan más de lo que reciben.
Medidas de afrontamiento.
- Practicar el recibir, pedir ayuda, delegar.
- Terapia de reconexión con lo femenino emocional: sentir, confiar, fluir.
- Seleccionar parejas que sepan aportar y no solo descansar en ellas.
- Identificar cuándo la fortaleza nace del miedo y no del amor propio.
- Ser guerrera no significa luchar siempre. A veces la mayor valentía es permitir que te sostengan.
La confusión colectiva
El mundo está en transición: Ni el machismo antiguo es aceptable,
ni estamos cómodos aún con nuevas formas de ser hombre y mujer.
Esto genera:
- Tensión en las relaciones
- Descompensación de responsabilidades
- Expectativas poco claras sobre quién debe hacer qué
- No se trata de regresar a roles rígidos, sino de crear nuevos acuerdos más equilibrados donde ambos:
- Sientan
- Luchen
- Se Cuiden
- Se apoyen
Sin convertir al otro en padre, hijo, rescatador o víctima.
Entre castillos y batallas: encontrándonos sin disfraces.
Vivimos una época donde las etiquetas se derriten y los moldes se rompen. Ya no somos los mismos hombres y mujeres que nuestros padres aprendieron a ser. Hoy, en medio de la búsqueda de igualdad, libertad y autenticidad, muchos hemos perdido el guion… y eso también es parte del crecimiento.
Los “hombres princesos” no nacieron así por capricho: fueron niños a los que no se les permitió equivocarse, o que no encontraron figuras masculinas que les enseñaran a ser responsables de su mundo emocional. La fragilidad se volvió refugio, pero también cárcel.
Las “mujeres guerreras” tampoco eligieron esa armadura por moda: muchas crecieron en entornos donde el amor dependía de ser fuertes, de resolverlo todo, de no necesitar a nadie. Su fuerza fue supervivencia… pero luego se volvió obligación.
En el fondo, ambos están luchando con lo mismo: el miedo a no ser suficientes.
Unos temen no saber sostener una relación.
Otras temen que, si bajan la guardia, nadie las sostendrá.
Y así, terminan buscándose entre sí:
uno para descansar de sentir,
la otra para descansar de pensar que, si ella no lo hace, nada se hará.
Pero el amor se fractura cuando una relación se convierte en
madre-hijo o salvadora-rescatado.
Porque el amor sano ocurre solo entre adultos emocionales,
no entre roles distorsionados.
Quizá la tarea de esta generación es:
Que el hombre aprenda a cuidar sin dejar de sentir
Que la mujer aprenda a sentir sin dejar de cuidarse
Y que ambos entiendan que no hay guerra ni rescate en el amor.
Solo encuentro.
“Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador”. Efesios 5:23 (RVR1960)
Si necesitas apoyo psicológico o corporativo especializado
Te ofrezco acompañamiento profesional en:
Terapia individual: manejo emocional, ansiedad, autoestima, duelos y crecimiento personal.
Terapia de pareja: fortalecimiento del vínculo, comunicación y resolución de conflictos.
Apoyo corporativo: programas de bienestar laboral, gestión emocional y mejora del clima organizacional.
Capacitación en habilidades blandas: liderazgo empático, comunicación asertiva, inteligencia emocional y trabajo en equipo.
Dra. Elizabeth Rondón. Especialista en bienestar emocional, relaciones humanas y desarrollo organizacional.
Tlf. +583165270022
Correo electrónico: Elizabethrondon1711@gmail.com
