

Armando Benedetti, Ministro del Interior de Colombia
El ministro del Interior de Colombia, Armando Benedetti, volvió a ubicarse en el centro de la escena política nacional tras un episodio que ha generado intensos debates en los círculos judiciales y mediáticos del país. Su residencia en Puerto Colombia fue allanada por orden de la magistrada de la Corte Suprema de Justicia, Cristina Lombana, en medio de una investigación cuyas motivaciones aún despiertan controversia. Sin embargo, lejos de replegarse ante el episodio, Benedetti optó por responder públicamente con el estilo directo, desafiante y sarcástico que lo caracteriza.
A través de su cuenta personal en X -la plataforma anteriormente conocida como Twitter—, el ministro compartió una serie de fotografías del inmueble que fue objeto del procedimiento judicial. Junto a las imágenes escribió un mensaje que rápidamente se viralizó: “Aquí están las fotos tomadas hoy de mi ‘lujosa mansión’. Ni es lujosa, ni es mansión, ni es mía.” Con esa frase, Benedetti buscó desmentir las insinuaciones sobre el carácter ostentoso de la vivienda y, al mismo tiempo, dejar en evidencia lo que él considera un intento sistemático por desprestigiarlo.
Las fotografías difundidas por el propio funcionario muestran una casa de apariencia modesta, sin signos de lujo ni ostentación. Para muchos de sus seguidores, la publicación fue una jugada inteligente: una forma de exponer ante la opinión pública la distancia entre la narrativa que algunos sectores intentan construir y la realidad de los hechos. Benedetti no solo negó ser propietario del inmueble, sino que además insinuó que la diligencia judicial forma parte de una persecución que tiene más tintes políticos que legales.
El episodio ha vuelto a poner de manifiesto la figura controvertida del ministro, un político con amplia trayectoria que ha sabido moverse entre los espacios del poder con una mezcla de audacia, astucia y verbo afilado. Su carrera ha estado marcada por la polémica, pero también por su capacidad de mantenerse vigente en medio de los vendavales mediáticos y judiciales que lo rodean. Benedetti, que en los últimos años se ha convertido en una de las voces más visibles dentro del Gobierno de Gustavo Petro, ha hecho de la confrontación una herramienta política, y de la transparencia pública, una estrategia comunicativa.
Aquí están las fotos tomadas hoy de mi “lujosa mansión”. Ni es lujosa, ni es mansión, ni es mía! pic.twitter.com/fjtM2KgEhF
— Armando Benedetti (@AABenedetti) November 11, 2025
En esta ocasión, su respuesta fue más que un simple desmentido: fue una declaración de principios. Con un tono que oscila entre la ironía y la firmeza, Benedetti volvió a situarse frente al escrutinio público para defender su nombre y su reputación. Su publicación en redes sociales fue interpretada por muchos como un desafío directo a la magistrada Lombana, quien ha sido señalada en distintas oportunidades por mantener posturas controvertidas en el seno de la Corte Suprema.
Mientras tanto, el allanamiento ha generado una ola de reacciones. En los sectores más cercanos al Gobierno, la medida es vista como un exceso judicial, mientras que desde la oposición se insiste en la necesidad de permitir que la justicia avance sin presiones políticas. En medio de esa disputa, Benedetti ha logrado algo que pocos políticos consiguen en circunstancias similares: tomar el control de la narrativa. Su mensaje, breve pero cargado de intención, desplazó el foco de la noticia del allanamiento hacia su propia versión de los hechos.
Con su estilo característico, el ministro ha demostrado una vez más que no rehúye de la controversia, sino que la enfrenta. Su publicación en X no fue improvisada: fue una jugada calculada, diseñada para desmontar la idea de que vive rodeado de lujos y para recordar que, en su versión, detrás de las acciones judiciales se esconden intereses que trascienden la justicia misma.
El caso Benedetti refleja, en última instancia, el clima de tensión que atraviesa la política colombiana, donde la frontera entre lo jurídico y lo mediático se difumina constantemente. Pero también muestra a un funcionario que, pese a las acusaciones y a las investigaciones, conserva una presencia pública sólida y una capacidad de respuesta inmediata. En tiempos donde la opinión pública se define en cuestión de segundos, Benedetti ha entendido que la transparencia —aunque sea a través de una fotografía— puede ser su mejor defensa.
La historia del allanamiento a su vivienda, lejos de debilitarlo, parece haber reforzado la imagen de un político que no teme enfrentar a sus detractores. Su tono desafiante, su habilidad comunicativa y su manejo de la narrativa lo mantienen como una figura clave dentro del tablero político del Gobierno Petro. Y aunque el episodio todavía genera incertidumbre, hay algo que ha quedado claro: Armando Benedetti no está dispuesto a ceder el protagonismo, ni a permitir que otros definan su historia.
carloscastaneda@prensamercosur.org
