

La primera vez que oré seriamente un salmo fue cuando mi esposa tuvo un susto con su salud. Ese día, todas mis palabras se secaron. Sé que el Espíritu intercedió por mí con gemidos (Ro 8:26-27), pero aun así necesitaba palabras para desbloquear el estancamiento en mi corazón. Así que recurrí al Salmo 91 y presenté mi caso ante el Señor. Inserté el nombre de mi esposa y su fidelidad a lo largo del salmo y le supliqué a Dios que cumpliera Su promesa de librar a los que le aman (v. 14). Era exactamente lo que necesitaba.
Cuando los resultados de las pruebas de mi esposa se normalizaron, di gracias a Dios y volví a mi relación habitual con los salmos. No me parecía correcto seguir orándolos, porque mi vida cotidiana no correspondía a la intensidad del Salterio. La vida normal significaba utilizar los salmos bonitos como inspiración y estudiar el resto. También significaba tratarlos como descripciones de las experiencias de otras personas. Me gustaba leer el libro de los Salmos junto con 1 y 2 Samuel para ver tras bastidores cómo se relacionaba David con Dios, analizando la imaginería para descubrir qué podía aprender.
Eso cambió cuando empecé a comprender el Salmo 120 y el resto de los Cantos de ascenso. El Salmo 120 contiene la clave de una idea antigua pero revolucionaria. Me enseñó que el Salterio podía utilizarse como un libro de oraciones, que no tenía que esperar a que mi vida y un salmo coincidieran. Podía orar cada salmo antes de que se sintiera verdadero. La intención de Dios es que el Salterio nos prepare y nos moldee. No solo describe nuestra experiencia espiritual; el Salterio también puede prescribirla.
Las oraciones de los peregrinos
Los Salmos de ascenso (Sal 120-134) eran orados por innumerables peregrinos judíos mientras se dirigían a Jerusalén para celebrar las fiestas religiosas. Jesús habría orado estos salmos en Su camino hacia la Fiesta de los Tabernáculos (Jn 7:10) y cuando afirmó Su rostro para ir a Jerusalén para la última Pascua (Lc 9:51-53). Pablo habría orado estos salmos cuando zarpó de Asia Menor para asistir a Pentecostés (Hch 20:16).
El Salmo 120 me enseñó que el Salterio podía utilizarse como un libro de oraciones, que no tenía que esperar a que mi vida y un salmo coincidieran
Casi puedes sentir el viaje del peregrino al leer los primeros cantos. El Salmo 120 está ambientado en tierras extranjeras, mientras que el Salmo 121 ora por la misericordia en el viaje. El Salmo 122 se regocija por haber llegado finalmente a Jerusalén. Luego, el Salmo 123 marca el destino final, cuando el creyente contempla la presencia de Dios. A partir de ahí, los cantos toman direcciones diferentes y sorprendentes. Lo que nos resulta valioso es que estos salmos nos ofrecen un vistazo de cómo Dios quiere que oremos e incluso por qué oramos, para empezar.
Los Salmos de ascenso no solo describían el viaje a Jerusalén, sino que prescribían cómo los peregrinos debían experimentarlo.
Las oraciones que moldean nuestra perspectiva
Aquí es donde entra el Salmo 120. Comienza con un creyente en aprietos, rodeado de gente que miente y engaña. El salmo nos dice que esto es consecuencia de vivir en tierras extranjeras entre gentiles que quieren pelear. En todo el salmo está implícita la nostalgia por el hogar. Apunta al peregrino hacia Jerusalén, hacia la seguridad del pueblo de Dios y el refugio de Su templo.
Mientras los peregrinos oraban el Salmo 120, repetían los hechos espirituales: la simiente de la serpiente lucha contra la simiente de la mujer. La guerra era su realidad espiritual, pero no necesariamente la física. De hecho, los judíos que vivían en tierras extranjeras a menudo estaban mejor que los que vivían en Jerusalén. La tierra santa estaba constantemente en la mira de las potencias mundiales y casi siempre tenía problemas con quienquiera que la gobernara. Las hambrunas también eran la norma. Muchos de estos peregrinos vivían fuera de Jerusalén por una razón, sin embargo, el Salmo 120:5 dice: «¡Ay de mí, porque soy peregrino en Mesec, / Y habito entre las tiendas de Cedar!».
Oro las palabras de los salmos antes de sentirlas e inevitablemente empiezo a creerlas. La oración se convierte en un catalizador para la fe
Quizá los peregrinos necesitaban orar estas palabras porque la vida en otros lugares era buena. Necesitaban la visión de la formación espiritual más que una descripción de sus circunstancias. ¿Te imaginas un salmo que describiera su peregrinación? Contaría el dolor de tomarse un mes sin trabajar, marearse al navegar para llegar o posiblemente ser víctimas de un robo, solo para llegar a Jerusalén y que les cobraran precios excesivos por la comida y el alojamiento. Dios les dio algo mejor que oraciones centradas en las circunstancias. Dios quería que pensaran de cierta manera, así que les dio oraciones para que pusieran en práctica esos pensamientos.
La oración que practica la fe
El pueblo de Dios casi siempre ha utilizado el Salterio como libro de oraciones, pero los cristianos modernos hemos optado por orar con nuestras propias palabras, con oraciones guiadas por nuestras necesidades y disposiciones individuales. Eso hace que muchos de nosotros hagamos oraciones superficiales y nos preguntemos si estamos orando de la manera correcta. Hay un lugar para nuestras propias palabras, pero el Salterio nos ofrece mucho más.
Aprenderás cómo levantar el puño a Dios y acusarlo de haberse quedado dormido. Orarás contra el mal con valentía y practicarás expresar tus dudas y alabanzas. Harás oraciones de justicia que te obligarán a aferrarte a la justicia de Cristo. Lo harás incluso cuando no sientas la emoción expresada en las palabras. Al igual que con cualquier otra cosa en la vida, practicamos las habilidades que queremos adquirir, y las oraciones de los salmos nos permiten practicar nuestra vida con Dios.
Orar los salmos nos enseña a ver el mundo tal y como Dios lo concibió, no a través del estudio, sino a través de la experiencia espiritual. El Salmo 120 me ofrece la oportunidad de ensayar la experiencia de un forastero en esta tierra, a pesar de que realmente me gusta estar aquí. La práctica me ayuda a desprenderme de mi lealtad a «las cosas que se ven» (2 Co 4:18). Oro las palabras antes de sentirlas e inevitablemente empiezo a creerlas. La oración se convierte en un catalizador para la fe, no solo en su fruto.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por María del Carmen Atiaga.
Reed Dunn
Fuente de esta noticia: https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/moldearon-oraciones-salmos-ascenso/
También estamos en Telegram como @prensamercosur, únete aquí: https://t.me/prensamercosur Mercosur
Recibe información al instante en tu celular. Únete al Canal del Diario Prensa Mercosur en WhatsApp a través del siguiente link: https://www.whatsapp.com/channel/0029VaNRx00ATRSnVrqEHu1W
