

«Elige bien tus batallas». Esta frase es comúnmente utilizada con los nuevos pastores, ya que hay muchas batallas que deben librar.
Joven pastor, a medida que te vayas adaptando al ministerio, probablemente identificarás una serie de cosas que deseas cambiar, desde las más importantes hasta las más triviales: modificar los estatutos, actualizar la iluminación del auditorio, contratar (o despedir) a un miembro del personal, revisar las listas de miembros, reformatear el boletín, introducir nuevas canciones, repintar las oficinas, revisar el currículo de los niños. ¡Vaya lista!
El sentido común te dice que no puedes abordar todos esos asuntos de inmediato. Careces del tiempo, la experiencia, el conocimiento institucional y, quizás lo más importante, el capital relacional para lidiar con todo a la vez. Los generales evitan las guerras en múltiples frentes, y los pastores sabios deben saber cómo elegir cuidadosamente sus batallas.
Pero ¿qué batallas debes elegir? ¿Cómo priorizas el cambio? ¿Por qué debes renovar esto y esperar con lo otro? Estas son preguntas con las que estoy luchando actualmente. Aunque he sido pastor principal durante más de 26 años, ahora estoy en mi tercera congregación y me encuentro en otro periodo inicial de cinco años. En las tres iglesias, he aprendido que elegir sabiamente las batallas depende de muchos factores. Una victoria fácil para un pastor en la iglesia A podría ser una misión suicida para un pastor en la iglesia B. Dicho esto, a continuación, expongo cinco categorías de asuntos que podrías considerar priorizar en las primeras etapas de tu ministerio.
1. Problemas preexistentes
Elige batallas que se hayan declarado antes de tu primer día de trabajo. A veces, la iglesia declara la batalla. En mi segundo pastorado, la junta directiva me dijo desde el principio que querían hacer la transición a un modelo de ancianos. Cuando llegué, nos pusimos a trabajar de inmediato y modificamos los estatutos en menos de un año y medio.
A veces, el pastor declara la batalla antes de llegar. En mi iglesia actual, dejé claro desde el principio que, si me llamaban, los llevaría a reemplazar su consejo y sus comités con ancianos y diáconos bíblicos. Modificamos nuestros estatutos después de tres años.
De hecho, recomiendo encarecidamente a los pastores que pongan sobre la mesa los cambios importantes y previsibles durante el proceso de candidatura. Como he oído decir a otro pastor: «Trata de que te despidan durante la entrevista». Declarar tus intenciones desde el principio es una cortesía hacia la iglesia y una salvaguardia para ti. Cuando la iglesia te elige, también elige las batallas que has declarado. Este principio no garantiza un proceso libre de problemas, pero te da una especie de mandato y establece una prioridad para ti.
2. Patrones bíblicos de la iglesia
Hablando de ancianos y diáconos, elige seguir las prioridades y los patrones de la Biblia para la iglesia. Aquí me refiero a cuestiones estructurales: la membresía de la iglesia, la adoración colectiva saturada de la Biblia y gobernada por ella, la correcta administración de las ordenanzas y el ejercicio por parte de la congregación de las «llaves del reino» (Mt 16:19, cp. 18:18), tanto en la adhesión como en la expulsión de miembros. Todo esto requiere claridad sobre los oficios de anciano y diácono.
La cuestión es la siguiente: apunta a las prioridades bíblicas sin importar cuánto tiempo te lleve
Pero eso no es todo. Prioriza la predicación expositiva, la evangelización, la formación de discípulos, la oración y el ejemplo de una cultura de edificación mutua, así como la plantación de iglesias. Todas estas disciplinas ayudan a la obra evangelística de la iglesia. La iglesia es de Jesús, por lo que cuando habla sobre la forma y la función de Su iglesia, debemos priorizar y aplicar lo que Él dice.
Por supuesto, elegir estas batallas no significa tratar de ganarlas en un día, ni siquiera en un año. Se necesita tiempo para enseñar a una iglesia lo que dice la Escritura. Se necesita aún más tiempo para persuadir a su gente de que los patrones bíblicos traen mayores bendiciones que la simple tradición. Además, la implementación a menudo progresa lentamente y por etapas. A la hora de abordar estos cambios recuerda el adagio festina lente: «apúrate despacio».
La cuestión es la siguiente: apunta a las prioridades bíblicas sin importar cuánto tiempo te lleve. No permitas que las escaramuzas del ministerio diario te distraigan de tu enfoque en la campaña estratégica a largo plazo de enseñar a tu gente a obedecer todo lo que Jesús ha mandado en Su Palabra.
3. Crisis de integridad del evangelio
A veces no eliges tus batallas, sino que estallan a tu alrededor. En esos momentos, debes luchar por el bien de la iglesia y la integridad de su testimonio del evangelio. Supongamos que en los primeros meses descubres que el presidente del consejo de diáconos ha estado teniendo una aventura con la esposa del pastor asociado; o que la administradora de la oficina, que resulta ser la hija de una familia prominente, ha estado malversando fondos; o que un influyente maestro de escuela dominical para adultos ha estado enseñando el evangelio de la prosperidad.
