

CUANDO EL CUERPO HABLA LO QUE EL ALMA CALLA.
La sensación de tener un nudo en la garganta, también conocida como globo faríngeo, es una experiencia física y emocional en la que se percibe una presión o bloqueo en la garganta, sin que exista una causa médica clara. Aunque puede parecer un problema del aparato digestivo o respiratorio, en muchos casos su origen está en el sistema nervioso y en las emociones reprimidas.
Este síntoma refleja la dificultad para expresar lo que duele, lo que se calla o lo que no se ha perdonado. Es el cuerpo intentando comunicar aquello que el corazón no ha podido liberar con palabras.
Causas emocionales del nudo en la garganta.
- Represión emocional: Cuando las emociones (como la tristeza, la rabia o la frustración) no encuentran una vía de expresión adecuada, se acumulan en el cuerpo. La garganta, centro simbólico de la comunicación, se convierte en el punto donde se “atasca” lo que no se dice.
- Dificultad para perdonar: El resentimiento no expresado o el dolor guardado hacia alguien (incluso hacia uno mismo) puede generar una tensión interna que se manifiesta en esta zona. El perdón libera, pero resistirse a hacerlo genera presión emocional que el cuerpo traduce en un bloqueo físico.
- Miedo a hablar o a ser juzgado: Las personas con temor a expresar sus pensamientos o sentimientos suelen contener su voz. Esa contención emocional se refleja en una tensión muscular del cuello y la garganta.
- Estrés y ansiedad: En estados de tensión prolongada, el sistema nervioso simpático se activa y genera contracción muscular involuntaria. El cuerpo se prepara para “defenderse”, y la garganta, sensible al estrés, responde con rigidez o sensación de cierre.
Consecuencias de sentir un nudo en la garganta.
- Dificultad para comunicar emociones auténticas: La persona empieza a callar por miedo, acumulando malestar emocional.
- Somatización del sufrimiento: El cuerpo habla a través del síntoma, expresando lo que la mente niega.
- Desconexión con la propia voz: Se pierde la espontaneidad, la confianza y la sensación de libertad emocional.
- Cansancio o agotamiento emocional: Mantener emociones reprimidas exige energía constante, lo que genera fatiga física y mental.
Medidas de afrontamiento.
- Reconocer el origen emocional: Admitir que el síntoma puede tener una raíz emocional es el primer paso hacia la liberación. No se trata de negar lo físico, sino de integrar mente, cuerpo y emoción.
- Permitir la expresión: Hablar, llorar, escribir o dialogar con alguien de confianza libera el sistema nervioso. Cada lágrima o palabra dicha con verdad es una forma de sanación.
Prácticas de relajación y respiración: Ejercicios de respiración diafragmática, yoga o meditación ayudan a relajar los músculos del cuello y a calmar el sistema nervioso.
Ejercicio del perdón consciente: Perdonar no es justificar, sino soltar el peso. Repetir mentalmente: “Libero lo que me ata, me perdono y dejo ir” ayuda a disolver la carga emocional.
- Atención terapéutica: Un acompañamiento psicológico puede guiar en el proceso de identificar la emoción raíz, resignificarla y permitir una expresión más sana de lo que se siente.
El nudo en la garganta es, muchas veces, una puerta a medio abrir. No es un enemigo: es el guardián de algo que pide salir con cuidado, una verdad, un llanto, un perdón. Cuando lo peleamos, aprieta; cuando lo escuchamos, afloja.
Tal vez no te faltan palabras, sino permiso: permiso para nombrar lo que dolió, para decir “no puedo”, “me heriste”, “me equivoqué”, “te extraño”, “ya no”. El cuerpo no miente; cuando la voz se quiebra, no te está traicionando: te está mostrando el borde entre lo que ocultas y lo que anhela ser dicho.
Perdonar (al otro o a ti) no borra la historia ni convierte lo injusto en justo. Perdonar es soltar la cuerda con la que te ahogas. Es elegir abandonar el papel del carcelero de tus propias emociones. No es inmediato ni lineal; es una artesanía de paciencia: hoy sueltas un hilo, mañana otro, hasta que el nudo cede.
Pregúntate con honestidad amorosa:
- ¿Qué emoción no he querido nombrar por miedo a perder amor, imagen o pertenencia?
- ¿A quién sigo hablándole en silencio desde mi garganta apretada?
- ¿Qué necesito decir para volver a estar en paz conmigo?
Y recuerda: expresar no es descargar violencia; es ponerle forma y límites a lo que sientes para que pueda convivir contigo sin gobernarte. Cuando la verdad se dice sin herir, cura. Cuando el perdón se ofrece sin negarte, libera.
Un gesto sencillo para hoy
Coloca una mano en el pecho y otra en la garganta. Inhala por la nariz contando 4, exhala por la boca contando 6. Repite 5 veces.
Susurra tu verdad en una frase corta, clara y amable (contigo o con otro). Ej.: “Me dolió y necesito hablarlo”, “Perdono y me suelto”, “Hoy me respeto”.
Si llega el llanto, déjalo pasar: es el cuerpo deshaciendo el nudo.
“Cuando la voz tiembla, el alma está naciendo otra vez.”
Date permiso de nacer cuantas veces haga falta. Porque tu garganta no es un muro: es un puente entre lo que sientes y la vida que quieres vivir.
“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.” Mateo 18:21–22 (RRV1960)
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