

En las profundidades del océano, una nube de sedimentos y residuos mineros podría estar alterando la base de la cadena alimentaria marina. Un estudio reciente señala que la minería del fondo marino, todavía en fase previa a la explotación comercial, puede afectar a la llamada “zona crepuscular” (entre 200 y 1.500 metros).
La discusión ya ha llegado a Europa: varios países, entre ellos España, han pedido una moratoria mientras la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) define reglas claras. El interés por metales críticos para la transición energética convive con serias dudas científicas sobre el alcance de los impactos.
Qué demuestra el último estudio científico
Investigadores de la Universidad de Hawái analizaron agua y materiales procedentes de una liberación experimental de efluentes en 2022 en la Zona Clarion-Clipperton (Pacífico). Sus resultados, publicados en Nature Communications, indican que los penachos de desechos en aguas intermedias pueden sustituir el alimento natural del zooplancton por partículas mucho menos nutritivas.
Los científicos describen estas partículas como “calorías vacías” que diluyen la calidad del alimento disponible. Según el trabajo, aproximadamente el 53% de los taxones de zooplancton a esas profundidades se alimentan por captura de partículas, y cerca del 60% de los organismos de la zona depende de ese zooplancton, lo que sugiere posibles efectos en cascada.
Cómo se genera la nube de sedimentos
La minería de nódulos polimetálicos consiste en recolectar del lecho oceánico materiales ricos en cobalto, níquel, cobre o manganeso. Los nódulos se elevan por tuberías a un buque, donde se separan los minerales de interés; el resto —agua, sedimentos y fragmentos finos— se devuelve de nuevo al mar como efluente.
El punto de descarga es clave. Algunas iniciativas han probado vertidos en torno a 1.250 metros, dentro de la zona crepuscular, mientras que otras plantean profundidades mayores. Los autores insisten en que cambiar la cota de vertido no elimina el riesgo y que es imprescindible evaluar con detalle la calidad del efluente, su dispersión y su interacción con las comunidades pelágicas.
Efectos ecológicos y posibles repercusiones para la pesca
Si el zooplancton ingiere partículas pobres en nutrientes, se reduce la eficiencia de transferencia de energía hacia el micronekton (peces y crustáceos pequeños) y, en última instancia, hacia depredadores mayores. El estudio subraya que la zona analizada sostiene parte de la biodiversidad que alimenta peces de interés comercial.
La CCZ se solapa o está próxima a áreas donde operan flotas atuneras del Pacífico. Aunque aún faltan series temporales largas, los autores advierten de posibles efectos socioeconómicos si las descargas se mantienen en el tiempo o se multiplican los proyectos en la región.
Reglas por definir: la ISA y las posiciones en Europa
La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos trabaja desde 2014 en un código minero que no se ha aprobado todavía. Hasta la fecha, solo se han otorgado licencias de exploración, no de explotación comercial. En las últimas reuniones, 32 países —incluida España— han solicitado una moratoria global para ganar tiempo y conocimiento científico.
El debate tiene también aristas geopolíticas. En Estados Unidos, se han impulsado medidas para acelerar permisos y evaluar concesiones, pese a que el país no ha ratificado la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar. En paralelo, potencias con contratos de exploración en la CCZ buscan asegurar metales estratégicos en un mercado dominado por Asia.
Alternativas y próximos pasos
El equipo científico propone reforzar la monitorización del zooplancton, incorporar las descargas pelágicas en las evaluaciones de impacto y definir con rigor parámetros de calidad y profundidad de vertido. A la vez, recuerdan que existen fuentes alternativas para obtener metales críticos, como el reciclaje de baterías y aparatos electrónicos.
De momento, la minería comercial en aguas profundas no ha arrancado. La decisión de avanzar o no dependerá de si la comunidad internacional logra un marco regulatorio robusto y de si la industria demuestra que puede operar sin comprometer la salud de los océanos y la seguridad alimentaria.
Todo apunta a un equilibrio delicado: satisfacer la demanda de minerales para la transición energética sin desestabilizar los ecosistemas que sostienen la vida marina y actividades económicas clave. El reloj regulatorio corre despacio, pero la prudencia científica pide no acelerar sin garantías ambientales sólidas.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/la-mineria-del-fondo-marino-en-el-punto-de-mira-impactos-en-la-zona-crepuscular-y-el-pulso-regulatorio/
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