

19 de noviembre – Desde Prensa MERCOSUR.
En un mundo donde el Día de la Mujer se celebra con flores, homenajes, discursos, campañas, eventos y un reconocimiento global bien ganado, existe una fecha que pasa casi desapercibida: el Día Mundial del Hombre.
Una fecha silenciosa, casi tímida, que pocos recuerdan… y, sin embargo, todos los días hay un hombre sosteniendo algo que nadie ve.
Hoy, desde este medio de comunicación, levantamos la voz para decir:
gracias, hombre. Gracias por estar, por resistir, por amar, por proveer, por cuidar, por acompañar.
El hombre que casi nadie mira… pero todos necesitan.
El hombre de verdad no es el estereotipo rígido que la sociedad construyó durante décadas.
No es una figura de hierro, ni un guerrero sin emociones.
Tampoco es un proveedor incansable que debe sacrificarse sin descanso. El hombre de verdad siente, sufre, duda, lucha, llora, se levanta, aprende y vuelve a empezar.
Ese hombre merece ser nombrado hoy.
El hombre que madruga para sostener su hogar.
El que sale a trabajar con el cuerpo cansado, pero con el corazón firme.
El que calla dolores para no preocupar a su familia.
El que carga en silencio responsabilidades invisibles.
El que también necesita abrazos, validación, apoyo emocional y descanso… pero casi nunca lo pide.
Porque le enseñaron que debía ser fuerte.
Que llorar no era de hombres.
Que un “estoy mal” era debilidad.
Que su valor dependía de cuánto producía.
Un reconocimiento a la nobleza masculina.
Hoy honramos al hombre que:
Ama con valentía.
Padece en silencio, pero sigue adelante.
Se cae, se rompe… y aun así protege.
Trabaja horas interminables por sus hijos.
Se esfuerza por ser mejor, aunque nadie lo vea.
Se reinventa cuando la vida lo golpea.
Busca sanar heridas antiguas para no repetir historias.
Aprende a escuchar, a sentir, a decir “te necesito”.
Camina al lado de su pareja, no por encima ni por debajo.
Honramos al hombre que se equivoca, pero crece.
Al que llora, pero sigue siendo fuerte.
Al que ama, y lo demuestra en acciones, en detalles, en silencios que sostienen y en presencias que sanan.
Porque el hombre también merece flores, palabras, reconocimiento y descanso.
No solo hoy: todos los días.
Porque detrás de cada hogar hay un hombre que también construye, sostiene y abraza.
Porque detrás de cada familia hay un corazón masculino que late, que siente y que merece ser celebrado.
Porque la hombría no es dureza…
La verdadera hombría es amor, responsabilidad, ternura, respeto, espiritualidad y entrega.
Un mensaje desde lo alto.
Hoy elevamos una reflexión profundamente espiritual:
Dios creó al hombre no para cargarlo de pesos imposibles, sino para caminar con Él.
Dios le dio fuerza, sí, pero también corazón.
Le dio valentía, pero también sensibilidad.
Le dio la capacidad de luchar… y la necesidad de ser amado.
El hombre no está hecho de piedra.
Está hecho de carne, espíritu y propósito.
Y cuando un hombre conecta con su esencia, con su fe, con su amor, con su rol sagrado en la familia, entonces se convierte en un pilar que no oprime, sino que sostiene; en una presencia que no impone, sino que guía; en una fuerza que no destruye, sino que bendice.
Hoy, 19 de noviembre, oramos por cada hombre:
para que encuentre paz, descanso, fortaleza interior
y para que recuerde que también merece ser celebrado, valorado y amado.
Porque cuando un hombre sana, la familia sana.
Cuando un hombre se levanta, el hogar se levanta.
Y cuando un hombre se consagra al amor, todo su mundo florece.
«Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera». Salmos 112:1(RVR1960)
