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En un giro histórico que redefine el papel de los países amazónicos frente a la crisis climática, Colombia tomó una decisión sin precedentes: la prohibición total de la minería y la explotación de hidrocarburos en toda la Amazonía colombiana. Impulsada por el gobierno de Gustavo Petro, esta medida convierte al país en el primero del mundo en declarar su territorio amazónico como santuario intangible, elevando la conservación ambiental a un nivel nunca antes alcanzado en la región.
Esta determinación no solo marca un hito en la política ambiental latinoamericana, sino que también envía un poderoso mensaje a la comunidad internacional sobre la urgencia de adoptar medidas radicales para enfrentar el calentamiento global. La Amazonía, reconocida como uno de los principales reguladores climáticos del planeta y hogar de incontables especies, queda blindada ante cualquier tipo de actividad extractiva. Con esta decisión, se busca salvaguardar uno de los ecosistemas más delicados y vitales para la humanidad, así como proteger los ríos, los suelos y la invaluable diversidad biológica que habita en esta vasta extensión verde.
El decreto también representa un reconocimiento profundo a los pueblos indígenas que han cuidado de estas tierras durante siglos. Sus conocimientos ancestrales, su relación espiritual con la naturaleza y su resistencia frente a las presiones económicas han sido fundamentales para preservar lo que hoy se define como el corazón natural del planeta. El gobierno colombiano resaltó que esta medida no solo busca proteger árboles o especies, sino garantizar la continuidad de culturas enteras cuya existencia depende de la salud de la selva.
A nivel político, esta decisión implica un cambio de paradigma: pasar de un modelo económico basado en la extracción y explotación de recursos naturales a uno sustentado en la sostenibilidad, el equilibrio ecológico y la justicia ambiental. Esta transformación exige fortalecer las economías locales, promover el ecoturismo responsable, apoyar a las comunidades rurales y desarrollar proyectos científicos y educativos que valoren la riqueza natural sin destruirla.
Colombia, al dar este paso, se posiciona como pionera en la defensa de los derechos de la naturaleza y se convierte en ejemplo para naciones que enfrentan dilemas similares entre el desarrollo económico y la conservación del planeta. La Amazonía colombiana, declarada ahora como patrimonio intangible, emerge como símbolo global de resiliencia, esperanza y compromiso con las generaciones futuras. En un mundo cada vez más amenazado por la deforestación, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, este gesto nos recuerda que aún es posible tomar decisiones valientes y colocar la vida en el centro de las prioridades humanas.
carloscastaneda@prensamercosur.org