Es extremadamente arriesgado para ti, como nuevo pastor, abordar estas crisis de frente. Podría costarte tu trabajo. Pero este tipo de situaciones son tan atroces que no tienes más remedio que correr hacia el fuego. Está en juego el honor del nombre de Jesús que lleva tu iglesia. No elegiste estas batallas, pero Dios las ha elegido soberanamente para ti, y debes defender Su gloria.
4. Oportunidades providenciales
Otras veces, eliges una batalla no porque sea tan calamitosa, sino porque es muy fácil. De hecho, ni siquiera es una batalla real. Dios actúa de forma misteriosa y surge una oportunidad para progresar. ¡Aprovéchala! Sé oportunista, en el mejor sentido de la palabra. En mi experiencia, la reforma de la iglesia progresa a través de un liderazgo intencionado y lento, y también a través de providencias no lineales y sorpresivas.
Llegué a mi iglesia actual durante el COVID. Al igual que las congregaciones en todo el mundo, nuestra iglesia había implementado una opción de transmisión en vivo. Me opongo a la transmisión en vivo (es decir, ver el servicio en línea, el domingo por la mañana, en tiempo real) porque tienta a las personas a abandonar la congregación y les hace pensar en la iglesia de Jesús de forma consumista. ¿Cómo se «asiste en línea» exactamente?
Hermano pastor, debes luchar contra la impaciencia en tu propio corazón
Entonces surgió una oportunidad. Un huracán monstruoso arrasó con el edificio de nuestra iglesia. Tuvimos que reunirnos en las instalaciones de otra iglesia durante meses, donde no teníamos capacidad para transmitir en vivo. Aproveché esa extraña providencia y nunca volví a retomar la transmisión en vivo. Volvimos al método tradicional de grabar el sermón y publicarlo más tarde en la semana.
Estate atento a esas oportunidades tan fáciles de aprovechar. A menudo descubrirás que Dios ya ha preparado el terreno para ti. Es posible que incluso haya puesto a tu alrededor a personas que te ayuden a lograrlo. A menudo he visto cómo el Señor ha levantado a personas influyentes dentro del liderazgo y la membresía de la iglesia. Confía en su conocimiento local sobre cómo y cuándo avanzar.
5. La batalla más feroz de todas
Hay otra batalla que debes elegir. Es una lucha que afectará drásticamente tu futuro y el de tu iglesia. Y es la más feroz de todas.
Hermano pastor, debes luchar contra la impaciencia en tu propio corazón.
Sí, hay batallas que hay que elegir desde el inicio. Pero, en la mayoría de los casos, servirás mejor a tu iglesia si eres paciente, vas más despacio y juegas a largo plazo. La lista de batallas que no hay que elegir es mucho más larga de lo que crees.
Combate la impaciencia con humildad. ¿Podría ser que tu impaciencia esté motivada por inseguridades personales o por orgullo?
¿Cómo se combate la impaciencia? Combátela con fe en la Palabra de Dios. Confía en que Dios obrará en los corazones de Su pueblo a través de la predicación expositiva fiel aplicada a la vida de la iglesia. Ayuda a tu gente a ver, semana tras semana, cómo la Palabra de Dios no solo se aplica a sus vidas personales, sino también a la vida colectiva de la iglesia. Luego, confía en que el Espíritu Santo obrará en Su momento. Lo más útil que puedes hacer por tu iglesia como nuevo pastor es establecer el púlpito con una exposición fiel y centrada en el evangelio. ¿Podría ser que nuestra impaciencia con la iglesia revela nuestra falta de confianza en la suficiencia y el poder de las Escrituras?
Resiste la impaciencia con la oración. Haz una lista de todas las cosas que te gustaría cambiar en tu iglesia. Luego, encomiéndalas a la oración y espera en el Señor. Te asombrarás de cómo Dios responde a las oraciones de las maneras más sorprendentes.
Combate la impaciencia con humildad. ¿Y si algunos de los problemas o defectos que ves en la iglesia fueran asuntos indiferentes, o incluso fortalezas? ¿Y si las cosas que quieres cambiar fueran simplemente un reflejo de tus propias preferencias personales, tu cultura o tu conciencia? ¿Podría ser que tu impaciencia esté motivada por inseguridades personales o por orgullo? Cultiva la gracia de la sospecha de ti mismo.
Finalmente, mata la impaciencia con amor. Tu iglesia no es fundamentalmente una organización que debe reestructurarse, un problema que debe resolverse o un ideal que debe realizarse. Es una asamblea de los hijos de Dios comprados con la sangre de Cristo. Tu iglesia es la familia de Jesús, la novia de Jesús, el rebaño de Jesús. Los pastores impacientes con frecuencia aman más la idea de la iglesia que a las personas que la integran. Pero Jesús los ama. Y está madurando a Sus hijos, preparando a Su novia y guiando a Su rebaño lenta, paciente y mansamente.
Que Jesús nos llene a nosotros, Sus pastores sometidos a Él y mayordomos, con Su amor y paciencia por Sus santos.
Publicado originalmente en 9Marks. Traducido por María del Carmen Atiaga.
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Jeramie Rinne
Fuente de esta noticia: https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/paciencia-elige-sabiamente-batallas/
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